Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

miércoles, 24 de enero de 2018

No somos abajeños, somos sudcalifonianos

No es la primera vez, en múltiples ocasiones y con cierta intencionalidad, muchos medios publicitarios utilizan el término “Baja” para referirse al nombre de nuestro estado que es Baja California Sur. Uno de los últimos es el aparecido en los periódicos promocionando el festival “Hecho en la Baja” en el que artistas locales e internacionales participarán en un evento artístico al que llaman Artes Escénicas de Los Cabos.

Dicho festival se desarrollará el día 27 de este mes de enero en el Pabellón Cultural de Cabo San Lucas y el evento es organizado por Lacirco, Cabo Entertainment Company y WheelsOp. Hasta eso que en el cartel de la propaganda aparece, en letras mínimas, el nombre de Baja California Sur, pero en la parte central del mismo, con letras grandes el nombre del festival “Hecho en la Baja”.

Por supuesto, el pabellón debe estar abierto a todas las manifestaciones culturales, siempre y cuando no vayan en contra de la cultura propia de nuestra entidad. Y lo menos que debieron hacer los encargados de ese centro era exigir que cambiaran el nombre del festival, toda vez que no se identifica con el pueblo sudcaliforniano. De lo contrario se antojan cómplices de tal desacato.

Y el rechazo a la palabra Baja no es de ahora. En el año de 1975, cuando nuestra entidad se convirtió en un estado más de la federación y con ello el nombre con que se identificaría, Francisco Arámburo Salas escribió un artículo proponiendo varios nombres, entre ellos el de Sudcalifornia. No estaba a favor del de Baja California Sur por ser demasiado largo y un tanto despectivo por lo de baja y sur. Y vaticinó que se corría el peligro de, andando el tiempo, la llamarían con el término Baja y a nosotros abajeños.

Le atinó en parte, porque ahora, sobre todo los extranjeros, le llaman así, pero también como Baja Sur, lo cual es el colmo de la ignorancia. Ya en varios artículos de mi autoría he criticado la indiferencia de las autoridades ante este hecho que atenta con la identidad de nuestro pueblo. Pero el tiempo ha pasado y no se ve que pongan remedio, antes al contrario parece que las propias dependencias oficiales comulgan con ello.

El año pasado escribí una crónica titulada “Otra decepción más” donde hacía alusión a la participación de un alumno del Centro de Estudios Tecnológicos del Mar localizado en Cabo San Lucas, en un concurso de declamación a nivel nacional donde obtuvo el primer lugar. Pero cuando me enteré del nombre de la poesía, como quien dice “el gozo se fue al pozo” Y es que el poema llevaba el nombre de “ La juventud y mi Baja Sur”. Lo peor de todo es que el autor fue un maestro de la propia institución.

Y esto duele, sobre todo porque los mentores tienen la responsabilidad de proteger los valores de nuestra tierra a través de su ejemplo. Y de que sus alumnos deben conocer las raíces de su nacionalidad y de cómo, a través de los siglos, esta región comenzó a llamarse California.

Por eso también es loable el interés de los miembros de un asociación civil —CAHEL— los cuales han solicitado al congreso del estado a través de la diputada Diana VonBorstel, su intervención, a fin de que se castigue a todas las empresas, asociaciones artísticas y deportivas, medios de comunicación y otras más cuando utilicen el término Baja en vez de la correcta que es Baja California Sur. Y que el secretario general de Gobierno aplique las sanciones que establece el Decreto correspondiente.

Mientras tanto, la influencia enajenante de extraños sigue y sigue. Como un correo electrónico que con el nombre de KSsap mes por mes inserta la guía de eventos en Baja Sur. Y así, cómo.

Enero 24 de 2018.

miércoles, 17 de enero de 2018

Un mes de enero, pero de 1942

La apacible vida de los habitantes del poblado de Santo Domingo, localizado en el extremo norte del Valle de Santo Domingo, se vio interrumpida por el arribo de trece camiones de redilas que transportaban 218 personas, entre hombres mujeres y niños procedentes de la ciudad de La Paz. Era el dos de enero de 1942 y el contingente era una parte de los campesinos sinarquistas llegados del interior de la república, con el fin de establecer una colonia agrícola en esa región.

Nueve días después llegó el segundo grupo —eran 400 personas en total— acompañado de su dirigente Salvador Abascal. En un principio trataron de buscar acomodo en un lugar al oeste del poblado conocido como Santo Domingo el viejo, a un kilómetro de distancia. Allí levantaron sus viviendas rústicas y una pequeña iglesias provisional. Construyeron un horno para cocer ladrillos pues tenían la intención de quedarse en ese lugar, nomás que el agua del pozo que abrieron resultó salada y no tuvieron otra opción que cambiarse de lugar.

Fue por eso que en el mes de mayo se trasladaron a un sitio conocido como Plan de Caballos, unos diez kilómetros al sur de Santo Domingo y ahí han permanecido hasta la fecha. Pero en esos primeros años, entre 1942 y 1949, muchas familias dejaron la colonia porque no soportaron las carencias en que vivían dado que no recibían suficiente ayuda para su subsistencia.

Y el recuerdo viene al caso por un libro que escribió la maestra Elizabeth Acosta Mendía titulado “Paisajes y personajes de María Auxiliadora, un proyecto colonizador en el Territorio Sur de la Baja California,(1940-1944)”. Para ella, con mi felicitación, inserto un fragmento de la reseña que escribió el licenciado Ramón Beteta, quien acompañó al presidente Miguel Alemán en su visita al Valle de Santo Domingo en el mes de abril de 1951.

EN EL VALLE DE SANTO DOMINGO.- “Aterrizamos en la pista apenas terminada en la colonia María Auxiliadora, después de volar desde La Paz una hora por regiones desérticas. Al bajar del avión contemplamos un espectáculo impresionante: ante nosotros, inmóviles, como en una vieja estampa, alineados como niños de escuela, cubiertos completamente de polvo, están hasta cuarenta hombres, mujeres y niños. En el centro ondean tres banderas nacionales desteñidas hasta el grado de que sus colores no son ya reconocibles y sus antiguas águilas ya en desuso sugieren la de las banderas veteranas de pasadas batallas. Los hombres visten en forma semejante a los de la frontera, pero con ropas mil veces remendadas. Las mujeres tienen ese aspecto gris que dan la resignación y la miseria. Los niños se cubren sus vestidos que niegan haber salido de una casa de comercio, porque carecen de toda pretensión de forma y estilo, pues más bien se asemejan a las batas desteñidas con que se visten los santos en ciertas iglesias de nuestros pueblos. Todos están en expectación. Cuando se acercan al señor presidente y su comitiva prorrumpen inesperadamente cantando el Himno Nacional. Sus voces salen rasgadas, fuertes, decididas, más de quien canta son de quien afirma o de quien reta. Su emoción es demasiada profunda para expresarse en discurso o en aplauso. Han necesitado de las palabras de nuestro himno para dar la bienvenida al Primer Magistrado de la Nación. ¡Patria. Patria, tus hijos te juran…”. El aire se ha electrizado; las voces tienen un sentido religioso. Se ha creado una comunión entre los recién llegados y los que esperaban. No podemos mirarnos los unos a los otros…”.

Y el exsecretario de Hacienda, termina así: “Yo he visto muchas recepciones: algunas fueron impresionantes por el número de personas que concurrieron; otras, por la alegrías de los manifestantes; otras, por el adorno de las calles. Las hubo bien organizadas, las he contemplado también tumultuosas, espontáneas, incontenibles, pero la de Santo Domingo es la única que no olvidaré jamás…”.

Enero 17 de 2018.

viernes, 12 de enero de 2018

Los regalos de dos amigos

Los últimos días del año pasado los pasé disfrutando de la lectura de dos interesantes libros, obsequios de la maestra Elizabeth Acosta Mendía y de mi compadre el profesor Ricardo Fiol Manríquez. El primero lleva por título “Paisajes y personajes de María Auxiliadora” de su autoría, y el segundo “México en la frontera del caos” del escritor y periodista Andrés Openheimer.

La maestra Acosta Mendía describe en su libro el proyecto colonizador en el territorio sur de la Baja California en los años de 1940 a 1944 por los sinarquistas y de la figura de Salvador Abascal, dirigente de ese grupo de campesinos que llegó al valle de Santo Domingo. Es un texto novedoso que está acompañado de numerosas fotografías de la estancia de estas familias en esa región de nuestra entidad.

A reserva de escribir un poco más sobre este tema, voy a explayarme con el contenido del libro de Openheimer, sobre todo porque hace referencia a la sublevación de los grupos indígenas en el estado de Chiapas conocido como Movimiento zapatista de liberación nacional, hecho que se inició el primero de enero de 1944, en la madrugada.

Liderados por el subcomandante Marcos, se apoderaron de San Cristóbal las Casas y otras poblaciones causando la muerte de policías y civiles que se enfrentaron a ellos. Justificaron su alzamiento debido a las condiciones de pobreza y marginación originadas por la falta de atención de las autoridades federales y estatales. Y los abusos de terratenientes y funcionarios que constantemente los despojaban de sus tierras.
El gobierno central —en esos años el presidente de la república era Carlos Salinas— enviaba recursos pero eran aprovechados por las autoridades locales bien para su beneficio o en obras de relumbrón. Se dio el caso de un Gobernador aficionado al basquetbol que mandó construir 1,700 campos de baloncesto en otras tantas comunidades indígenas. O la construcción de un hospital en la región de la selva lacandona que costó casi seis millones de dólares, institución que casi no funcionó por la falta de personal y equipo médico.

El levantamiento indígena tomó por sorpresa al presidente Salinas. Ocupado en divulgar la inmejorable situación de nuestro país, en especial por la firma del tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, no puso atención a los graves problemas que se vivían en el sureste, a pesar de que funcionarios de alto nivel le habían advertido del peligro de una insurrección en esa región de Chiapas. Por eso, cuando sucedió, el mundo se le vino encima y no hallaba la manera de resolver ese movimiento armado que dio al traste con su afán de hacer ver a México como un país del primer mundo.

En un principio ordenó que las fuerzas federales acabaran con la rebelión, y lo hubieran logrado. Pero ello motivaría la repulsa de la mayoría de las naciones y afectaría el tratado de libre comercio. Por eso, escuchando los consejos de sus funcionarios, entre ellos Manuel Camacho Solís, secretario de Relaciones Exteriores, optó por la vía de la paz y la amnistía. Para ello nombró al mismo Camacho Solís como comisionado de la paz entre el gobierno y el EZLN.

Openheimer aprovecha el momento, para comentar la situación política del país dado que en ese año de 1994 se llevarían a cabo las elecciones para presidente de la república. Hace mención del candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio, de su asesinato en Tijuana por Aburto y de Ernesto Zedillo que lo sustituyó y se convirtió en el primer mandatario del país.

En el último capítulo titulado Caída y Resurrección, el autor hace mención de la inestabilidad política y económica de México motivada por la devaluación de diciembre de 1994. Una crisis que obligó a la clase gobernante a abrir los caminos de una mayor intervención de los partidos  que permitieran encauzar al país en sus vías de crecimiento.

Enero 11 de 2018.