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Antonieta Rivas Mercado
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En el año de 1831, el poeta y
novelista Víctor Hugo publicó su novela “Nuestra Señora de París” haciendo
referencia a la centenaria catedral que lleva el nombre de Notre Dame y que es
un símbolo de la cultura europea y de Francia en particular. A esta obra
literaria se le recuerda con motivo del incendio que devastó parte de su
estructura en el reciente 15 de abril del presente año.
La trama de la novela reúne a
dos personajes principales, Esmeralda, una hermosa gitana y Quasimodo,
campanero de la catedral de Nuestra Señora de París. Su padre adoptivo el
archidiácono Claude Frollo, conoce a Esmeralda y atraído por su belleza ordena
a su hijo que la rapte. Pero la intervención de la policía evita el secuestro y
Quasimodo es azotado en la plaza pública. Con el castigo y sufriendo de la sed,
la gitana se acerca y le da agua lo que se convierte en agradecimiento y deseos
de protegerla.
Cuando Esmeralda es acusada de
asesinar a su amante y condenada al patíbulo, el jorobado Quasimodo la ayuda a
escapar y la esconde en la catedral, pero Frollo la encuentra y le exige que corresponda
a su pasión pues de lo contrario la denunciará para ser ajusticiada. Y como la
gitana se niega, la pone en manos de la justicia que la conduce al patíbulo
donde muere.
En su época la novela fue un
éxito y traducida a varios idiomas. En su desarrollo Víctor Hugo aprovecha la
oportunidad para referirse ampliamente a la importancia de Notre Dame en la
historia de Francia, de la arquitectura gótica medieval y la influencia de ésta
en la construcción de las catedrales de muchas partes del mundo.
Por otro lado, la catedral ha
sido escenario de ceremonias especiales como la coronación de Enrique VI de
Inglaterra en 1429, la coronación de Napoleón Bonaparte en 1804 y la
beatificación de Juana de Arco en el año de 1909. En 1944 hubo una misa
especial para celebrar la liberación de la ciudad de París del dominio alemán,
con la asistencia de los generales Charles de Gaulle y Philippe Lecrerc.
Además, y esta fue una verdadera
tragedia, en el interior de la catedral de Notre Dame el 11 de febrero de 1931
ocurrió el suicidio de la mexicana Antonieta Rivas Mercado utilizando una
pistola de su amante José Vasconcelos. Así terminó la vida de una mujer que en
vida fue protectora de las artes, sobre todo en la música, el teatro y la
pintura. En 1928 conoció a Vasconcelos cuando iniciaba su campaña como
candidato a la presidencia de la república, lo apoyó económicamente y participó
activamente en el logro de sus aspiraciones. Ante el fracaso de la campaña y
después de las amañadas elecciones donde salió electo Pascual Ortiz Rubio
respaldado por el partido oficial, María Antonieta radicó en la ciudad de
París. Vasconcelos hizo lo mismo.
En el año de 1998, la editorial
Trillas publicó el libro “El Proconsulado” con las memorias de la campaña
presidencial de José Vasconcelos, de su fracaso y su exilio en los Estados
Unidos, Cuba y París. En esta ciudad fue el reencuentro con Valeria —así la
llamaba— y conoció de cerca los fúnebres sentimientos de ella que la orillaron
al suicidio.
Vasconcelos estaba enterado de
los intentos de acabar con su vida de Antonieta, pero no creyó que lo haría. En
la conversación con un amigo en común, así describe la tragedia:
“Subimos a su cuarto de hotel y
no estaba; en mi cuarto, sobre la mesa estaba una carta, un recado de breves
líneas en que avisaba como la cosa más natural del mundo: “En este momento
salgo a cumplir lo que te dije; no me llevo ningún resentimiento; sigue
adelante con tu tarea y perdóname, ¡Adiós!
“Al bajar, en la oficina del
hotel me dijeron —tiene usted un llamado urgente del consulado de México— era
el cónsul en persona Antonio Pani:
--Hace más de una hora trato de
comunicarme con usted, ¿ya sabe lo de Valeria?
--No, ¿qué? Es decir, temo algo,
¿qué sucede?
A Pani le temblaba la voz y
balbuceó: “Pues ya, ya, acaba de morir, me lo dijeron en una comisaría…”.
En el sepelio Vasconcelos
recuerda: “En silencio frío, sin discursos y sin más bendición que el amor que del
alma bajaba a su fosa, ocupó el sitio de los muertos una de las más grandes
mexicanas de todos los tiempos”.
María Antonieta Valeria Rivas Mercado
Castellanos está sepultada en una fosa común en uno de los panteones de la
ciudad de París. Por su parte la catedral de Notre Dame realizó una ceremonia
especial y cerró sus puertas varios días, con el objeto de “limpiar” el recinto
de ese sacrilegio.