domingo, 18 de diciembre de 2016

La Paz, ciudad limpia

Para los que caminamos por las calles de nuestra ciudad nos da gusto observar a las brigadas de trabajadores del ayuntamiento los que, con escobas, rastrillos, palas y carretillas, se dedican a limpiar de escombros, basura y el zacate que nace en los intersticios de las banquetas, además de recoger las ramas que quedan después de la poda de los árboles.

Llevan un buen tiempo dedicados a esa tarea, pero los resultados son excelentes. Algunas calles por desidia de las personas que habitan en ella, no se mantienen limpias o bien porque es más fácil tirar la basura en la calle que guardarla para después depositarla en los botes que para ese propósito tienen en cada hogar.

Pero el problema es más serio en las esquinas donde las familias esperan el camión urbano. En ellas es común encontrar todo tipo de desperdicios: vasos de plástico, botellas de refrescos, envolturas de golosinas, restos de comida y diversas bolsas de plástico. Y ahí quedanpor días y semanas hasta que las brigadas de trabajadores los recoge.

Es increíble la cantidad de basura que existe en nuestra ciudad. Los camiones recolectores diariamente llevan cientos de toneladas al basurero municipal. Y creo que no se dan abasto. Y eso que muchos particulares ayudan a resolver el problema llevando la basura de sus hogares en sus carros particulares. Pero ni así.

Hace algunos días me dirigí a los “yonques” que se encuentran por la carretera que va a Los Planes. En uno de sus tramos ascendentes se encuentra un terraplén utilizado por los conductores para revisar sus vehículos. Bueno, lo usaban, porque personas inconscientes lo llenaron de basura, incluyendo restos de animales y diversos materiales. Al pasar por ese lugar teníamos que subir los vidrios por la pestilencia del lugar. Y claro, ni pensar que los automovilistas se detuvieran.

Ahora, gracias a una brigada de trabajadores, ese lugar se encuentra limpio, pero no tardará en estar sucio de nuevo. Como las calles y banquetas que han sido atendidas que no tardarán en estar como antes. Y ante este dilema, ¿cuál es la solución a este problema social?

Una solución elemental sería la de continuar con las brigadas e incluso aumentarlas. Pero desde el punto de vista económico no es posible. Sería un desgaste para el ayuntamiento que no se puede permitir. Colocar recipientes en las esquinas pudiera tener buenos resultados, siempre y cuando las personas se habituaran a ellos. Sin embargo la fuerza de la costumbre hará que los desperdicios se tiren dondequiera.

En una ocasión una hija mía iba detrás de un individuo que arrojó sobre la banqueta el envoltorio de una golosina que iba comiendo. Lo recogió, alcanzó al individuo y le dijo: “Señor, señor, se le cayó esto”. Seguro comprendió su falta pues se lo guardó en su bolsillo. Pero, me pregunto ¿cuántos de nosotros hacemos lo mismo cuando tiran la basura a la calle?

Y todo lo anterior tiene estrecha relación con los hábitos que se adquieren desde la infancia y que permanecen durante toda la vida. Y en ellos la familia y la educación juegan un papel importante. Pero, además, la adquisición de valores humanos como la solidaridad para las buenas obras y también, porque no, de amor por nuestra ciudad, una ciudad que es el reflejo de sus habitantes. Una ciudad ordenada, limpia, segura, con servicios públicos excelentes y con unos habitantes orgullosos del lugar donde viven.

17 de diciembre de 2016. 

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