Antier, día ocho, se cumplieron seis meses de tu partida. Un largo tiempo que no logra acabar con la angustia y la desolación que sigue mellando mi corazón. Pero me reconforta todas las mañanas cuando, frente a tu última fotografía que te tomé en la finca que lleva tu nombre, te doy los buenos días, te platico de como me fue el día anterior y, entre lágrimas, el desconsuelo porque ya no estás a mi lado. Y ya van seis meses que hago lo mismo. Y lo haré hasta que la muerte acabe conmigo. No en vano fuiste mi compañera durante gran parte de mi vida y por eso extraño mucho tu ausencia. En estos días, con el invierno encima, trato de abrazarte y solo el vacío encuentro a mi lado. Y la angustia renace. Mi amor de siempre me abandonó y atrás quedan miles de recuerdos de su compañía. Por eso, con palabras tristes, dedico estos versos a la se fue.
LA
QUE SE FUE
Te fuiste como las nubes viajeras,
como
las golondrinas fugaces,
te
fuiste como rosas marchitas
dejando
su aroma en la orfandad.
Me
abandonaste y no hay respuesta
que
mitigue mi dolor por tu ausencia,
cuando
los días eran nuestros amigos
y
las mañanas alegraban nuestros corazones.
Te
fuiste y la pregunta quema mis labios
como
un triste crisol que se apaga,
¿por
qué me abandonaste, por qué?
y
el silencio ahoga las prisas por saberlo.
Ahora
que ya no estás
extraño
los años felices,
los
tiempos eternos
testigos
de nuestro amor.
Pero
ese amor te alcanzará,
mis
pasos serán los tuyos,
y
entonces, como presagio,
tú
y yo, juntos para siempre.