jueves, 19 de septiembre de 2024

VOLVIÓ LA PERDIDA

    Anoche, antes de acostarme, eché un vistazo al abanico y sí, allí estaba el abandonado palomo. “Dormirás con tu soledad como yo”, pensé. Y con esa idea me fui a descansar. Por la mañana, temprano, lo primero que hice antes de preparar una taza con café, fue alzar la mirada y ¡Oh, sorpresa! La perdida había regresado (ver mi crónica del 30 de agosto).

    Me imagino lo que habrá pensado al aceptarla de nuevo como su compañera. Algo así como “No me importa que te hayas ido con tu barca hacia otro mar, que yo no te puedo por esa mala partida, porque odiar es en la vida un cierto modo de amar”. Y por el resquemor de su abandono —fue casi una semana— le habría dicho: “Ni te vengas a mi lado para pedirme perdón, el perdón es la razón de volver a lo pasado y lo pasado acabado que pasó porque pasó”.

    Ahora, claro, espero que la reconciliación no tenga tropiezos, aunque puede ser que sea difícil aceptar que lo hayan abandonado y por eso, a lo mejor no la quiere más a su lado. Y le diría: “Déjame, déjame que viva yo sin perdón y sin rencores, porque por más que me llores, lo nuestro ya se acabó”.

    Mirando a la pareja, después de darles de comer, de pronto me asaltó una duda: ¿Será la misma de antes o es una nueva amante? Por desgracia todas las palomas son parecidas y aunque se acompañan en el abanico alcahuete, no tengo la seguridad de que sea la misma. Si es otra, pues vaya que resultó tenorio nuestro buen amigo.

    Por lo demás es oportuno mencionar que los fragmentos poéticos que aparecen en esta crónica, forman parte de un poema del autor español Manuel Benítez Carrasco conocido como “Soledad de un amor indiferente”. 

Septiembre 06 de 2024.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario