jueves, 3 de noviembre de 2016

El catrín de la fachenda

Acompañado de mi nieta Marta, su esposo Carlos y de su hija Romina, el día primero de este mes visité por la tarde noche los altares de muerto que se exhibían en la explanada del Teatro de la Ciudad y presencié una parte de las actuaciones artísticas que el Instituto Sudcaliforniano de Cultura había preparado esa víspera del Día de Muertos.

Ante un numeroso público sentado y de pie, los grupos de danza folclórica interpretaron los bailables tradicionales de nuestra tierra y de otras regiones del país. Y ya más tarde se presentaron las catrinas luciendo sus hermosas vestimentas, maquilladas tal como la imaginó José Guadalupe Posada, el artista grabador de principios del siglo pasado.

¿Por qué les llaman catrinas? me preguntó Romina. ¿Y por qué su cara parece una calavera? En esos momentos no le pude contestar dado el ambiente que reinaba en el lugar debido a la música que se escuchaba y la voz de los conductores del festival. Y como después ya no tuve oportunidad de hacerlo, aproveché este medio escrito para hacerle llegar mi respuesta.

A fines del siglo XVIII y principios del XIX (1776-1827) vivió en la ciudad de México un periodista y escritor llamado José Joaquín Fernández de Lizardi. Escribió dos libros sobre las costumbres pintorescas de esa época a los que llamó “El periquillo sarniento” y “El catrín de la fachenda”. De este último se ha dicho que tiene mucho de su vida.

Le dio el nombre de catrín a un personaje que siempre estaba muy bien vestido, elegante de pies a cabeza que surgió en la época del porfiriato. El mismo presidente Díaz daba una imagen de lo que era el catrín. Usaba un traje a rayas, su imprescindible bastón y en su cabeza el bombín. Y le llamó de la fachenda por vanidoso y orgulloso.

Por cierto, uno de los juegos más populares, la lotería, incluye en sus cartas una imagen del catrín el que, cuando aparece , lo identifican gritando: “aquí viene con garbo y galanura… el Catrín. Es más, el conjunto musical Café Tacuba tiene una canción dedicada a este personaje que empieza así: “Caminando por la calle va el Catrín / estampa de lotería gritada en juego…”.

¿Cómo nació La Catrina? En la segunda mitad del siglo XIX vivió un artista que se especializó en los grabados y en las caricaturas, llamado José Guadalupe Posada. Por medio de calaveras y esqueletos impresos en papel o cartulina y con mensajes, criticó la vida social de esa época, sus lacras y miserias. Nada se le escapó. Y para burlarse de la clase acomodada de los tiempos del porfiriato, no halló otra manera que inventar a la catrina la que, por cierto, le llamó inicialmente “la calavera garbancera”.

Muchos años después, el gran pintor mexicano Diego Rivera incluyó a la catrina vestida con elegancia en un gran mural, misma que es representada el día de muertos. Esa es la catrina que todos conocemos, la que personificaron más de una treintena de mujeres paceñas, entre ellas varias niñas, en la pasada conmemoración del Día de Muertos.

Pasan los años pero el interés por la tradición mexicana no decae, antes al contrario creo que se ha incrementado. Al menos así lo demostró Romina —iba maquillada con rasgos de calavera— cuando le pidió a su papá la fotografiara a un lado de las catrinas que iban llegando al evento cultural. Con ese interés no dudamos que dentro de algunos años ella sea una de las catrinas más atrayentes que se presenten en esa ocasión. Y claro para recordar a los que hicieron posible esa tradición: José Joaquín Fernández de Lizardi y Diego Rivera.


Noviembre 03 de 2016

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