Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

viernes, 30 de septiembre de 2016

LA CASA DEL ESTUDIANTE EN MÉXICO

Hace unos días un amigo me preguntó si sabía desde cuando se estableció la Casa del Estudiante en la Ciudad de México. Le contesté que el profesor Jesús Castro Agúndez escribió un folleto en el año de 1970 en el que explica el origen de la primera casa que albergó a los estudiantes originarios de nuestra entidad. 

El 18 de noviembre de 1920 un grupo de jóvenes salieron de la ciudad de La Paz rumbo a la capital de la república a fin de realizar sus estudios en las diversas instituciones educativas de la ciudad de México. Fue un compromiso del gobernador Agustín Arriola Martínez cuando hacía su campaña electoral.
Los integrantes de ese grupo fueron once —ver mi libro “Tres hombres ilustres de Sudcalifornia” (2008) donde hablo de la vida y la obra de Arriola— procedentes de La Paz, El Triunfo y San José del Cabo. Al llegar a la capital encontraron alojamiento en el pueblo de Mixcoac en la casa con el número 47 de la calle Zaragoza. Con ellos vivió el profesor Arturo Oropeza quien iba al frente del grupo, su esposa Jovita Meza y su hija América.

A principios de 1922, ocuparon la segunda casa localizada en la calle Violeta No. 73, de la colonia Guerrero. Era más amplia pues ya habían llegado otro grupo de jóvenes y con ellos el profesor Domingo Carballo Félix que sustituyó a Oropeza en la dirección de la casa. Por cierto, la renta de la casa era de 250 pesos mensuales y la beca para los estudiantes era de 75 pesos.

Cuando en 1924 el gobierno del territorio pasó por una difícil situación económica, se vio obligado a buscar una casa más barata y fue por eso que se cambiaron a la calle Héroes de la misma colonia Guerrero. Y como los problemas financieros continuaron ocuparon otra casa en la calle Valenzuela y posteriormente en la calle Regina.
Naturalmente estos cambios originaron molestias entre los estudiantes, quienes culpaban a los administradores de la casa de esa situación. Total, el caso se agravó de tal forma que el gobernador Agustín Olachea Aviles la clausuró en 1946 y a partir de ese año se otorgaron becas a los alumnos que desearan estudiar en la capital.
Pero como la casa del estudiante era una necesidad, algunos de ellos rentaron un local primero, en Ajusco 7 de la colonia Roma, después en la calle Sur 74 de la colonia Viaducto Piedad y por último en la calzada Santa Anita, de la misma colonia.

Así pasó el tiempo. En 1965, el gobernador Hugo Cervantes del Río apoyó la apertura de una nueva casa que se localizó en la calle Yácatas No. 169, de la colonia Narvarte. Al mismo tiempo se proyectó la compra de una casa que tendría un costo de 800 mil pesos, capaz de albergar a 70 estudiantes.

Tengo entendido, a reserva de confirmarlo, que el ingeniero Félix Agramont Cota, gobernador en los años de 1970 a 1975, adquirió una casa en la calle Cádiz 49, de la colonia Álamos. Allí estuvieron muchos jóvenes sudcalifornianos los que, convertidos en profesionistas, han contribuido a elevar los niveles de vida de esta entidad.

Por lo demás, la existencia de la Casa del Estudiante Sudcaliforniano en la ciudad de México forma parte ya del imaginario colectivo de nuestro pueblo como lo son los albergues escolares establecidos hace más de sesenta años en nuestro estado. En su momento, no sé si en la actualidad, vinieron a resolver un problema relacionado con la educación de niños y jóvenes.

Tengo entendido que la casa del estudiante se sostiene económicamente a través de un Patronato y que éste como tal, procura los recursos para las becas de los jóvenes y su estancia en la Ciudad de México. Es por eso de la rifa anual que lleva a cabo y a la cual todos debemos participar, ya que de ello depende la existencia de ese albergue fundado en el año de 1920.

Septiembre 25 de 2016.

Si desea tener el libro "Tres hombres ilustres de Sudcalifornia", del profesor Leonardop Reyes Salva, puede acceder a él y a otros títulos a través del siguiente enlace:
https://drive.google.com/folderview?id=0BxYWdR7T4Rp0flA1cDQ2b2FZR1puWjVON3pKTWhzajFPeHFkeDhWU3RtNEI5aEtzU2ViYzQ&usp=sharing

miércoles, 14 de septiembre de 2016

El mundo de los gigantes

El libro se llama CODEX y su autor es el arquitecto Santiago Martínez Concha, de nacionalidad colombiana. En él hace referencia a los Nefilim, una raza de gigantes que dejaron sus huellas en todos los continentes y que eran seres poderosos los cuales, gracias a su naturaleza y origen divino, realizaron hazañas no comprendidas aún por los humanos de esta época.

El escritor relaciona a los gigantes con el descubrimiento de la Atlántida, el mundo antediluviano y su relación con el planeta Marte. Con citas históricas relacionadas con la Biblia y apoyado en fuentes científicas, recrea la existencia de los atlantes y de su desaparición como castigo divino. En un libro anterior titulado La Conexión Atlante hace referencia a este continente y las causas que motivaron su desaparición.

Respecto a los gigantes fundamenta su existencia en el Génesis 6 de la Biblia donde se lee que “había gigantes en la tierra en esos días y también después que entraron los hijos de Dios a las hijas de los hombres…”. Pero esos seres nacidos de las fuentes divinas y mortales realizaron malas acciones que obligaron al creador a desaparecerlos mediante el diluvio universal.

Y las huellas de esos gigantes —dice el autor— se encuentran dispersos en todos los continentes, incluyendo el americano. En su investigación relata que dos científicos encontraron en la región de Santa Elena, en el Ecuador, restos fosilizados de un hombre que vivió hace más de cien millones de años. Tan sólo un enorme fémur daba la idea de que vivieron gigantes en esa región los cuales, según la tradición, habían llegado de Asia por mar en embarcaciones de gran tamaño.

El libro de Martínez Concha me hizo recordar el viaje alrededor del mundo de Fernando de Magallanes en el año de 1519. Al sur del continente americano a la altura del río de La Plata, cuando arribaron a una bahía, encontraron a un nativo tan alto que un hombre común le llegaba a la cintura. Lo embarcaron para llevarlo a España, pero se les murió en el camino.

Por otro lado, en Baja California Sur existe un sitio de pinturas rupestres en la sierra de San Borjitas, cerca del pueblo de Mulegé, donde algunas de ellas están a una altura de cinco metros, lo que motivó que el padre jesuita Joseph Rothea cuando las descubrió dijera “a la verdad las que vi me convencen; porque tantas en tanta altura, sin andamios ni otros instrumentos aptos para el efecto, solo hombres gigantes las pueden haber pintado”.

Y según los antiguos habitantes de la península —los cochimíes principalmente— afirmaban que “los gigantes eran tan grandes, que cuando pintaban el cielo raso de la cueva, estaban tendidos de espaldas en el suelo de ella, y que aun así alcanzaban a pintar lo más alto” Rothea es el mismo misionero que escuchó de labios de un indio como de treinta años de edad, que cuando era niño, junto con otro, encontraron en el monte un esqueleto de hombre muy grande. Cuando el padre visitó el lugar sólo encontró fragmentos del cráneo y costillas, pero recuperó “una canilla del cuadril”, por lo que midiendo el lugar donde se encontraba el esqueleto, calculó que debía tener de tres a cuatro metros de largo. 

Ahora, con estos dos libros de Santiago Martínez se ponen en tela de juicio muchas de las teorías sobre el origen del hombre y también muchas verdades ocultas que la ciencia no logra comprender. Hace algún tiempo un amigo me mostró una fotografía propiedad de la NASA en la que aparece un astronauta al lado de un esqueleto humano de no menos de diez metros de estatura. Ignoramos el lugar donde fue tomada, pero afirma la creencia de que, en efecto, hace millones de años existieron gigantes en la Tierra que hacían compañía a los dinosaurios. 

Vale la pena leer los dos libros de Martínez Concha porque, como él dice, a lo mejor tiene razón la Biblia cuando habla de ellos.

Septiembre 14 de 2016.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Rafael López Green, el cronista

A Rafael lo conocí cuando era cronista del municipio de Los Cabos, allá por el año de 2002 cuando era presidente del ayuntamiento el contador Ulises Omar Ceseña Montaño. Desde entonces mantuvimos una cercana amistad por el hecho de que yo también tenía el mismo cargo, pero del municipio de La Paz.

Fue en esa época cuando hicimos el intento de organizar la asociación de cronistas del estado de Baja California Sur por lo que hicimos reuniones en Loreto, La Paz y Los Cabos, siempre contando con el apoyo de las autoridades municipales. A esas reuniones de consulta y planeación de actividades asistimos el licenciado José Andrés Cota Sandoval, de Mulegé; el doctor, Estanislao Collins Cota, de Loreto; Alejandro Atamoros Domínguez, de Comondú, Sergio Morales Polo, cronista del Estado; Rafael López Green, de Los Cabos y el que escribe, por La Paz.

Por angas o por mangas lo cierto es que la asociación nunca pudo tener carácter legal, aunque ya se contaba con un  proyecto de estatutos aprobado por los cronistas en ejercicio. En el mismo se establecía que se formarían los Consejos de la Crónica en cada uno de los municipios y que se harían las gestiones para que la crónica, como parte importante de los ayuntamientos, fuera una más de las dependencias en el organigrama oficial, para lo cual era menester que los cabildos emitieran los acuerdos correspondientes.

Rafael fue uno de los más entusiasmados y fue por eso que en dos ocasiones estuvimos en San José del Cabo, donde recibimos las atenciones de las autoridades que nos proporcionaron alimentación y hospedaje por dos días. En esas reuniones, Rafael nos hablaba de las crónicas que semanalmente escribía y se publicaban en un periódico de la localidad.

Esas crónicas se referían a la vida y la obra de personajes cabeños como Fernando I. Cota Sández que fue diputado constituyente; de la maestra Concepción Olachea Montejano; del comerciante Valerio González Canseco; del héroe Mauricio Castro Cota…

Escribía también sobre las costumbres de los habitantes de esa región, de su anecdotario, de los grupos musicales como Los Pérez, de los trapiches y de la calle ancha. Tuvo tiempo también para escribir crónicas relacionadas con la historia sudcaliforniana, en especial de las misiones jesuitas.

Unos meses antes de su fallecimiento, había reunido la mayor parte de sus crónicas —cerca de 150— con el fin de publicarlas en un libro que supuestamente iba a editar el ayuntamiento. Confiado en mi amistad me envió una fotocopia de ellas a fin de que las revisara y le diera mi opinión sobre su importancia. Desde luego lo felicité por su excelente trabajo y quedé en espera de la publicación de la obra.

Su muerte prematura lo impidió. Pero queda para siempre su interés por las cosas de su tierra; de su gran esfuerzo por dar a conocer la historia y las tradiciones de esa región; de servir de ejemplo para todos aquellos que deseen convertirse en cronistas, con toda la responsabilidad que ello conlleva.

Ahora que un nuevo ayuntamiento está a cargo del municipio de Los Cabos y existe mucho interés por la cultura y las artes, quizá sea posible publicar las crónicas de Rafael López Green y que ese libro pueda ser distribuido en todo el estado. Será un póstumo homenaje para un distinguido sudcaliforniano.

Septiembre 09 de 2016.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Chary y sus maestros

--Ahora que vas a ingresar a sexto año serán seis maestros los que se han encargado de tu educación— le dije a mi bisnieta Chary cuando se preparaba para dirigirse a la escuela Simón Bolívar. Pero la contestación me dejó asombrado: “Son solo dos, abuelo”.

Me le quedé mirando extrañado y entonces me explicó: “Es que del primero al tercer año la misma maestra nos dio clases y otro maestro de cuarto a sexto”. La aclaración no me dejó satisfecho, pues es tradicional que sean seis o por lo menos tres encargados de primero y segundo, tercero y cuarto y quinto y sexto. Pero, ¿dos?

Chary amplió su explicación: “Tuvimos la misma maestra en primero y segundo, pero como nos dimos cuenta que con ella aprendimos mucho, todo el grupo fue con el director de la escuela y le solicitamos que nos diera clases en el tercer año. Después, cuando pasamos a cuarto sucedió lo mismo, dado que el maestro era muy bueno para enseñar. Volvimos a pedirle al director nos lo dejara en el quinto y después en el sexto. Y es por eso de los dos maestros”.

--“Ah, caray, —me dije— esto tiene que ver con la calidad de la educación que pretende el gobierno de la república, que ha insistido en la preparación y desempeño del magisterio nacional. Y qué mejor que sean los alumnos los que confirmen esa calidad”

La preocupación por elevar la calidad de la educación de nuestro país no es de ahora. Ya a principios del siglo pasado hubo educadores que se preocuparon por una educación de calidad, entre ellos Carlos A. Carrillo, Enrique C. Rébsamen y Gregorio Torres Quintero. Y a través de las reformas llevadas a cabo por la SEP, se ha hecho el intento de mejorar en todos los órdenes la educación básica, media superior y superior.

Existen muchas justificaciones para estas reformas, sobre todo la última. Gilberto Guevara Niebla, un estudioso de la situación actual de la educación en nuestro país ha dicho que “la expansión de la escolaridad mexicana ha sido una hazaña cuantitativa, pero una «catástrofe silenciosa» en el aspecto cualitativo” Y se pregunta: “¿Qué debe aprender la gente en la escuela? La gente debe aprender en la escuela lo que necesita para resolver su vida”.

En esto coincide el Banco Mundial cuando afirma que los objetivos de los sistemas educativos deben adaptarse a las nuevas realidades. Ahora el eje se coloca en la adquisición de competencias y no solo en la simple acumulación de conocimientos. 

En el 2002, un análisis sobre la situación de la educación en México expuso la necesidad de la aplicación de un sistema de evaluación que no fue aceptada por el magisterio nacional ni por la burocracia educativa. Proponía tres cosas: una evaluación pública maestro por maestro, escuela por escuela; aumentar el ingreso de los mentores y de los presupuestos a los planteles; dar a los padres la oportunidad de escoger la escuela donde quiera enviar a sus hijos, según su rendimiento educativo. Y esto es lo que pretende la actual reforma educativa.

La familia de Chary vive lejos de la escuela donde estudia su hija. Pero no le importa la distancia porque sabe que es un centro educativo de excelencia, gracias a la calidad de su planta docente. Así deben ser todos los maestros encargados de la educación sudcaliforniana. Y lo son porque los índices de su preparación académica lo demuestran. Con ellos como ejemplo, bien puede la reforma educativa de nuestro país cumplir con sus objetivos.

Septiembre 01 de 2016.