Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

martes, 1 de mayo de 2018

El escorbuto y las pitahayas

El licenciado Manuel Torre Iglesias, maestro de generaciones de la Escuela Normal Urbana de la ciudad de La Paz, escribió un libro al que tituló “Sudcalifornia en la leyenda y en la historia” y en él aparece un artículo con el nombre de El descubrimiento y fundación de La Paz.

En una polémica con un amigo cuyo identidad se reserva, afirma que la fundación de nuestra ciudad fue el 28 de marzo de 1596, cuando Sebastián Vizcaíno arribó a este lugar y le puso por nombre La Paz y que el 3 de mayo de 1535 fue descubierta, no fundada por Hernán Cortés.

Justifica su alegato diciendo que Vizcaíno formó un poblado y que incluso en 1602 cuando regresó todavía existía. Y es que, según testimonio del fundador, “procedí a fundar el fuerte y poblado y con el trabajo de cien hombres de la tripulación levanté los muros de la fortaleza capaz hasta para quinientos soldados. Los padres franciscanos no ayudaron a reducir a los naturales que no opusieron resistencia, antes los bautizamos y nos sirvieron de guías para dar con las perlas que de tan notorios augurios trujimos empeñados…”.

En esto de la fundación de La Paz, el historiador Pablo L. Martínez también dio su punto de vista al referir que fueron cinco los intentos de fundación de La Paz y que la segunda fue la de Vizcaíno. La última muchos años después, en 1811, cuando autorizaron al soldado Juan José Espinoza para que viviera en el lugar, dotándolo de un terreno donde construyó su vivienda y el compromiso de atender al personal de los barcos que llegaban de vez en cuando.

Cuando el rey Felipe III autorizó el segundo viaje de Vizcaíno a California en 1602, le dio instrucciones de recorrer los litorales de la península por la parte del Océano Pacífico pero le prohibieron que se internara por el Mar de Cortés. Su misión era la de levantar planos topográficos de su recorrido hasta la altura del cabo Mendocino, un poco más allá de la bahía de San Francisco.

En sus embarcaciones San Diego, Santo Tomás y Tres Reyes le puso nombres a bahías, islas, puntas, sustituyendo en varias de ellas los nombres dados por Juan Rodríguez Cabrillo, en 1542. Muchos de esos bautizos todavía existen en la actualidad.

En los nueve meses de exploración por los litorales de California—de junio de 1602 a febrero de 1603—las tripulaciones sufrieron penalidades y peligros por la falta de agua y provisiones. La aridez de las regiones a las que iban llegando no tenían lo que ellos necesitaban, no obstante el contacto que tuvieron con los indios a quienes les solicitaban su ayuda. En una ocasión tuvieron que enfrentarse con las armas a un grupo de ellos que protegían un pequeño manantial.

Ante la desesperada situación en que se encontraban, a Vizcaino no le que quedó otra alternativa que ordenar que el Santo Tomás y Los Tres Reyes, regresaran a Acapulco, mientras que él en el San Diego remontaban las costas de la hoy California de los Estados Unidos.

Uno de los mayores peligros y que causó la muerte de varios tripulantes fue la enfermedad del escorbuto muy común en las travesías marítimas de esos tiempos. Cuando el San Diego iba de regreso, muchos de sus marinos iban enfermos por la falta de alimentos frescos como las frutas y verduras. Por eso, al llegar a las costas de Sinaloa lo primero que hicieron fue proveerse de esos comestibles.

Pero no fue fácil porque desembarcaron lejos de los poblados. Por fortuna, algunos de los marineros descubrieron en los montes cercanos una fruta que los indios conocían como “jucoixtle” que no era otra que nuestra conocida pitahaya agria. Al cabo de varios días los enfermos sanaron y Vizcaíno pudo continuar su viaje rumbo a Acapulco.

Y respecto a nuestra popular fruta silvestre, bien se vale decir “sufrieron porque quisieron” ya que, dada la abundancia de pitahayales en la península, pudieron saborearlas en todo su viaje. Digo.


Abril 30 de 2018

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