Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

martes, 4 de julio de 2017

Un compañero de escuela

Compañeros de escuela. El primero de la izquierda es el general retirado Florentino Rodríguez Cota.
Ayer saludé al general piloto aviador Florentino Rodríguez Cota, un compañero de estudios en la escuela primaria Ignacio Allende, hoy Miguel Hidalgo, de esta ciudad de La Paz. Cursamos el sexto año junto con otros veintitantos alumnos, entre ellos Ricardo Fiol Manríquez, Norberto Flores, Isidro Jordán Carlón, Arturo Salgado, todos ellos vivitos y coleando hasta la fecha.

Después de la secundaria en la escuela Morelos, lo enviaron a la ciudad de Guadalajara donde se inscribió en la Escuela Militar de Aviación en Zapopan, Jalisco. Cuando terminó la carrera en menos tiempo de lo previsto, recibió el grado de teniente y a partir de ese año estuvo al servicio del gobierno escalando en jerarquía hasta obtener el grado de general. Cuando se jubiló siguió trabajando en la iniciativa privada en diversas compañías de aviación.

En una comida a la que nos invitó, estuvieron presentes María Luisa Salcedo, María Elena González, Ricardo y yo. Fue una reunión de los recuerdos cuando estuvimos en la secundaria. De los maestros como el de música, Luis Peláez Manríquez, quien hizo famosa la frase “Cantas o seis”. Y es que nos pasaba al frente del salón y nos pedía que entonáramos la escala musical y ya sea por lo desafinado o por temor a la burla de los demás, lo cierto es que no lo hacíamos y era por eso lo del seis.

“Yo —recordó Tino, así lo tratamos—  en todas las materias tuve diez pero en música puros seises” Para su consuelo nosotros también. Las consentidas del maestro Peláez – cantaban muy bien— eran María Luisa y María Esther Sánchez Domínguez.

En la ciudad de México Florentino se casó con la señora Delfina Gómez y procrearon cuatro hijas, María de Lourdes, Violeta, Verónica y Rocío, todas profesionistas, pero esta última es piloto y trabaja en el medio oriente. Con sus hijas, sus nietos y bisnietos transcurre la vida de este amigo de estudios, allá por la década del cuarenta del siglo pasado, cuando su padre el profesor Luis Rodríguez Chávez era el director de la escuela Allende.

En la comida recordamos cuando formados frente a la entrada de la escuela el director nos preguntaba con la voz recia que tenía: “Los que trabajan…. y esperaba que nosotros contestáramos al unísono: “¡que coman!; y finalizaba: “y el que no” y gritábamos: ¡que se muera de hambre! Con ese entusiasmo como que nos daban más ganas de estudiar.

Al papá de Tino lo volvimos a tratar cuando fue inspector de la zona escolar que abarcaba todo el Valle de Santo Domingo, cuando se abrió a la agricultura esa región en el año de 1950. A pesar de su edad —tenía 50 años— recorría todas las colonias de campesinos recién establecidas, para supervisar las escuelas que se iban fundando. Los viejos colonos aún recuerdan al maestro por sus empeños en llevar la educación a la niñez de esos grupos de mujeres y hombres que llegaron al valle buscando mejores niveles de vida.

Qué bueno que el general Rodríguez Cota se vuelva a reencontrar con sus amigos de la época de estudiantes. En los recuerdos del pasado se encuentran las raíces de un presente reflejado en los descendientes —hijos, nietos, bisnietos— y las conductas heredadas que son normas de vida y ejemplos a seguir por todo lo que tienen un compromiso familiar, como el del matrimonio que conforman Florentino y su esposa Delfina.

Por lo demás, debemos felicitarnos por tener la oportunidad de saludar a un viejo amigo —todos pasamos de los ochenta— y pasar unas amenas horas entre bromas y risas rememorando aquellos tiempos de estudiantes que, no cabe duda, renuevan con nuevos bríos la alegría de vivir.

Julio 04 de 2017.

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