Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

martes, 5 de abril de 2016

Dos años ya

El 25 de marzo de 2014 murió un gran hombre y un mejor político. A base de tenacidad y esfuerzo logró lo que fue la ambición de toda su vida: ser gobernador del nuevo estado de Baja California Sur. De eso hacen ya cuarenta años y durante todo ese tiempo logró ganarse el reconocimiento y el cariño de su pueblo, al que sirvió como saben hacerlo los buenos sudcalifornianos.

La tarea no fue fácil. Como algo que comienza, tuvo que echar mano de toda su experiencia, para organizar y administrar un gobierno dentro del marco de una constitución local y con funcionarios capaces y conscientes de sus nuevas responsabilidades. Así, en los primeros días de su mandato, tomó la protesta del profesor Marcelo Rubio Ruiz, como secretario general; del profesor Armando Trasviña Taylor, como oficial mayor: del licenciado Guillermo Mercado Romero, como tesorero general; del ingeniero Alfonso González Ojeda, como secretario de Desarrollo y como secretario particular al licenciado Héctor Castro Castro.

En el recién creado Tribunal Superior de Justicia del Estado fueron comisionados los licenciados Matías Amador Moyrón, Rubén Aréchiga Espinoza, José Hernández Gómez y Jesús Sáenz Juárez. Y en la Procuraduría de Justicia del Estado se designó al licenciado Enrique Ortega Romero.

Con ellos y con otros más que conformaron su gabinete inició un gobierno de puertas abiertas, tal como le había prometido al presidente Luis Echeverría durante su discurso de toma de posesión. Y así fue durante los seis años de su gobierno. Sencillo en su trato, con la amabilidad que siempre lo caracterizó, recorrió todos los rincones de la media península encarando los problemas de las comunidades, para buscar sus posibles soluciones.

Los ayuntamientos de Mulegé, Comondú y La Paz coadyuvaron en estas acciones de bienestar comunal. Sergio Aguilar Rodríguez y Mario Vargas Aguiar de Mulegé, Daniel Moska Masaki y Eligio Soto López de Comondú y Jorge Santa Ana González y Francisco Cardoza Macías de La Paz, supieron de la forma dinámica de trabajar del gobernador y lo respaldaron ampliamente.

No fue una tarea fácil la de Ángel César Mendoza Arámburo. Pero la llevó a cabo contando con el apoyo y comprensión de su pueblo y claro, con la ayuda valiosa del gobierno federal. Como fue la creación de la universidad y la escuela normal superior. O la reconstrucción del antiguo palacio de gobierno, destruido en una administración anterior.

Cuando terminó su mandato en el mes de abril de 1981 el PRI lo invitó para que ocupara una dirección en el Comité Ejecutivo Nacional y posteriormente fungió como subsecretario de Inspección Fiscal en Hacienda. Después regresó a La Paz y aquí permaneció el resto de su vida. Cuando murió tenía 80 años de edad.

Es curioso cómo pasa la vida alejada de los oropeles. La parafernalia propia del mundo político crea un ambiente engañoso en torno a la valía de las personas. El poder político y muchas veces el económico se rodean de un aura de autenticidad que desaparece cuando se termina ese poder. Y son muchos los que disfrutan de esa falsa imagen en su vida privada.

Ese no fue el caso de Ángel César. Los que lo conocimos y conservamos su amistad de muchos años atrás, supimos de su don de gentes, de su alegría de vivir, de su respeto a las opiniones que no coincidían con las suyas. Cuatro amigos tuvimos la oportunidad de desayunar cada mes con él. Unos días antes del siguiente, nos habló para decirnos que el desayuno se posponía hasta que recuperara su salud. Pero ya no fue posible porque la enfermedad acabó con su vida.

En una crónica con motivo de su deceso escribí que la calidad humana que lo distinguió es la mejor herencia para su familia y también para los que, de una u otra forma, sintieron la influencia de su amistad.

04 de abril de 2016

No hay comentarios.:

Publicar un comentario