martes, 3 de abril de 2018

El tomate de Todos Santos

Un estimado amigo que leyó el reciente libro de Rosa María Mendoza Salgado titulado “Comercio y turismo en la California del sur, municipio de La Paz, (1697-2016), me preguntó si la producción de tomate de Todos Santos en la década de los treinta del siglo pasado, la enviaban a los Estados Unidos por barco.

Consultando información de esa época le contesté que, en efecto, las remesas las hacían en embarcaciones que atracaban frente a la playa de Punta Lobos y por medio de pangas llevaban el producto hasta las bodegas de los barcos. Pero los trabajos de carga y descarga eran difíciles por lo encrespado del mar en esa zona y que a veces había que esperar muchas horas para poder iniciar el embarque.

Fue por eso la solicitud de los ejidatarios y pequeños propietarios agrícolas al gobierno del Territorio para que se construyera un embarcadero que facilitara el traslado de la producción de tomate. En 1933, el gobernador Juan Domínguez Cota autorizó la construcción en un lugar conocido como Los Algodones. Conocido como Puerto Algodones duró poco tiempo, pues el ciclón de 1934 lo destruyó.

De nueva cuenta el gobierno del Territorio se echó la tarea de construir un embarcadero nuevo a base de hormigón, mismo que fue inaugurado en el mes de diciembre del mismo año. También aplicó recursos en una carretera de nueve kilómetros que unió Puerto Algodones con Todos Santos. De esa manera los productores agrícolas de esa región continuaron exportando el tomate al país vecino.

Dice Rosa María Mendoza en su libro que “en el año de 1936 se obtuvieron 86,831 cajas de tomate, con peso de 15 kilogramos cada una, es decir, una producción de 1,302 toneladas, con un monto de 556 mil pesos…”. Pero con el paso de los años y los problemas originados por las plagas, el encarecimiento de los insumos y el agotamiento de los manantiales poco a poco esa fuente de ingresos fue desapareciendo.

Como se mermó también la siembra de la caña de azúcar cuando se dio preferencia al cultivo del tomate. En su libro, Rosa María dedica un capítulo a los trapiches que existían en la región de Todos Santos y El Pescadero. Y de sus propietarios como su bisabuelo, el señor Merced Salgado León, dueño del trapiche Cerro Verde.

La autora relata así el fin de los trapiches:-“La producción de los molinos ya no era relevante comercialmente hablando, sólo producían miel, guarapo y alfeñiques para las familias…una época que se fue llevándose consigo el ajetreo de la zafra, la que reflejaba alegría en el rostro de las personas, mientras saturaba el ambiente con el delicado aroma dulce que perfumó el pueblo de nuestra niñez…”.

Bueno, con referencia a los cañaverales y los trapiches, en dos de mis libros me he referido a ellos. El primero, titulado “Casos y cosas del municipio de La Paz”, escrito en el 2002 y el segundo “Narraciones de ayer y de hoy”. En el primero incluí tres crónicas al respecto e hice mención de Rosa María quien me sugirió escribiera algo sobre la historia de los trapiches en la región sur del estado.

Por falta de espacio no puedo escribir de ello, pero para alguien interesado puede consultar el blog de Gerardo Ceja García donde está el libro de referencia. Y esto porque la edición se agotó hace tiempo. Y del segundo, “Narraciones de ayer y de hoy” donde hablé un poco de doña Trinidad apodada La Cachana, también está agotado. Así las cosas.

Ignoro en qué fecha se va a presentar el libro de Rosa María Mendoza pero, mientras tanto, le agradezco a la autora la amabilidad de obsequiármelo. Y la invitación para que no dejen de adquirirlo, vale la pena. Sobre todo porque en su contenido, aparte de la agricultura, habla de la ganadería, de las actividades industriales, del turismo y claro, de los antecedentes históricos de la Cámara de Comercio. Además, la edición contiene innumerables fotografías muchas de ellas inéditas propiedad de su familia y otras de sus amistades.

Abril 04 de 2018.

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