La semana pasada la doctora Martha C. Reyes Becerril,
investigadora del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, tuvo la
amabilidad de obsequiarme la copia de un estudio relacionado con el uso del
epazote en la alimentación de los peces y los resultados obtenidos después de
varios meses de experimentación. Se trataba de saber los efectos de esta planta
como antioxidante, la calidad inmunológica y su potencia antinflamatoria, de
tal forma que los peces cultivados se desarrollaran en las mejores condiciones
posibles. Y los excelentes resultados obtenidos son los que aparecen en el
estudio de referencia.
Para mí, lo confieso, fue una
novedad. Yo sabía del epazote como planta medicinal y también que es utilizado
como condimento en varios platillos de comida mexicana, pero hasta ahí. En
ocasiones, unas hojas en una infusión me han servido para aligerar la molestia
de la gripe y la flema que lo acompaña. O bien, machacando unas hojas de esa
planta y pegarlas en el lugar de un venenoso
piquete de zancudo a fin de aliviar el dolor.
Pero, bueno, me pregunté “¿Porqué
los responsables de esa investigación, Martha Reyes Becerril, Carlos Angulo, Verónica Sánchez, Juan Vázquez
Martínez, y Mercedes G. López escogieron esa planta para efectuar su trabajo de
acuacultura? ¿Qué propiedades le encontraron a esa humilde planta de origen
mexicano? Y como la curiosidad mató al gato, hube de explorar en Google a fin
de salir de dudas.
Y vaya sorpresa que me llevé. Resulta
que el epazote es de origen prehispánico, de la palabra “epaztli” que significa
zorrillo por su aroma tan fuerte que despide. Pero eso es lo de menos. Resulta
que es un estuche de monerías por las increíbles propiedades que le achacan,
entre ellas que es antiparasitaria (se usa en té para los niños que tienen
lombrices), antiinflamatorio en caso de enfermedades como las hemorroides,
expectorante y además fortalece el sistema inmunológico. Cuando se padece de
gases estomacales un poco de esa infusión las evita. En fin…
Por si fuera poco lo anterior en
su composición química se encuentran carbohidratos, proteínas, fibras y grasas,
además de vitaminas y minerales como el calcio, el potasio y el magnesio. De
seguro todo esto lo sabían los investigadores del CIBNOR y fue por eso de la
selección del epazote para sus experimentos. Cuando le pregunté a la doctora
Martha como demostraron los resultados de su estudio, me miró entre burlona y
sonriente antes de contestarme: “Abuelito, pero si tú fuiste testigo de ello”.
¿Cuándo?, le respondí. “¿Te acuerdas —me dijo— cuando te invité a comer a mi casa para saborear un estofado de pescado
que te supo tan sabroso? Bueno, pues eran peces alimentados con epazote,
cultivados en los estanques de nuestra institución. Protegidos con las
propiedades de esa planta crecieron sin problemas y ahora con ese método se
pueden desarrollar donde quiera que se utilice la acuacultura para
reproducirlos”.
— “Ah, caray —me dije— aguas con
los científicos”. Resulta que esa investigación que fue enviada a una revista especializada
a nivel mundial, después de un análisis cuidadoso de su contenido, se publica
para conocimiento a todas las instituciones científicas existentes en el mundo.
Y esto verdaderamente es una satisfacción para los autores y el propio CIBNOR.
Y aún hay más, como dijo un
periodista. Resulta que ahora se pretende experimentar con los beneficios que
producen algunas plantas como alimento en los animales domésticos, como es el
caso del orégano en la dieta de las cabras. Yo sabía, porque me lo contaron unos
rancheros, que en algunas regiones de nuestra entidad, los venados se alimentan
de las hojas y tallos de esa planta. Y es por eso que cuando cazan uno de ellos
la carne tiene un sabor especial lo que la hace más apetecible.
Experimentos aparte, aquí en
nuestras regiones existen muchas plantas que sirven de alimento al ganado
caprino y vacuno. Son las llamadas plantas forrajeras, como la vinorama, el
tojil y el mauto, además de las cactáceas, (biznaga, choya y el nopal, como
último recurso en tiempos de secas). La que no aparece como planta forrajera es
la damiana, lo cual es una ausencia lamentable dadas las propiedades de que
está revestida.
De mucho tiempo atrás se cuentan
las hazañas de esta planta como generadora de energías sexuales, que es afrodisíaca
y eficaz para la indolencia varonil. Un ranchero de la sierra de las Cacachilas
se acostumbró a tomar diariamente varias tazas de té de damiana y todavía a los
noventa años seguía activo reflejado en los 27 hijos que tuvo con su esposa, el
menor de un año.
Apoyados en las propiedades
maravillosas de la damiana, bien harían los científicos experimentar e incluir
en la alimentación de los venados esa planta. Verían los resultados
extraordinarios que se obtendrían: cientos y cientos de estos hermosos animales
recorriendo los valles y montañas de esta región de nuestro país.
Pero la fama de la damiana no es
de ahora sino de muchos años atrás. En 1884, un extranjero llamado CharKrafr
cuando vivía en La Paz vendía un licor de damiana la que según él fortalecía
las constituciones delicadas. Aseguraba que las plantas se reproducían en las
costas, en los valles y en las serranías y la mejor era la que se daba en éste
último lugar.
Ahora, el licor de damiana se
prepara en una pequeña fábrica del pueblo de Todos Santos, para consumo por lo
general interno. No sucede así con otra industria establecida en la ciudad de
Guadalajara, donde se embotella en un envase de vidrio que tiene la imagen de
bulto de una mujer desnuda con los senos al aire. Dicen los que se interesan en
sus propiedades que se vende como pan caliente.