Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

miércoles, 30 de marzo de 2016

Un paraje perdido y San Evaristo

Los últimos tres días de la Semana Santa una parte de mi familia “acampó” en una de las playas al sur de La Paz, por el rumbo de San Juan de la Costa. Uno de esos días, el viernes para ser exactos, me propuse visitarlos y para eso me guie por las indicaciones de mi hija Virginia, quien me explicó: --“Unos diez kilómetros después de San Juan de la Costa, entras por un arroyo y después de recorrer unos trescientos metros llegas a la playa”.

El camino a ese pueblo donde se localiza la mina de fosforita, lo había recorrido varias veces y en uno de esos viajes llegué hasta la comunidad pesquera de San Evaristo. Fue en el año de 2002 cuando, por invitación del general Mauricio Ávila Medina, en ese entonces comandante de la Tercera Zona  Militar, hicimos transitamos ese largo camino para llegar, después de tres horas, a ese poblado.

Más que camino era una brecha y con pasos difíciles en las sierras de Los Frailes y El Mechudo, lo que obligaba a los vehículos militares a ir a vuelta de rueda. Y eso que en la administración municipal del licenciado Enrique Ortega Romero la ampliaron con el fin de facilitar los viajes de los camiones cargados de productos pesqueros hasta La Paz.

Por eso, cuando el actual presidente municipal inauguró una planta de hielo en esa comunidad, pensé que de nueva cuenta el camino fue mejorado y que él lo recorrió para dar fe de las condiciones en que quedó. Por aquello de tener ganas de visitarla. Aunque ahora, con eso de las lanchas rápidas, se llega a San Evaristo en menos que canta un gallo.

Bueno, ese día viernes salimos para el paraje adonde llegaron mis familiares. Pasamos por El Cajete, San Juan de la Costa y mucho más allá, pero nunca dimos con la familia. Al pasar por un arroyo vimos a los lejos varios campamentos y hacia ellos nos dirigimos con la mala suerte de que el vehículo se atascó en la arena húmeda. Después de varios intentos logramos salir y volver al camino.

--“Nos vamos a regresar— le dije a mi hijo Juan que era el chofer designado— no vamos a encontrarlos”. De vuelta a La Paz pasamos por el lugar donde tenía su rancho Fernando Jordán, pero ahora solo quedan las ruinas de la casa, una pila construida de piedra y varias palmeras datileras que  lloran al ausente. —“El huracán Odile arrasó con todo”— me dijo un pescador.

En años pasados siempre habíamos hecho paraje en la playa de El Cajete. Por su extensión es un lugar preferido de muchas familias paceñas. En una explanada que se encuentra frente a la playa se instalan brigadas de auxilio y venta de refrescos. Y cada vez son más las tiendas de campaña que se instalan en ese lugar, con la consiguiente algarabía de niños y adultos.

Por eso, muchos campistas prefirieron buscar otras playas más allá de El Cajete. A todo lo largo del tramo que va de este lugar a San Juan de la Costa, las pequeñas playas estaban ocupadas con abigarradas tiendas de campaña, y los vehículos y una que otra embarcación. Pero los que no encontraron lugar, pernoctaron muchos kilómetros después de San Juan de la Costa, tal como lo hicieron mis familiares.

--¿Por qué se fueron tan lejos?— le pregunté a mi hija Viki. --¡Ay, papá —me respondió— es que en Pichilingue, Balandra, El Tecolote, Punta Arena, La Ventana y hasta El Saltito cerca del hotel Las Cruces, todos esos lugares no cabe un alfiler. Fíjate que cada año son más las familias que salen de la ciudad hacia las playas. Por eso la lejanía”.

Y mientras unas salen, otras llegan. Son los turistas nacionales y extranjeros que llegan a nuestra entidad para disfrutar de sus playas, como El Coromuel, Pichilingue o Balandra. Que mejor que las disfrutemos ahora, no vaya ser que con eso de la industria turística, las playas pasen a ser propiedad privada tal como ha sucedido en el sur del estado.

Por lo pronto me quedé con las ganas de pasar unos días descansando en la playa. Me resigné pues habrá oportunidad de hacerlo, pero ahora cerca de nuestra ciudad teniendo para mi todo el espacio y la belleza de nuestro mar.

Marzo 30 de 2016

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