Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

miércoles, 30 de marzo de 2016

Un compadre atrabancado

Cuando se abrió el Valle de Santo Domingo a la agricultura, oleadas de campesinos con sus familias llegaron a esa región dispuestas a lograr fructificar la tierra. Los grupos que fueron llegando formaron colonias con el nombre de sus lugares de origen o de otro que los distinguiera. Así nacieron las colonias Jalisco, Nueva California, Las Delicias, Teotlán, La Laguna y otras más.

El gobierno repartió miles de hectáreas que los colonos tuvieron que desmontar y les perforó los pozos para la extracción del agua. Hizo algo más: mientras no pudieron hacer los primeros cultivos, les mandó provisiones de boca y en vez de arados jalados por animales, los dotó de tractores de gasolina y uno que otro de oruga que funcionaban con diesel.

Desde  luego, con los tractores se les facilitó la nivelación y barbecho de los terrenos, de tal suerte que en pocos meses pudieron sembrar y cosechar trigo y algodón, preferentemente. Aunque la lejanía con la ciudad de La Paz siempre constituyó un gran inconveniente para obtener los insumos que necesitaban, sobre todo los combustibles, las refacciones y los productos alimenticios. Y también mecánicos que pudieran reparar los tractores, sobre todo los de oruga.

Fue por esto último que un día de tantos llegaron al Valle dos personas expertas en esa clase de tractores, uno que tenía nombre extranjero, Meeling, y el otro que tiempo después fue mi compadre de apellido Romo. Los conocí porque llegaron a vivir en la colonia donde yo laboraba como maestro.

Hacían sus recorridos a las diferentes colonias montados en un jeep que el gobierno les había prestado para ese fin. A veces, los fines de semana me invitaban a visitar las comunidades cercanas. Fueron dos buenos amigos durante el tiempo que estuve en ese lugar. Más con Romo por su particular forma de ser.

Fornido, de estatura más que mediana, con ojos un tanto achinados y de franco carácter, luego luego se hizo amigo de los campesinos que veían en él un elemento valioso que se sumó a los esfuerzos de hacer productiva la tierra. Durante mi estancia en esa colonia mantuve mi amistad con él, y cuando me trasladé a otro lugar de trabajo lo volví a frecuentar y fue allí donde nos hicimos compadres.

Pero Romo no era un cándido palomo. Su carácter atrabancado y belicoso afloraba con cualquier motivo. En varias ocasiones se lió a golpes con otros por cuestiones baladíes. Era un fósforo que se prendía con cualquier tallón. Una noche se organizó un baile en una de las colonias y allá fuimos de alboroteros. Al calor de las cervezas mi compadre se hizo de palabras con otro atrabancado igual que él y se retaron.

--Tienes fama de cabrón—le dijo el otro—pero aquí te va a llevar la tiznada—Y le mostró un cuchillo que llevaba en su mano. De improviso sin decirle agua va, Romo se le fue encima y de un puñetazo lo derribó, a la vez que le decía:- “Y sigo siendo cabrón”. Recogió el cuchillo y me lo dio como recuerdo.

En esa región, rumbo a la costa, existe un estero adonde íbamos a pescar los fines de semana. Un día dio la casualidad que encontramos varias ballenas paseándose tranquilamente y ello motivó que Romo dijera de pronto:--“Oigan, voy a fisgar una para que nos dé una buena paseada” ¿Qué dicen?

Y sin esperar nuestra respuesta, agarró la fisga, se paró en la proa de la embarcación y dijo: “denle duro con los remos para alcanzarlas” Vano intento. Los animales se alejaron y Romo se quedó con las ganas. O cuando se metió a pitcher en una novena del poblado y rápido lo enviaron a fildear, pues eran más los que golpeaba que los straiks.

Así era mi compadre. Hasta eso que tenía suerte con las mujeres. Anduvo quedando bien con una hermosa hija del jefe de una colonia, pero las cosas no llegaron a mayores por la oposición férrea de la madre. Al último, no sé si por despecho o por que la quiso, se casó en ese lugar con una muchacha de buena familia.
Cuando me fui a trabajar a La Paz, me platicaron que se había ido a radicar a un pueblo al sur de Ensenada. Pasados varios años me enteré de que había muerto. En mi archivo de fotografías guardo una donde está junto a su ahijado Guillermo. Es lo último que tengo como recuerdo de un amigo de esos tiempos.

¡Ah! Y también una cicatriz en mi nariz producto de un accidente en el jeep, ocasionado cuando se le ocurrió visitar la colonia de su antiguo romance. Mal le fue, porque el vehículo quedó inservible y tuvo que dedicarle mucho tiempo para ponerlo en condiciones de uso.

Así era Romo. Y cuando alguien me pregunta el porqué de mi cicatriz, les contesto:--“Es la presencia de mi compadre Juan, el atrabancado.

Marzo 18 de 2016.

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