miércoles, 27 de abril de 2016

La Paz y sus cronistas

Va para cinco años que el buen amigo Ramón Silva me obsequió dos casetes grabados con sus recuerdos de la ciudad de La Paz. En ellos habla de los taxistas, de las panaderías, de los peluqueros, de las tiendas, de los barrios y de otras cosas que guarda en su memoria.

Ramón se remonta a los años cuarenta y cincuenta y realmente son un testimonio de esos tiempos que, como dice una canción “se fueron para no volver”.  Por cierto me platicó que la mayoría de sus relatos aparecieron en un periódico pero que no lo había conservado. Así es que el contenido de las cintas grabadas bien merece que se conozca por medio de la letra impresa.

Y hago mención del “Negro” Silva, como se le conoce, porque hace poco salió publicado un libro por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura que hace referencia a una época más reciente y cuyo autor es el arquitecto Filiberto Cota. Con el nombre de “Crónicas rústicas y urbanas de la ciudad de La Paz”, este escritor recrea sucesos y personajes, incluyendo anécdotas de su niñez y algunas costumbres de esos años que se fueron.

Pero al menos, existe ese libro de Filiberto. Como un folleto del periodista Rogelio Olachea que publicó en el año de 1973, que es un compendio de relatos, cuentos, leyendas y anécdotas. Otros cronistas como Manuelita Lizárraga, Mario Guadalupe Fernández Caro y Rodolfo Aguilar Salgado, que han hecho referencia al pasado de nuestra ciudad, no han tenido la oportunidad de ver publicado sus escritos en una obra impresa.

Desde luego, merece especial mención Rosa María Salgado Mendoza, autora del excelente libro “Crónicas de mi puerto” que abarca el período de 1830 a 1959. De él dijo Francisco Arámburo Salas en el prólogo: “Los atractivos párrafos de Rosita, con su memoria casi fotográfica y la consulta atinada y cuidadosa de sus archivos, nos dan una clara idea de cada lugar, como una fiel muestra de su conocimiento asombroso  de lo que la rodeaba en aquel tiempo, enriquecido además con la amenidad de su estilo, de una inteligencia notable y de una innata facilidad de palabra…”.

A propósito de Paco Arámburo, es notable el interés que siempre ha tenido por dar a conocer aspectos del pasado no sólo de La Paz sino de toda nuestra entidad. A través de su libro “Siluetas de Sudcalifornia” y de sus videos, ha hecho remembranzas de hechos y personajes, haciendo énfasis en los hermosos paisajes de nuestra tierra.

No podemos olvidar a Gilberto Piñuelas Bañuelos y el grupo que conforma el Colectivo de Historia Urbana los que, a través de libros y artículos periodísticos han dado a conocer muchos aspectos del pasado de La Paz. Pero, de manera sobresaliente, su preocupación por conservar la imagen de nuestra ciudad representada en sus monumentos  y el reconocimiento del centro histórico.

En su libro “Historia gráfica de la ciudad-puerto de La Paz” hace alusión a los mapas, planos y fotografías de nuestra capital con detalladas explicaciones de cada uno de ellos. Con alumnos de la UABCS y del Centro de Información Municipal publicaron, en el año de 2006, seis libros que llevaron el título de “Imágenes, Crónicas y Tradiciones Paceñas”.

Lo mismo podemos decir de Eligio Moisés Coronado, un cronista de toda la vida. En los últimos años ha publicado más de 300 artículos relacionados con la historia de La Paz y del estado. Ha sido cronista oficial del gobierno de la entidad y hasta hace menos de un año lo fue del municipio de La Paz.

Gracias a estos divulgadores del pasado de nuestra ciudad ha sido posible mantener muchas de sus costumbres y tradiciones, aunque a mi juicio, han constituido una barrera que se opone a dejar en el olvido lo que ha sido La Paz a través del tiempo. Una barrera que llama al orgullo de vivir en una ciudad centenaria en la que los paceños, a través de muchos años, la han conformado a su imagen y semejanza.

En el futuro, seguramente otras personas convertidas en cronistas, continuarán trayendo al presente los hechos y personajes del ayer, tal como lo han hecho los escritores que se  han mencionado. La historia de nuestra ciudad merece ser recordada; es lo menos que podemos hacer para un lugar que nos ha dado cobijo durante tantos años.


Abril 26 de 2016

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