Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

jueves, 26 de noviembre de 2015

California y los soldados de cuera

Soldado de cuera o dragón de cuera.
Muchos lectores de “El Sudcaliforniano” habrán leído en su edición del día 8 del presente mes, la presentación de un proyecto tendiente a erigir dos monumentos en honor de los fundadores de las Californias: los soldados de cuera. El proyecto fue presentado por el señor Ignacio Félix Cota en las instalaciones del Archivo Histórico Pablo L. Martínez. Los monumentos se construirán en la población de Loreto y la ciudad de Ensenada.

Cuando en el año de 1697, el padre jesuita Juan María de Salvatierra fundó la misión de Nuestra Señora de Loreto, lo hizo sin acompañamiento militar, salvo Luis Tortolero y Torres, soldado español. Pero ya en el año de 1702 eran 18 soldados con sus cabos los radicados en la misión. En 1730 aumentó a 29 soldados que guarnecían las misiones establecidas. En 1767 la llamada Compañía de California estaba integrada por 60 soldados, un capitán y un teniente.

De seguro esos militares comenzaron a usar protectores para defenderse de los arbustos espinosos durante sus recorridos a través de la península. Pero no se les conoció como soldados de cuera. Sin embargo, se les puede considerar como parte de los fundadores de California, sobre todo los que llegaron en 1702.

Los soldados de cuera llamados también dragones tienen una historia muy interesante. En 1767 llegó a Loreto el capitán Gaspar de Portolá designado gobernador por el virrey Croix. Se hizo acompañar por 50 elementos del Regimiento de Dragones de España y después de cuarenta días de navegación arribaron a San José del Cabo. De ese lugar se dirigieron por tierra a la misión de Loreto, travesía que destruyó los uniformes de los soldados debido a los matorrales espinosos que encontraron en su camino. Dice un historiador que “llegaron a su destino exhaustos y harapientos”.

Portolá llevaba la orden de expulsión de los misioneros jesuitas, disposición que cumplió al pie de la letra. Después, en el año de 1768, acatando una orden del virrey, junto con el visitador José de Gálvez, organizaron las expediciones al norte de la península a fin de ocupar los puertos de San Diego y Monterey y establecer presidios y misiones en esa región.

Fueron tres expediciones las que se organizaron. Por la vía marítima con los barcos San Antonio y el San Carlos. Por la ruta terrestre fueron dos desde Loreto hasta San Diego. En el mes de septiembre de 1768 salió de Loreto el capitán Fernando de Rivera y Moncada, con el propósito de recoger provisiones y bestias de las misiones y reconocer el camino a la alta California. Lo acompañaban 27 soldados de cuera, tres arrieros y 42 indios cristianos. Llegó a San Diego en marzo del año siguiente.

En ese mismo mes de marzo salió la segunda expedición al mando del gobernador Portolá, a quien acompañó fray Junípero Serra. Con ellos iban diez soldados de cuera y 44 indios peninsulares. Esta expedición llegó a San Diego a principios del mes de julio. El día 16, con la presencia de Portolá, Serra y Rivera y Moncada fundaron la misión de San Diego de Alcalá.

El historiador Carlos López Urrutia dice que los soldados de cuera contribuyeron decisivamente en la conversión y colonización del territorio de la Alta California. Defendieron a la región de invasiones extranjeras, contribuyeron en la fundación de las misiones franciscanas y la creación de pueblos convertidos hoy en grandes ciudades como San Diego, Monterey, Santa Bárbara y San Francisco.

Por eso, el reconocimiento debe ser por parte del estado de California del país vecino, porque ellos, los soldados de cuera, fueron elementos pasajeros en la Baja California.

Noviembre 10 de 2015

lunes, 16 de noviembre de 2015

El escudo de nuestro estado

Escudo de Armas de Baja California Sur. 1923
En la presentación del libro “California del Sur para principiantes” de Eligio Moisés Coronado, uno de los asistentes opinó que el escudo actual de nuestra entidad no era de origen colonial como lo sustentan algunos historiadores, sino que era más reciente. La información quizá la tomó de mi libro “Casos y cosas del municipio de La Paz” escrito en el 2002.

En efecto, ahí escribí, después de una minuciosa investigación en la que por cierto me ayudó el experto en heráldica, don Rolando Arjona, que nuestro escudo apareció por primera vez en el año de 1923 cuando Diego Rivera y sus ayudantes engalanaron una de las paredes interiores del edificio de la Secretaría de Educación Pública, con las pinturas de todos los estados de la república,

En 1938, el general Rafael M. Pedrajo, gobernador de nuestra entidad, envió un oficio al director del Museo Nacional solicitándole confirmar la autenticidad del escudo y adjuntaba su dibujo. Era parecido al que tenemos en el presente. Probablemente le preguntó si era de origen colonial, pues la contestación fue la siguiente:

“Debo advertir que el tal escudo es uno de los tantos engendros que la ignorancia de los decoradores de la Secretaría de Educación Pública realizó. La Baja California, ni como parte de las Provincias Internas en la época de la dominación española, ni como Territorio en la época independiente pudo usar Escudo de Armas ninguno, supuesto que tales blasones fueron concedidos exclusivamente a Villas y Ciudades y nunca a entidades políticas...”.

Y si no es de la época colonial, las características del escudo actual tampoco tienen razón de ser, ya que corresponden a la heráldica española. Nada hay en el escudo que represente a Baja California Sur, con excepción de unos peces. Veamos: “Campo partido, el lado diestro oro y el siniestro de gules. Brochante sobre la participación, una venera de plata. Bordura de azur, con cuatro peces de plata: uno en jefe, otro en punta y uno en cada costado, contranadando”.

Cuando estaba iniciando la investigación me llamó la atención la venera porque es una concha que no existe en los mares de la península. La venera forma parte de un molusco que en Nueva Galicia, España, se le conoce con el nombre de Vieira. Por curiosidad y aprovechando un viaje que hizo a España la estimada amiga Eugenia Garibay, le pedí que me trajera una concha de ese molusco. “Allá, es muy común, —me dijo— pero tiene mucho de religiosidad”.

En ese año del 2002 en que escribí mi libro, le envié un oficio al entonces gobernador de nuestro estado, Leonel Cota Montaño, sugiriéndole la conveniencia de adoptar un nuevo escudo más acorde a nuestra realidad, tal como lo hicieron en su momento Baja California y Quintana Roo. Por alguna razón no obtuve respuesta.

Y en eso de los escudos existe mucha confusión. El señor Arjona me contaba que él diseñó el nuevo escudo del estado de Sinaloa, dado que el anterior fue otra de las equivocaciones de Diego Rivera. Corre la versión que éste tenía problemas para pintarlo y que, en una ocasión, cuando comían en un restaurante, pidieron unas cervezas Pacífico y al ver la etiqueta dieron con el contenido del escudo en cuestión: un ancla. Y ese símbolo permaneció desde 1923 hasta el año de 1958 en que don Rolando lo sustituyó.

Así es que, por causa de la presentación del libro de Eligio Moisés Coronado, existen dos casos por resolver: el cambio de nombre de nuestro estado y el nuevo diseño del escudo de armas. ¿Será posible?

Noviembre 16 de 2015

viernes, 13 de noviembre de 2015

Estado de California, México

El miércoles pasado se presentó el libro “California del Sur para principiantes” del reconocido escritor Eligio Moisés Coronado. Al final y con las opiniones de los asistentes, uno de ellos preguntó el porqué del título del libro, cuando lo correcto hubiera sido Baja California Sur para principiantes. Ello dio motivo para que el autor diera una explicación de cómo se originó ese nombre para el estado.

En 1769 cuando los franciscanos comenzaron a fundar nuevas misiones en la región que hoy forma parte de los Estados Unidos, se le comenzó a llamar la Alta California para diferenciarla de la Baja California que comprendía de la frontera hacia el sur, es decir la correspondiente a la península. Con el tiempo se hizo común esa distinción, pero fue en el año de 1776 cuando el gobierno de la Nueva España oficializó los nombres de la Baja o Antigua California y la Alta o Nueva California.

Después, en las constituciones de 1824. 1857 y 1917 el territorio peninsular se le siguió llamando Baja California, aunque ahora dividida en los Distritos Norte y Sur. Después, se les dividió en Territorios Norte y Sur.

Así las cosas, cuando el Territorio Norte se convirtió en Estado en 1952, adoptó el nombre de Baja California. Y nuestra entidad cuando también se convirtió en estado en 1974, no le quedó otra que llamarse Baja California Sur. Y muchas personas opinan que fue en ese acto de la conversión cuando se perdió la oportunidad de ponerle un nuevo nombre a nuestra reciente denominación política.

Pero esto no es lo peor. Ahora, con eso de la influencia del turismo, se le ha comenzado a llamar Baja Sur, quitándole California que por tradición histórica nos pertenece. Y es que el nombre de nuestro estado es demasiado largo, pero vivillos como son algunos prefieren llamarla la Baja es vez de California.

Cuánta razón tenía Paco Arámburo cuando vaticinó en el mes de diciembre de 1975 que “con el nombre que tenemos actualmente nadie nos va a reconocer. Nos llamarán BAJA a secas ya lo verán y los americanos con más ganas lo harán. ¿Qué les parece? Ellos, no conformes con habernos quitado la tierra y el nombre, ahora nos quieren quitar también el apellido, haciéndonos quedar en calidad de hijos naturales…”.

En la presentación del libro en cuestión, otra persona que estuvo presente sugirió la conveniencia de cambiarle el nombre a nuestro estado para llamarle California a secas. Así no habría posibilidad de modificarlo o agregarle vocablos que no tienen razón de ser. Y en la división política de nuestro país quedaría como Estado de California, México.

Bueno, soñar no cuesta nada. Aunque hay que tener mucho cuidado para que no se vuelva costumbre el uso del término Baja. En lo personal, en varias crónicas y artículos de opinión me he referido a este problema que cada vez se va extendiendo en los círculos empresariales, deportivos y turísticos. Y he solicitado la aplicación del decreto del gobierno del estado en el que se prohíbe el uso del término Baja para referirse a nuestro estado. Pero por razones que desconozco nadie hace caso de ello.

Por otro lado, que bueno que temas como este se expongan y discutan en público. Y más cuando, como en el caso de los asistentes a la presentación, demuestran su interés por la conservación de la identidad de los californianos —los de México.

Hubo otro tema que llamó la atención y es el que se refiere al actual escudo de armas que identifica a nuestro estado. Por la importancia que reviste lo trataremos en una crónica posterior.


Noviembre 13 de 2015. 

martes, 10 de noviembre de 2015

California y los soldados de cuera

Muchos lectores de “El Sudcaliforniano” habrán leído en su edición del día 8 del presente mes, la presentación de un proyecto tendiente a erigir dos monumentos en honor de los fundadores de las Californias: los soldados de cuera. El proyecto fue presentado por el señor Ignacio Félix Cota en las instalaciones del Archivo Histórico Pablo L. Martínez. Los monumentos se construirán en la población de Loreto y la ciudad de Ensenada.

Cuando en el año de 1697, el padre jesuita Juan María de Salvatierra fundó la misión de Nuestra Señora de Loreto, lo hizo sin acompañamiento militar, salvo Luis Tortolero y Torres, soldado español. Pero ya en el año de 1702  eran 18 soldados con sus cabos los radicados en la misión. En 1730 aumentó a 29 soldados que guarnecían las misiones establecidas. En 1767 la llamada Compañía de California estaba integrada por 60 soldados, un capitán y un teniente.

De seguro esos militares comenzaron a usar protectores para defenderse de los arbustos espinosos durante sus recorridos a través de la península. Pero no se les conoció como soldados de cuera. Sin embargo, se les puede considerar como parte de los fundadores de California, sobre todo los que llegaron en 1702.

Los soldados de cuera llamados también dragones tienen una historia muy interesante. En 1767 llegó a Loreto el capitán Gaspar de Portolá designado gobernador por el virrey Croix. Se hizo acompañar por 50 elementos del Regimiento de Dragones de España y después de cuarenta días de navegación arribaron a San José del Cabo. De ese lugar se dirigieron por tierra a la misión de  Loreto, travesía que destruyó los uniformes de los soldados debido a los matorrales espinosos que encontraron en su camino. Dice un historiador que “llegaron a su destino exhaustos y harapientos”

Portolá llevaba la orden de expulsión de los misioneros jesuitas, disposición que cumplió al pie de la letra. Después, en el año de 1768, acatando una orden del virrey, junto con el visitador José de Gálvez, organizaron las expediciones al norte de la península a fin de ocupar los puertos de San Diego y Monterey y establecer presidios y misiones en esa región.

Fueron tres expediciones las que se organizaron. Por la vía marítima con los barcos San Antonio y el San Carlos. Por la ruta terrestre fueron dos desde Loreto hasta San Diego. En el mes de septiembre de 1768 salió de Loreto el capitán Fernando de Rivera y Moncada, con el propósito de recoger provisiones y bestias de las misiones y reconocer el camino a la alta California. Lo acompañaban 27 soldados de cuera, tres arrieros y 42 indios cristianos. Llegó a San Diego en marzo del año siguiente.

En ese mismo mes de marzo salió la segunda expedición al mando del gobernador Portolá, a quien acompañó fray Junípero Serra. Con ellos iban diez soldados de cuera y 44 indios peninsulares. Esta expedición llegó a San Diego a principios del mes de julio. El día 16, con la presencia de Portolá, Serra y Rivera y Moncada fundaron la misión de San Diego de Alcalá.

El historiador Carlos López Urrutia dice que los soldados de cuera contribuyeron decisivamente en la conversión y colonización del territorio de la Alta California. Defendieron a la región de invasiones extranjeras, contribuyeron en la fundación de las misiones franciscanas y la creación  de pueblos convertidos hoy en grandes ciudades como San Diego, Monterey, Santa Bárbara y San Francisco.

Por eso, el reconocimiento debe ser por parte del estado de California del país vecino, porque ellos, los soldados de cuera,  fueron elementos pasajeros en la Baja California.

Noviembre 10 de 2015

domingo, 1 de noviembre de 2015

Los altares y la preparatoria Juan Pablo II

Diosa de la muerte entre los aztecas.
Una de mis nietas, Samantha Berenice, estudia en una preparatoria particular, la Juan Pablo II. Ese fue el motivo por lo que el día 30 del pasado mes de octubre asistí a la exposición de altares de muerto que los alumnos levantaron y exhibieron en los corredores de esa institución.
               
Independientemente del concurso para premiar a los mejores altares, llamó la atención de que en varios de ellos las ofrendas fueron para distinguidos sudcalifornianos—mujeres y hombres—que hicieron de su vida un ejemplo para las presentes y futuras generaciones.

Ahí estaban el poeta Néstor Agúndez Martínez, el maestro Jesús Castro Agúndez, el general Agustín Olachea Avilés, doña Dionisia Villarino, el periodista Francisco King Rondero, el doctor Cirilo Mondragón, el exgobernador Ángel César Mendoza Arámburo y otros más.

Desde luego, en cada altar hubo un estudiante que explicó el simbolismo de ellos y expuso parte de la vida y la obra de esos personajes. Cabe pensar que en sus clases de historia tendrían una visión más amplia de los motivos por los cuales se les considera ejemplos a seguir.

En lo particular me dio mucho gusto que los jóvenes se interesen por los hechos del pasado y de cómo, esas personas contribuyeron al cambio de las condiciones políticas, sociales y culturales de Baja California Sur. Cada quien en su ámbito de responsabilidades y de acuerdo a sus circunstancias, pusieron su granito de arena por esta tierra.

Cuando estaba admirando el altar de Néstor Agúndez, un estudiante me preguntó si lo había conocido. – Además de conocerlo—le contesté—fue un estimado amigo a quien siempre le he reconocido sus grandes méritos como maestro y como poeta. Autor de más de tres mil sonetos la mayoría dedicados a esta tierra, fue un hombre que dedicó toda su vida a la educación y la cultura sudcaliforniana.

Algo semejante puedo decir de los demás. El general Olachea promotor de la agricultura en los valles de Los Planes y Santo Domingo; Dionisia Villarino y su valerosa participación en la revolución mexicana; Francisco King defensor de los derechos cívicos de nuestro pueblo; Cirilo Mondragón por enaltecer la profesión médica y Ángel César Mendoza Arámburo, un profesional de la política que supo comprender las necesidades de los sudcalifornianos, sobre todo en el aspecto educativo.

No supe si en otras escuelas del nivel medio superior o de educación básica exhibieron altares de muerto. Como parte de la permanencia de las tradiciones mexicanas siempre es recomendable revivirlas cada año. Y aunque estas llevan en el fondo un mucho de religiosidad, forman parte de las costumbres mexicanas las cuales, de una u otra forma, deben permanecer inalterables como sustento de la identidad nacional.

Además, profundizar en los orígenes de los altares conlleva la adquisición de conocimientos de la historia antigua de México, de la cultura azteca y sus simbolismos. Aunque, claro, tienen también influencia de las creencias religiosas europeas que llegaron a América a través de los conquistadores y misioneros españoles.

La tradición que si es auténticamente mexicana es el Día de Muertos. Una tradición que se conserva hasta la actualidad cada 2 de noviembre. Por eso, en esa fecha los panteones son visitados por muchas personas que han perdido uno ó más seres queridos. Y las flores depositadas en sus tumbas conllevan dolor, pero también un lazo de amor imperecedero.

Noviembre 01 de 2105.