Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

viernes, 27 de octubre de 2023

MUJERES CONQUISTADORAS

    En su libro “El reto del historiador” José Enrique Ruiz Domenec, hace mención de tres mujeres —Glikl bas Judah, Marie de Incarnation y María Sibyla— que llegaron al Nuevo Mundo, a Surinam, en busca de su realización personal y de las injusticias a que son sometidas todas las de su género en aquel tiempo.

    El ensayo sobre estas mujeres se debe a la autora Natalie Zemon Davis quien lo escribió en el año de 1995, y en él se refiere al “melodrama de las mujeres del pasado y sus grandes logros en el proceso de una escritura de la historia que permita la narración de los casos singulares convertidos en paradigmas de una sociedad y de una época”.

    Cuando en 1492 Cristóbal Colón descubrió América y años después durante la conquista y colonización de los territorios descubiertos, fueron mujeres las acompañantes de los aventureros que recorrieron las tierras y las costas y fundaron pueblos y ciudades a todo lo largo y ancho del continente. Pocas en número al principio, después antes las noticias de las riquezas encontradas en el Nuevo Mundo, otras mujeres, algunas de buena posición, fueron llegando a fin de establecer núcleos familiares, pero también para atender el comercio y otras actividades afines.

    Cierto, los recorridos por las costas americanas fueron efectuadas por marinos experimentados y la historia da cuenta de ellos: Colón y su hijo Diego, Fernando de Magallanes, Pedrarias Dávila, Alonso de Ojeda, Pedro Álvarez Cabral, Francisco Pizarro, Hernán Cortés, Juan Días de Solís.
    
    Pero hubo una mujer que realizó una hazaña al dirigir una expedición al sur del continente, a la región del Río de la Plata, donde se encontraba la comunidad de Asunción de Paraguay. La historia es así:

    En el año de 1547, la región del Río de la Plata estaba gobernada por Alvar Núñez Cabeza de Vaca —en otra crónica hablaremos de cómo llegó allí— pero un opositor lo encarceló quedando el puesto vacante. Esta oportunidad la aprovechó un personaje llamado Juan de Sanabria.

    En entrevista con el rey Carlos I, éste le concedió el nombramiento de Adelantado del Río de la Plata, pero le impuso una condición: suspender la conquista y poblar. Con la autorización, Sanabria preparó la expedición fletando tres barcos. Además de la tripulación, embarcó cien matrimonios con hijos y cien mujeres solteras.

    A mediados de 1549, se preparó para salir de Sanlúcar de Barramea, pero entones Sanabria se enfermó y murió dejando sin jefe la expedición. Fue por eso que su esposa, Mencia Calderón, se hizo cargo del viaje. Fue la primera vez una mujer capitaneara semejante aventura hacia las Indias como se conocía entonces al continente americano.

    El viaje estuvo lleno de peligros: asalto de una de sus naves por piratas, falta de víveres, enfermedades, incluso la hija menor de doña Mencia falleció en el trayecto. Con la pérdida de un barco y los otros en mal estado, a fines de 1550 llegaron a Santa Catalina, en la costa de Brasil. Era una región dominada por los portugueses que se negaron a ayudarlos para proseguir su viaje.

    Ante esta crítica situación, doña Mencia decidió continuar con la expedición y se embarcaron logrando llegar a un pequeño asentamiento llamado San Francisco de Mbiazá. De allí una parte de la gente se embarcó rumbo a Asunción de Paraguay, mientras que el resto dirigido por la señora Calderón, recorrieron por tierra 1,500 kilómetros atravesando sierras, llanuras, la mayoría de ellas inexploradas.

    Por supuesto en el viaje se hizo acompañar de porteadores indígenas, mujeres casadas y solteras y cabezas de ganado como alimento. La expedición llegó a su destino a mediados de 1556. A su lado llegaron menos de la mitad de las mujeres solteras que habían salido de España.

    Doña Mencia Calderón, viuda del Adelantado Sanabria, había logrado lo imposible. De las mujeres solteras que llegaron descienden los primeros criollos del Río de la Plata. Este relato aparece en el libro “La cruzada del océano” de José Javier Esparza.

Octubre 19 de 2023.

viernes, 13 de octubre de 2023

LA COLONIA LA LAGUNA Y EL VALLE DEL VIZCAÍNO

    En el año de 1954 un grupo conformado por 300 personas llegó al Valle de Santo Domingo y fundaron la colonia La Laguna, ya que ellos procedían de los estados de Coahuila y Durango. Formaron un asentamiento a un lado del poblado de Insurgentes y, con el paso del tiempo, se integraron al mismo.

    Entre los que llegaron al Valle estaban Juan José Soto Molina, responsable del grupo, Alejandro Rangel, Conrado García, Silvino Rocha Meza, Cristóbal Nieves Montes y Encarnación Montelongo.

    Como lo hicieron otros grupos que llegaron al Valle y fundaron colonias como la Nueva California, Jalisco, Álvarez, Teotlán, los laguneros se dedicaron al desmonte y nivelación de las tierras otorgadas por la Comisión Deslindadora a cargo del ingeniero Luis J. Gallo Quevedo.

    Dos años después la colonia contaba con 50 lotes y ocho pozos. En 1957 era poseedora de 3,050 hectáreas repartidas en 56 lotes agrícolas. En 1970 se reportó que solo eran nueve los propietarios de lotes agrícolas en producción.

    Desde luego cabe la pregunta: ¿qué fin tuvieron los que no lograron oportunidades de conseguir créditos para cultivar sus lotes? El crédito consistía en poder abrir pozos, motores y bombas extractoras del agua, así como avíos para siembras. Una respuesta razonable fue la avalancha de solicitudes que sobrepasaron las finanzas del gobierno territorial y la falta de avales para que las casas comerciales de La Paz les facilitaran los implementos necesarios.

    Como años antes se había hecho en el Valle de los Planes y en el Valle de Santo Domingo, a finales de la década de los sesenta, se abrió la colonización en el Valle del Vizcaíno. Los objetivos fueron el poblamiento de esa región asegurando su soberanía y convertirla en un polo de desarrollo benéfico para la entidad y del país.

    El primer centro de población que se fundó fue en el año de 1966 y llevó el nombre de ejido Gustavo Díaz Ordaz. Al año siguiente el ejido Emiliano Zapata y así, en los siguientes años, se fueron fundando otros ejidos hasta llegar al número de 28. Algunos de ellos son Plan de Ayala, Alfredo V. Bonfil, Emiliano Zapata, Guadalupe Victoria, Lagunitas y Benito Juárez. Este último se encuentra en los límites con el océano Pacífico y su extensión territorial abarca la Laguna Ojo de Liebre a un lado de la cual se encuentra el pueblo de Guerrero Negro y las salinas de esa misma región.

    En la relación de centros de población establecidos en el Valle se localiza la colonia Laguneros, lo cual es extraño para una región cubierta por ejidos. La única explicación a priori, es que esa colonia se formó con personas y familias que antes habían llegado al Valle de Santo Domingo y por falta de fuentes de trabajo emigraron al Vizcaíno. O bien por colonizadores oriundos de los estados de Coahuila y Durango.

    Existe también otro ejido con el nombre de Lagunitas que puede tener el mismo origen. Pero lo cierto es que esa región se pobló con gente de otros estados de la república, siempre con el anhelo de lograr mejores medios de vida. Y están logrando buenos resultados en un sistema comunal, aunque ahora, con la creación de la Biosfera del Vizcaíno, sus actividades se han reducido por la reglamentación de esa área protegida.

    Allá una colonia y un ejido con el nombre genérico de La Laguna y acá, en el Valle de Santo Domingo, una colonia con el mismo nombre, pero las tres, integradas por familias que ya se han identificado con la idiosincrasia del pueblo sudcaliforniano, son parte importante en el desarrollo agrícola de nuestra entidad. 

Septiembre 05 de 2023.

jueves, 5 de octubre de 2023

LOS LLANOS DE LA MAGDALENA

    En el año de 1936, el presidente Lázaro Cárdenas expidió un Manifiesto a la Nación con el fin de realizar el fomento de los Territorios de Baja California y Quintana Roo. En uno de los párrafos dijo “Baja California y Quintana Roo han tenido que luchar contra el aislamiento, que se deriva de su situación geográfica especial y de la falta casi absoluta de medios de comunicación hacia el resto de la República, para mantener con éste la comunidad de la raza, la unidad de cultura y la relación de índole económicos que hacen de aquellas entidades parte integrante de nuestra nacionalidad”.

    Además agregó que esas lejanas entidades “las inexploradas riquezas de los Territorios despiertan lógicas ambiciones por su extensión, por sus recursos forestales y mineros por la abundancia de su fauna acuática y terrestre y por la ventajosa topografía de sus litorales”.

    Lógicas ambiciones que en los siglos pasados en la Baja California se hicieron realidad con los intentos de apropiarse de nuestro territorio, como fueron los casos de la Concesión Leese en 1864, la intervención norteamericana en 1846—48 y la invasión filibustera de William Walker en 1853, sólo por mencionar los más relevantes.

    La concesión otorgada a Jacobo Leese amparado por una ley expedida por el presidente Juárez en 1863, le concedía el derecho de explotación de una superficie que comprendía de La Paz a Guerrero Negro, por los litorales del océano Pacífico, incluyendo los que se conocían como Llanos de la Magdalena.

    El compromiso de colonizar esta región no pudo ser cumplida y entonces Leese traspasó la concesión a la Flores Hale y Compañía en el año de 1883 y ésta, incapaz también de formar centros de población, tuvo que apegarse a la decisión del gobierno de declarar nulo el contrato en 1917, contrato que amparaba la posesión de 2,158,427 hectáreas.

    Pero tres años antes, en 1914, el gobierno usurpador de Victoriano Huerta autorizó la adquisición de 1,968,732 hectáreas al señor Delbert J. Haff. Esa concesión duró hasta el año de 1921 cuando el presidente Álvaro Obregón de nueva cuenta le concedió un nuevo contrato concediéndole el derecho de propiedad de todos los terrenos que había adquirido con anterioridad.

    La concesión otorgada por el gobierno de Obregón fue duramente criticada por considerar que se estaba enajenando gran parte de la península de la Baja California a capitales extranjeros. Y uno de los que más se opuso fu el general Amado Aguirre, quien en ese mismo año de 1921 dirigió al presidente una carta en la que le decía. “Con el mayor respeto y con toda la lealtad y adhesión que siempre he demostrado a Usted y a su gobierno, voy a permitirme hacer algunas consideraciones sobre el contrato que con fecha 18 de marzo último, celebró la Secretaría de Agricultura y Fomento con el C. Americano Delbert J. Haff, enajenando una extensa superficie de la costa occidental del Distrito Sur de la Baja California”.

    Sin solucionar el problema planteado por el general Aguirre, hubieron de pasar 12 años en esa anómala situación de peligro para nuestro país, cuando el presidente Abelardo L. Rodríguez, ante la presión del gobernador del Territorio, Juan Domínguez Cota, declaró nula la concesión de Haff y la devolución de las tierras al gobierno mexicano, incluyendo los Llanos de la Magdalena.

    La liberación de los Llanos permitió la colonización en la parte norte con los centros de población de Santo Domingo, Matancitas, San Juan de Matancitas y Poza Grande. Con el tiempo estas colonias se convirtieron en ejidos. Y así permanecieron hasta 1949, cuando se inició en grande la colonización del Valle de Santo Domingo.

Septiembre 27 de 2023