Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

lunes, 26 de agosto de 2019

El Jorobado y las caguamas

QUASIMODO
En uno de mis primeros libros incluí una anécdota relacionada con un encargo que le hizo el dueño de un rancho ganadero a un par de trabajadores, quienes llegaron a un campamento de pescadores en busca de una caguama. Compraron una de escasos cuarenta kilos, la amarraron bien en el lomo del burro que habían llevado con ese fin y pusieron camino al rancho.


Era temprano y por eso uno de ellos invitó al otro para que se detuvieran en un rancho intermedio donde vivían dos muchachas con las que estaban quedando bien. Al burro lo ataron en el tronco de un palo verde, saludaron a la familia y platicaron largo y tendido con las jóvenes de sus amores.

Sin sentir pasaron las horas, hasta que uno de ellos le dijo al otro: “Vámonos ya, no sea que se enoje el patrón porque nos tardamos mucho”. Lo malo fue que al llegar adonde habían dejado al burro no lo encontraron y por más que lo buscaron no dieron con él. Cayendo la tarde regresaron al rancho y tuvieron que soportar la regañada por la pifia cometida.

Pasaron las semanas y un día un trabajador que andaba campeando en busca de unas vacas remontadas regresó con la noticia de que había encontrado al burro y sobre su lomo el esqueleto de la caguama. De todas maneras el incidente fue conocido por los habitantes de las rancherías de la región con las burlas correspondientes.

Ahora que está en boca de todos la catedral de Notre Dame por el incendio que sufrió, nos acordamos de un personaje que aparece en la novela de Víctor Hugo, “Nuestra Señora de París” llamado Quasimodo. Era tuerto, cojo y jorobado y trabajaba como campanero de la catedral. Y lo mencionamos por una leyenda que corre por la región de Loreto en la que se involucra un jorobado.

En efecto, un día de tantos un ranchero que andaba en el monte llegó asustado a su casa diciendo que había visto a un fantasma con una enorme joroba en su espalda y que iba corriendo abriéndose paso entre los matorrales. Pronto lo perdió de vista y con el susto no pudo seguirlo. Dio santo y seña del lugar donde se le apareció no muy lejos de la carretera donde un retén de la policía revisaba los vehículos que se dirigían al Valle de Santo Domingo.

Hubo diversas ocasiones en que otras personas divisaron al jorobado en esa zona, aunque no supieron donde desaparecía. Por si acaso de alguna desgracia, los rancheros comenzaron a rodear ese lugar cuando se internaban en el monte. Y claro, la noticia poco a poco fue conocida por los habitantes de esa región.

Hace ya varias décadas la pesca de las caguamas en los litorales de la Baja California era un negocio redondo, pero no para el consumo de su carne o aceite, sino por la piel de su pescuezo y aletas. Se dio el caso de una cooperativa de pescadores en el sur del estado que destazó miles de esos quelonios cuyos restos se amontonaban para después ser quemados. Fue por eso que el gobierno federal en buena hora prohibió su pesca y comercialización. Hasta la fecha a los transgresores se les aplican fuertes multas, el decomiso de sus embarcaciones y hasta la cárcel.

El antecedente viene al caso por el fantasma del jorobado que se aparecía en la zona agreste de la región de Loreto, porque a pesar de la prohibición de la pesca de la caguama, siempre ha habido maneras de evadir la ley y poder disfrutar de una apetitosa sopa de ese animal, una tradición culinaria de esta región de México.

El Golfo de California siempre ha sido pródigo en especies marinas, entre ellas la caguama llamada golfina. Por eso algunos vivales las transportan valiéndose de diversas estrategias. Una de ellas dio origen al fantasma del jorobado de Loreto.

Luis N. conducía su picap por la carretera que va de Loreto a Ciudad Insurgentes, acompañado de Pedro R. Unos 300 metros antes de llegar al retén de la policía, el vehículo se detuvo a orillas del camino, los dos se bajaron y una caguama que llevaban, de unos treinta kilos, Luis la colocó en la espalda de su compañero amarrándola fuertemente, inmovilizando las aletas y la cabeza de la tortuga. Le puso una camisa sobre sus hombros tapando el animal, mientras le decía: “Te espero en la curva, después que pase el retén”. 

En efecto, después de esperar una media hora vio llegar a Pedro todo sudoroso por la corrida entre el monte. Luis desató la caguama, la subieron al vehículo y partieron rumbo al pueblo donde ya los esperaban para preparar el festín. Y como toda esta artimaña se hizo en secreto, todavía hasta la fecha muchas personas juran y perjuran que vieron al jorobado correr desesperado entre los breñales. Así se forjan las leyendas en esta región de nuestro país.

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