Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

jueves, 17 de diciembre de 2015

Un regalo equivocadoLa playera, prueba del delito.

La playera, prueba del delito.
Por costumbre, en el día de mi cumpleaños y en Navidad mis hijos me regalan prendas de vestir, algunas de las cuales pasa mucho tiempo sin estrenarlas. A mi edad y sin buscar mejorar mi apariencia, los regalos permanecen en el armario durmiendo al lado de sus etiquetas.

A veces, esto ha sido motivo de quejas de mi familia por lo que consideran un desprecio a sus afanes de agradarme. En ocasión reciente, mi hija Ana María me reprochó porque un traje que me regaló el año pasado todavía no lo había usado y vaya, ni me acordaba de que lo tenía en mi guardarropa.

Fue por eso que la semana pasada me dediqué a buscar los regalos y encontré una playera de manga larga propia para estos meses de frío. –“Esta si me va a servir” —me dije— y sin pensarlo mucho la aparté para ponérmela al día siguiente. Como la vi superficialmente no me di cuenta de las leyendas impresas en ella, cosa común en esta clase de prendas.

Por la mañana, protegiéndome con ella, me dirigí a las oficinas del agua potable que se encuentran cerca de la Escuela Normal Urbana, con la buena y a la vez mala suerte de encontrar a un estimado amigo quien también andaba en esos menesteres. Después de los saludos de rigor, se me quedó viendo y no dudó en decirme: --“¿Oye, no eres tú uno de los que defiende a capa y espada que no se le llame a nuestra tierra Baja Sur?

Me extrañó la pregunta pero lo contesté afirmativamente. Pero a mi vez le repliqué: --¿a qué viene la pregunta? Y entonces para mi sorpresa y bochorno me dijo:”Porque traes en tu playera la propaganda que dice lo contrario”. Cierto, en ese instante me quité la prenda —traía una camiseta debajo— y en efecto en la parte que da a la espalda decía Baja Sur, México, con letras grandes y una estampa con una montaña, un cardón, un coyote y un conejo.

No me lo van a creer, pero volví a mi casa apresuradamente, llevando la dichosa playera apretujada entre mis manos. La guardé en lo más profundo del clóset, y ahí permanecerá como recuerdo de la metida de pata que casi da al traste de mis convicciones. Y es que yo he sido, junto con otros buenos escritores y periodistas sudcalifornianos, defensor acérrimo de que no se mutile el nombre de nuestro Estado.

Apenas ayer, Eligio Moisés Coronado, en sus crónicas sudcalifornianas, insertó el decreto del gobierno del Estado que prohíbe la utilización del término Baja como sinónimo de Baja California Sur. Y prescribe multas para todos aquellos que no respeten lo estipulado en ese documento oficial. Y a como están las cosas, será conveniente un decreto más en el que se prohíba también el uso de Baja Sur que ya es utilizado por comercios, revistas, eventos deportivos, publicidad turística y párele de contar.

¿Se imagina usted cuantas playeras con ese letrero ofensivo andan exhibiendo los habitantes de La Paz y otros pueblos de nuestro Estado? O pensar que haya otras prendas u objetos que venden en los comercios que también ostentan esa leyenda. Como si fuera una campaña orquestada por personas o grupos que persiguen fines inconfesables, a la que no son ajenos mexicanos mal nacidos y extranjeros con afanes de dominio territorial.

Total, me disculpé con el amigo que me hizo el reproche y le prometí escribir un artículo a manera de crónica sobre este regalo equivocado y la imprudencia que cometí al exhibirlo. Si lo lee, ojalá ya no dude de mis convicciones de seguir defendiendo el nombre de Baja California Sur.

Diciembre 16 de 2015.

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