domingo, 9 de abril de 2017

Coincidencias de la historia

El jueves pasado, en una conferencia que impartí en San José del Cabo, patrocinada por el Instituto de la Cultura y las Artes del Ayuntamiento de Los Cabos y la participación de la Fundación Domingo Burgoin, A. C., me referí a los misioneros jesuitas y su participación en la fundación de las misiones de La Paz, Todos Santos, Santiago y San José del Cabo, todas en la parte sur del estado.
En especial mencioné el tema de la fundación de la misión de San José del Cabo, el 8 de abril de 1730, por los padres José Echeverría y Nicolás Tamaral. Y, por supuesto, el sacrificio de los sacerdotes Tamaral y Lorenzo Carranco, este último encargado de la misión de Santiago de los Coras. Fue en el año de 1734 cuando perdieron la vida a manos de los indígenas pericús.
Casi al término de la conferencias hice alusión a otros levantamientos en varias misiones del norte de la península, rebeliones que fueron sofocadas a tiempo, sin pérdidas humanas aunque sí, los principales promotores fueron sentenciados, algunos a la pena de muerte y otros desterrados.
Puse como ejemplo, el intento del asesinato del padre Wagner, radicado en la misión de San José de Comondú, cuando un indio neófito le lanzó una flecha la cual, afortunadamente, no dio en el blanco. Y también lo acaecido al padre Félix Caballero, de la misión de Guadalupe del Norte, que tuvo que valerse de una estratagema porque lo querían matar.
Y aquí la coincidencia histórica. Para salvarse, le pidió a la cocinera que lo escondiera bajo su falda y se sentara en una de las bancas del presbiterio. Y que cuando llegaran los indios negara que lo había visto. No lo descubrieron y así salvó la vida. Pero con el susto que se llevó pidió su traslado inmediato a otro lugar y entonces lo mandaron a la misión de San Ignacio. De todas maneras le fue mal, porque al poco tiempo murió, según decires por envenenamiento.
El estimado amigo Luis Rosas me mandó por internet el libro Episodios Nacionales de Victoriano Salado Álvarez, y en el episodio que tituló “El golpe de estado y los mártires de Tacubaya”, incluye la anécdota siguiente:
Fue en el año de 1858 durante la Guerra de Reforma, cuando un general de apellido García Casanova era perseguido por las fuerzas liberales por lo que tuvo que refugiarse en la casa de un amigo. De pronto, una gavilla al mando del coronel Antonio Rojas irrumpió en la residencia buscando al general. Apenas le dio tiempo para esconderlo debajo de un sofá en que se sentaban varias muchachas, ataviadas con unas crinolinas de “esas que parecen bóvedas de catedral”.
Los bandidos quisieron registrar el mueble, pero entonces una de ellas alzó su falda y debajo se escondió el militar perseguido. Así salvó la vida. Poco después logró un salvo conducto del general Santos Degollado y pudo salir de la ciudad de Guadalajara sin contratiempos.
En esos años de la Guerra de la Reforma, hubo muchas gavillas dedicadas al saqueo y los asesinatos y una de las más crueles fue la del coronel Rojas del bando liberal. La historia de esa época está manchada por la presencia de grupos de bandidos, los que aprovechando la situación política de ese entonces, buscaban beneficios propios sin importarles las vidas ajenas.
Pero la coincidencia está a la vista. Un misionero y otro militar salvaron sus vidas escondidos bajo los miriñaques de una mujer. Uno en la Baja California y el otro en el estado de Jalisco.

Abril 09 de 2017

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