|
María García Granados y Seborío
|
En la historia de la literatura
latinoamericana se encuentra el nombre del poeta y héroe nacional de
Cuba José
Martí. Fue un escritor revolucionario que en sus discursos y proclamas defendió
al pueblo cubano de la dictadura del gobierno de ese entonces. Fue un activo
combatiente por la libertad de su país motivo por el que salió desterrado para
refugiarse en México, en Guatemala y en los Estados Unidos.
Autor de innumerables poemas escribió
uno, “La Niña de Guatemala” supuestamente dedicado a una mujer con la que tuvo
un idilio, pero sin llegar a comprometerse con ella. En lo particular
desconocía el origen de ese poema, aunque me gustaba leerlo de vez en cuando.
En días pasados, el estimado amigo
Luis Rosas Meza me envió el libro digital “Las largas horas de la noche”, una
novela de Antonio Álvarez Gil, en la que relata la estancia de Martí en la
ciudad de Guatemala en los años de 1877 a 1878 y su romance con una jovencita
de buena familia.
En su condición de refugiado político,
José Martí encontró en esa ciudad a compañeros que estaban en las mismas
condiciones que él y fueron los que le ayudaron a encontrar trabajo afín a su
preparación intelectual. Dio clases de historia de la literatura y filosofía en
la Escuela Normal y también en la universidad.
Dentro del círculo intelectual que
frecuentaba conoció al general Miguel García Granados, expresidente de
Guatemala y a su familia, su esposa y sus dos hijas, la mayor de nombre María
que le llamó la atención por su belleza y candor. Poco a poco la atracción fue
mutua hasta que la joven en un arrebato de pasión le confesara que estaba
enamorada de él. Pero la respuesta de Martí la descorazonó, pues le explicó que
estaba comprometido con una dama radicada en la ciudad de México y que tenía el
propósito de casarse con ella.
En efecto, meses después abandonó
Guatemala, llegó a México, contrajo matrimonio con Carmen y regreso de nueva
cuenta a esa ciudad centroamericana. Y mientras tanto la familia de María vivía
angustiada porque la joven se refugió en su soledad por un amor no
correspondido. El desenlace fue fatal: consumida por la enfermedad murió
pensando quizá en el amor de su vida, José Martí.
Por otro lado, Martí tuvo que salir de
la ciudad de Guatemala cuando los conflictos políticos se agudizaron y se
inició una campaña en contra de los refugiados cubanos en ese país. Le quitaron
sus cátedras en la escuela normal y en la universidad y la crítica a su
permanencia en esa ciudad lo obligaron a dirigirse a su país natal, Cuba. Ahí
continuo con sus afanes libertarios opuestos al caudillismo por lo que lo
obligaron a exiliarse. Estuvo en España y posteriormente en la ciudad de Nueva
York. Y fue en ese lugar donde escribió su celebrado poema “La niña de
Guatemala”. Algunos de sus versos dicen así:
“Quiero a la sombra de un ala
contar este cuento en flor,
la niña de Guatemala
la que se murió de amor.
Eran de lirios los ramos
y las orlas de reseda
y de jazmín: la enterramos
En una caja de seda.
Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió casado
ella se murió de amor.”
En la ciudad de San José del Cabo,
existe una leyenda semejante. Una joven de buena familia, Adelina tenía por
nombre, contrajo matrimonio con un extranjero de origen portugués, pero por
desgracia en su primer parto murió. El esposo, en su intento de no olvidarla,
en la lápida de su tumba hizo grabar estos versos:
“Fría e insensible
bajo esta losa
víctima triste de la
parca airada
una joven beldad
yerta reposa
con lágrimas
tiernísimas lloradas.
fue su muerte
temprana y lastimosa.
Mortal, si haz
conocido los amores
vierte sobre esta losa
una rosa.
La leyenda es conocida como "La mujer que se murió de amor". Gracias a María de Jesús Ceseña Castro por esta información.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario