domingo, 1 de noviembre de 2015

Los altares y la preparatoria Juan Pablo II

Diosa de la muerte entre los aztecas.
Una de mis nietas, Samantha Berenice, estudia en una preparatoria particular, la Juan Pablo II. Ese fue el motivo por lo que el día 30 del pasado mes de octubre asistí a la exposición de altares de muerto que los alumnos levantaron y exhibieron en los corredores de esa institución.
               
Independientemente del concurso para premiar a los mejores altares, llamó la atención de que en varios de ellos las ofrendas fueron para distinguidos sudcalifornianos—mujeres y hombres—que hicieron de su vida un ejemplo para las presentes y futuras generaciones.

Ahí estaban el poeta Néstor Agúndez Martínez, el maestro Jesús Castro Agúndez, el general Agustín Olachea Avilés, doña Dionisia Villarino, el periodista Francisco King Rondero, el doctor Cirilo Mondragón, el exgobernador Ángel César Mendoza Arámburo y otros más.

Desde luego, en cada altar hubo un estudiante que explicó el simbolismo de ellos y expuso parte de la vida y la obra de esos personajes. Cabe pensar que en sus clases de historia tendrían una visión más amplia de los motivos por los cuales se les considera ejemplos a seguir.

En lo particular me dio mucho gusto que los jóvenes se interesen por los hechos del pasado y de cómo, esas personas contribuyeron al cambio de las condiciones políticas, sociales y culturales de Baja California Sur. Cada quien en su ámbito de responsabilidades y de acuerdo a sus circunstancias, pusieron su granito de arena por esta tierra.

Cuando estaba admirando el altar de Néstor Agúndez, un estudiante me preguntó si lo había conocido. – Además de conocerlo—le contesté—fue un estimado amigo a quien siempre le he reconocido sus grandes méritos como maestro y como poeta. Autor de más de tres mil sonetos la mayoría dedicados a esta tierra, fue un hombre que dedicó toda su vida a la educación y la cultura sudcaliforniana.

Algo semejante puedo decir de los demás. El general Olachea promotor de la agricultura en los valles de Los Planes y Santo Domingo; Dionisia Villarino y su valerosa participación en la revolución mexicana; Francisco King defensor de los derechos cívicos de nuestro pueblo; Cirilo Mondragón por enaltecer la profesión médica y Ángel César Mendoza Arámburo, un profesional de la política que supo comprender las necesidades de los sudcalifornianos, sobre todo en el aspecto educativo.

No supe si en otras escuelas del nivel medio superior o de educación básica exhibieron altares de muerto. Como parte de la permanencia de las tradiciones mexicanas siempre es recomendable revivirlas cada año. Y aunque estas llevan en el fondo un mucho de religiosidad, forman parte de las costumbres mexicanas las cuales, de una u otra forma, deben permanecer inalterables como sustento de la identidad nacional.

Además, profundizar en los orígenes de los altares conlleva la adquisición de conocimientos de la historia antigua de México, de la cultura azteca y sus simbolismos. Aunque, claro, tienen también influencia de las creencias religiosas europeas que llegaron a América a través de los conquistadores y misioneros españoles.

La tradición que si es auténticamente mexicana es el Día de Muertos. Una tradición que se conserva hasta la actualidad cada 2 de noviembre. Por eso, en esa fecha los panteones son visitados por muchas personas que han perdido uno ó más seres queridos. Y las flores depositadas en sus tumbas conllevan dolor, pero también un lazo de amor imperecedero.

Noviembre 01 de 2105.

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