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Gabriel
García Márquez |
Cuando estudiaba en la Escuela
Normal Superior de Tepic, Nay. el maestro de literatura iberoamericana me dejó como tarea leer y analizar el libro “Cien años de soledad” del escritor colombiano Gabriel García Márquez. Lo compré en una librería del centro de la ciudad y me di cuenta que era la
primera edición, aquella que tenía una “E” al revés en la portada. Lo guardé
muchos años en mi modesta biblioteca y en una ocasión lo regalé a uno de mis
alumnos de los cursos de verano de la Escuela Normal Superior. Después me
arrepentí de haberlo hecho.
Con el paso de los años continué
leyendo los libros de este extraordinario autor, entre ellos “La hojarasca”, “El
coronel no tiene quien le escriba”, “El amor en los tiempos del cólera” y “Crónica
de una muerte anunciada”. Y claro, adquirí de nueva cuenta “Cien años de
soledad” de la edición conmemorativa de la Real Academia Española, además de la
biografía de Gabriel de Gerald Martín, un libro de 762 páginas que hablan de la
vida y la obra del premio Nobel de Literatura.
Sabía que Gabriel había sido
periodista y que incluso en muchas de sus entrevistas siempre dejó constancia
de ello. Periódicos de México, Colombia y de España le publicaron con
regularidad muchos de sus reportajes a tal grado que vivió de ellos durante
muchos años. En una ocasión la revista Newsweek dijo de él: “Gabriel García
Márquez tiene un lugar especial en el corazón de los periodistas. Como Charles
Dickens, Mark Twain y Ernest Hemingway, García Márquez titán de la literatura
del siglo XX, pulió su capacidad literaria como reportero antes de convertirse
en un célebre novelista”.
Lo de periodista no me causó
mucho interés, aunque estaba enterado de que existía un libro que recopiló
textos que escribió para periódicos y revistas que se llama “El escándalo del
siglo”, editado en 1981 por Cristóbal Pera y prologado por Jon Lee Anderson. Tuve
intenciones de comprarlo pero el precio me desanimó. Y así pasaron muchos años
hasta que dos semanas atrás el estimado amigo Luis Rosas Meza me lo mando por
internet. Es una versión digital autorizada el año pasado. Por supuesto me
llevó unos cuantos días para leerlo y enterarme de su contenido.
En uno de sus artículos me llamó
la atención de que tres de sus libros preferidos eran “Las mil y una noches”, “Moby
Dick” y un diccionario de la lengua española. Y que de los cuentos, miles de
ellos que se han escrito, los que más lo impresionaron por su originalidad
fueron “La pata de mono” de W.W. Jacobs y “El caso del doctor Valdemar”, de
Edgar Allan Poe. Por supuesto me di tiempo para leerlos y en efecto son cuentos
extraordinarios.
La recopilación de 50 textos que
hizo Cristóbal Pera incluye notas de prensa, crónicas, reportajes, notas de
prensa y artículos de opinión. Dice él que los entresacó del libro “Gabriel
García Márquez, Obra periodística” en cinco tomos de Jacques Gilard. Todos los
textos son interesantes, pero varios me gustaron como “La muerte es una dama
impuntual, “Desventuras de un escritor de libros”, “No se me ocurre ningún
título”, “La poesía al alcance de los niños”, “María de mi corazón” y “¿Cómo se
hace una novela?” Sobresale, desde luego, la narración que da origen al nombre
del libro “El escándalo del siglo”.
En “No se me ocurre ningún
título”, Gabriel relata su estancia en la ciudad de París junto con otros
exilados, entre ellos el poeta cubano Nicolás Guillén. Hospedado en un modesto
hotel y después de enterarse de las noticias del día, abría la ventana que daba
a la calle y las gritaba a pulmón abierto, en especial las que se referían a
los países de América. En una ocasión, los transeúntes oyeron “Se cayó el
hombre” y cada quien pensó que habían derrocado a alguno de los dictadores de
esos países, como Juan Domingo Perón, de Argentina, Fulgencio Batista, de Cuba,
Anastacio Somoza, de Nicaragua o Rafael Leonidas Trujillo, de República
Dominicana, pero el destituido fue el general Juan Domingo Perón.
En “El escándalo del siglo”,
García Márquez narra el crimen de la joven Wilma Montesi cuyo cadáver apareció
en una playa, pero al cabo de minuciosas investigaciones no pudieron descubrir
el móvil de su asesinato. En las pesquisas se vieron involucrados personajes de
la política y millonarios sin que se llegara a aclarar bien a bien su
participación en este hecho de sangre. El supuesto crimen quedó sin aclarar y
con el paso de los años una frase resumió ese caso: “Muerta, Wilma Montesi
pasea por el mundo”.
Leer los textos que aparecen en
el libro es una tarea reconfortante además de ser un tiempo bien empleado
porque, además de dimensionar la calidad de periodista de Gabriel García
Márquez, se adquieren conocimientos de muchos de los hechos que sucedieron en
el mundo, y de los cuales él fue testigo presencial, como su visita a Cuba a
raíz del triunfo de la revolución cubana encabezada por Fidel Castro.
García Márquez afirmaba que el
periodismo es el mejor oficio del mundo. “Toda la vida —aseguraba— he sido
periodista, mis libros son libros de periodista” Y agregaba: “No quiero que se
me reconozca por “Cien años de soledad” ni por el premio Nobel, sino por el
periódico…, nací periodista y hoy me siento más reportero que nunca. Lo llevo
en la sangre, me tira”.
Y eso de llevarlo en la sangre
le queda a la medida a los periodistas de esta ciudad de La Paz, como Jesús
Chávez Jiménez, Víctor Octavio García, Alfredo González González, Luis Diveni,
Armida Torres de Caloca. Algunos de ellos han escrito libros y son editores de
revistas, como es el caso de Armida con “California Gráfica”.
Y ya por último he tomado una decisión; voy a
comprar el libro a pesar de su costo —540 pesos—porque lo quiero tener junto a
los otros que son la herencia literaria de Gabo. Y le doy las gracias a Luis
Rosas por acercarme a la producción periodística de este notable escritor
colombiano.
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