Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

lunes, 30 de septiembre de 2019

Un libro de Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez
Cuando estudiaba en la Escuela Normal Superior de Tepic, Nay. el maestro de literatura iberoamericana me dejó como tarea leer y analizar el libro “Cien años de soledad” del escritor colombiano Gabriel García Márquez. Lo compré en una librería del centro de la ciudad y me di cuenta que era la primera edición, aquella que tenía una “E” al revés en la portada. Lo guardé muchos años en mi modesta biblioteca y en una ocasión lo regalé a uno de mis alumnos de los cursos de verano de la Escuela Normal Superior. Después me arrepentí de haberlo hecho.

Con el paso de los años continué leyendo los libros de este extraordinario autor, entre ellos “La hojarasca”, “El coronel no tiene quien le escriba”, “El amor en los tiempos del cólera” y “Crónica de una muerte anunciada”. Y claro, adquirí de nueva cuenta “Cien años de soledad” de la edición conmemorativa de la Real Academia Española, además de la biografía de Gabriel de Gerald Martín, un libro de 762 páginas que hablan de la vida y la obra del premio Nobel de Literatura.
Sabía que Gabriel había sido periodista y que incluso en muchas de sus entrevistas siempre dejó constancia de ello. Periódicos de México, Colombia y de España le publicaron con regularidad muchos de sus reportajes a tal grado que vivió de ellos durante muchos años. En una ocasión la revista Newsweek dijo de él: “Gabriel García Márquez tiene un lugar especial en el corazón de los periodistas. Como Charles Dickens, Mark Twain y Ernest Hemingway, García Márquez titán de la literatura del siglo XX, pulió su capacidad literaria como reportero antes de convertirse en un célebre novelista”.

Lo de periodista no me causó mucho interés, aunque estaba enterado de que existía un libro que recopiló textos que escribió para periódicos y revistas que se llama “El escándalo del siglo”, editado en 1981 por Cristóbal Pera y prologado por Jon Lee Anderson. Tuve intenciones de comprarlo pero el precio me desanimó. Y así pasaron muchos años hasta que dos semanas atrás el estimado amigo Luis Rosas Meza me lo mando por internet. Es una versión digital autorizada el año pasado. Por supuesto me llevó unos cuantos días para leerlo y enterarme de su contenido.

En uno de sus artículos me llamó la atención de que tres de sus libros preferidos eran “Las mil y una noches”, “Moby Dick” y un diccionario de la lengua española. Y que de los cuentos, miles de ellos que se han escrito, los que más lo impresionaron por su originalidad fueron “La pata de mono” de W.W. Jacobs y “El caso del doctor Valdemar”, de Edgar Allan Poe. Por supuesto me di tiempo para leerlos y en efecto son cuentos extraordinarios.

La recopilación de 50 textos que hizo Cristóbal Pera incluye notas de prensa, crónicas, reportajes, notas de prensa y artículos de opinión. Dice él que los entresacó del libro “Gabriel García Márquez, Obra periodística” en cinco tomos de Jacques Gilard. Todos los textos son interesantes, pero varios me gustaron como “La muerte es una dama impuntual, “Desventuras de un escritor de libros”, “No se me ocurre ningún título”, “La poesía al alcance de los niños”, “María de mi corazón” y “¿Cómo se hace una novela?” Sobresale, desde luego, la narración que da origen al nombre del libro “El escándalo del siglo”.

En “No se me ocurre ningún título”, Gabriel relata su estancia en la ciudad de París junto con otros exilados, entre ellos el poeta cubano Nicolás Guillén. Hospedado en un modesto hotel y después de enterarse de las noticias del día, abría la ventana que daba a la calle y las gritaba a pulmón abierto, en especial las que se referían a los países de América. En una ocasión, los transeúntes oyeron “Se cayó el hombre” y cada quien pensó que habían derrocado a alguno de los dictadores de esos países, como Juan Domingo Perón, de Argentina, Fulgencio Batista, de Cuba, Anastacio Somoza, de Nicaragua o Rafael Leonidas Trujillo, de República Dominicana, pero el destituido fue el general Juan Domingo Perón.

En “El escándalo del siglo”, García Márquez narra el crimen de la joven Wilma Montesi cuyo cadáver apareció en una playa, pero al cabo de minuciosas investigaciones no pudieron descubrir el móvil de su asesinato. En las pesquisas se vieron involucrados personajes de la política y millonarios sin que se llegara a aclarar bien a bien su participación en este hecho de sangre. El supuesto crimen quedó sin aclarar y con el paso de los años una frase resumió ese caso: “Muerta, Wilma Montesi pasea por el mundo”.

Leer los textos que aparecen en el libro es una tarea reconfortante además de ser un tiempo bien empleado porque, además de dimensionar la calidad de periodista de Gabriel García Márquez, se adquieren conocimientos de muchos de los hechos que sucedieron en el mundo, y de los cuales él fue testigo presencial, como su visita a Cuba a raíz del triunfo de la revolución cubana encabezada por Fidel Castro.

García Márquez afirmaba que el periodismo es el mejor oficio del mundo. “Toda la vida —aseguraba— he sido periodista, mis libros son libros de periodista” Y agregaba: “No quiero que se me reconozca por “Cien años de soledad” ni por el premio Nobel, sino por el periódico…, nací periodista y hoy me siento más reportero que nunca. Lo llevo en la sangre, me tira”.

Y eso de llevarlo en la sangre le queda a la medida a los periodistas de esta ciudad de La Paz, como Jesús Chávez Jiménez, Víctor Octavio García, Alfredo González González, Luis Diveni, Armida Torres de Caloca. Algunos de ellos han escrito libros y son editores de revistas, como es el caso de Armida con “California Gráfica”.

   Y ya por último he tomado una decisión; voy a comprar el libro a pesar de su costo —540 pesos—porque lo quiero tener junto a los otros que son la herencia literaria de Gabo. Y le doy las gracias a Luis Rosas por acercarme a la producción periodística de este notable escritor colombiano.

martes, 17 de septiembre de 2019

El Quijote paceño


Arq. Gilberto Piñeda Bañuelos
Gilberto Piñeda Bañuelos, originario de la ciudad de La Paz, terminó la carrera de arquitectura en
la Universidad de Guanajuato y después los posgrados en Historia Regional, Economía Política e Historia en la UABCS y en la Habana, Cuba. En el año de 1986 ingresó como catedrático en la misma universidad local.

Después de ocho años de trabajar en la UABCS, Gilberto, conocido más como Tito Piñeda, quedó encargado del proyecto que tomó el nombre de Historia Urbana, Economía, Ciudad y Patrimonio Cultural de La Paz, Santa Rosalía y Guanajuato. Bajo ese proyecto, en 1999 se creó el Centro de Documentación de Historia Económica y Política de Baja California Sur (CEDOHEP) el que, hasta la fecha, ha sido una experiencia pedagógica universitaria en el Departamento de Economía de la UABCS.

En el presente año de 2019, este centro cumple veinte años de su creación siempre con la participación de estudiantes y bajo la guía de Tito Piñeda. En ese largo lapso de tiempo son muchas las actividades que ha desarrollado contando siempre con el respaldo de las autoridades universitarias. Del CEDOHEP se ha derivado el Colectivo de Historia Urbana.

El Colectivo se ha dado a la tarea de contar una historia de la ciudad –puerto de La Paz a través de mapas, planos y fotografías—antiguas y recientes—“que hagan conciencia de rehabilitar ahora, con sentido histórico, la parte antigua de la ciudad de antes…”. Con ese propósito el Instituto Sudcaliforniano de Cultura editó el libro “Historia gráfica de la ciudad-puerto de La Paz”, con la participación de Tito y cinco integrantes del Colectivo.

Dos años antes, el mismo Centro publicó la obra “Notas para una historia de la ciudad de La Paz” en la que también intervinieron miembros del Colectivo con sus investigaciones particulares. El libro es interesante porque hace un recorrido por el pasado de nuestra ciudad, desde los grupos primitivos hasta la época actual, haciendo hincapié en los monumentos históricos que forman parte del Centro Histórico de La Paz.

Sobre esto último, el Colectivo ha presentado estudios muy completos relacionados con la necesidad de asegurar la conservación de esos monumentos, mismos que han hecho llegar al congreso local a fin de que se expidan leyes al respecto. En el presente año de 2019 presentaron el proyecto sobre el centro histórico del panteón de los San Juanes y de la ciudad de La Paz, un estudio integral que aporta nuevos fundamentos para la autorización que se requiere.

Pero Tito Piñeda no se duerme en sus laureles. Se ha dado tiempo para publicar una serie de artículos con el nombre de “Breves Urbanas” relacionados con la antigua Casa de Gobierno, el jardín Velasco, el kiosco del malecón, el templo masónico, la tenería y el parque Cuauhtémoc. Además, ha propuesto que el antiguo edificio de la Casa de Gobierno albergue el Museo de Historia de la ciudad de La Paz.

Por si fuera poco, en el periodo de gobierno del XII ayuntamiento de La Paz, el Colectivo realizó una investigación de campo en muchas localidades del municipio finalizando con la edición de 5 tomos con el nombre de “Imágenes, crónicas y tradiciones paceñas”.

Tito Piñeda no descansa. En coordinación con la SEP, alumnos de escuelas primarias hacen recorridos por el centro histórico y él se encarga de explicarles la importancia de su conservación y la historia de ellos. Así va creando una conciencia del valor cultural de nuestro pasado.

Pero Gilberto no está solo en su terca tarea de hacer realidad sus esfuerzos en bien de nuestra ciudad. Muchos —escritores, periodistas, comerciantes, padres de familia y maestros, entre otros— nos solidarizamos con él porque creemos que tiene la razón. Y aunque muchas veces los que toman decisiones se ven influidos por otros intereses, lo cierto es que, al final, el pueblo de La Paz dará su veredicto en favor de nuestra ciudad.

Y hará bien, porque mientras no se logre, Tito Piñeda seguirá remando a contracorriente, con la firme convicción del hombre que mantiene sus convicciones por sobre todas las cosas. Como el Quijote de la Mancha que era un “enderezador de entuertos”.

sábado, 14 de septiembre de 2019

La niña de Guatemala

María García Granados y Seborío
En la historia de la literatura latinoamericana se encuentra el nombre del poeta y héroe nacional de
Cuba José Martí. Fue un escritor revolucionario que en sus discursos y proclamas defendió al pueblo cubano de la dictadura del gobierno de ese entonces. Fue un activo combatiente por la libertad de su país motivo por el que salió desterrado para refugiarse en México, en Guatemala y en los Estados Unidos.

Autor de innumerables poemas escribió uno, “La Niña de Guatemala” supuestamente dedicado a una mujer con la que tuvo un idilio, pero sin llegar a comprometerse con ella. En lo particular desconocía el origen de ese poema, aunque me gustaba leerlo de vez en cuando.

En días pasados, el estimado amigo Luis Rosas Meza me envió el libro digital “Las largas horas de la noche”, una novela de Antonio Álvarez Gil, en la que relata la estancia de Martí en la ciudad de Guatemala en los años de 1877 a 1878 y su romance con una jovencita de buena familia.

En su condición de refugiado político, José Martí encontró en esa ciudad a compañeros que estaban en las mismas condiciones que él y fueron los que le ayudaron a encontrar trabajo afín a su preparación intelectual. Dio clases de historia de la literatura y filosofía en la Escuela Normal y también en la universidad.

Dentro del círculo intelectual que frecuentaba conoció al general Miguel García Granados, expresidente de Guatemala y a su familia, su esposa y sus dos hijas, la mayor de nombre María que le llamó la atención por su belleza y candor. Poco a poco la atracción fue mutua hasta que la joven en un arrebato de pasión le confesara que estaba enamorada de él. Pero la respuesta de Martí la descorazonó, pues le explicó que estaba comprometido con una dama radicada en la ciudad de México y que tenía el propósito de casarse con ella.

En efecto, meses después abandonó Guatemala, llegó a México, contrajo matrimonio con Carmen y regreso de nueva cuenta a esa ciudad centroamericana. Y mientras tanto la familia de María vivía angustiada porque la joven se refugió en su soledad por un amor no correspondido. El desenlace fue fatal: consumida por la enfermedad murió pensando quizá en el amor de su vida, José Martí.

Por otro lado, Martí tuvo que salir de la ciudad de Guatemala cuando los conflictos políticos se agudizaron y se inició una campaña en contra de los refugiados cubanos en ese país. Le quitaron sus cátedras en la escuela normal y en la universidad y la crítica a su permanencia en esa ciudad lo obligaron a dirigirse a su país natal, Cuba. Ahí continuo con sus afanes libertarios opuestos al caudillismo por lo que lo obligaron a exiliarse. Estuvo en España y posteriormente en la ciudad de Nueva York. Y fue en ese lugar donde escribió su celebrado poema “La niña de Guatemala”. Algunos de sus versos dicen así:

“Quiero a la sombra de un ala
contar este cuento en flor,
la niña de Guatemala
la que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos
y las orlas de reseda
y de jazmín: la enterramos
En una caja de seda.

Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió casado
ella se murió de amor.”
               
En la ciudad de San José del Cabo, existe una leyenda semejante. Una joven de buena familia, Adelina tenía por nombre, contrajo matrimonio con un extranjero de origen portugués, pero por desgracia en su primer parto murió. El esposo, en su intento de no olvidarla, en la lápida de su tumba hizo grabar estos versos:

“Fría e insensible            
bajo esta losa
víctima triste de la
parca airada
una joven beldad
yerta reposa
con lágrimas
tiernísimas lloradas.
fue su muerte
temprana y lastimosa.

Mortal, si haz
conocido los amores
vierte sobre esta losa
una rosa.

   La leyenda es conocida como "La mujer que se murió de amor". Gracias a María de Jesús Ceseña Castro por esta información.