Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

martes, 30 de noviembre de 2021

UN MES DE SUERTE

Me fue bien este mes de noviembre. Amigos de siempre me obsequiaron libros, todos relacionados con la historia de la Baja California. Así es que todo este tiempo me la pasé ampliando mis conocimientos aunque, a decir verdad, no he terminado de leerlos.

Los dos primeros llevan por títulos “California, biografía de una palabra” y “Hernán Cortés en California” de la autoría de Carlos Lascano Sahagún. Este último fue presentado durante los festejos del Día de la Californidad, en la ciudad de Cabo San Lucas, y después en la Universidad Autónoma de Baja California Sur.

Por su parte, Luis Domínguez Bareño me regaló dos libros: “Tricentenario de las misiones del sur de las Californias” de su autoría junto con Armando Jesús Romero Monrteverde. El otro titulado “Misioneros de acero. La transpeninsular, 1972-1973” es del ingeniero César Kernz Pérez. Ambos fueron editados por el Archivo Histórico Pablo L. Martínez cuando fue director Domínguez Bareño.

Y ya en esta semana, la estimadas amiga Elizabeth Acosta Mendía me trajo a regalar el último libro del doctor en historia David Piñera Ramírez titulado “Miguel León Portilla: su palabra y presencia en Baja California”. En la contraportada del texto se lee lo siguiente:

“Al lado de la relevante imagen de Miguel León Portilla como estudioso de la cultura náhuatl y humanista, hay otro poco conocido: la de su profundo interés en la historia de la península de la Baja California. De eso trata este libro. Hace referencia a su abundante obra historiográfica enfocada en los grupos aborígenes y en la etapa misional de la región. Así surge el concepto de California Mexicana que él acuñó, para poner de manifiesto que el nombre California se aplicó originalmente al sur de la península y luego se fue extendiendo hacia el norte hasta llegar a Los Ángeles y San Francisco, pertenecientes en su momento a México. En esa virtud, poniéndose por encima del atraco sufrido en 1848, León Portilla, con un sentido histórico nacionalista, ondea la bandera de la California Mexicana”.

En el capítulo “Su sentido de Baja California como unidad peninsular” David Piñera dice: “Si bien los ámbitos del sur y el norte de la Baja California en la actualidad son muy distintos, en el fondo constituyen una unidad geográfica e histórica… En ocasiones las circunstancias lo orientaron a visitar con más frecuencia la parte norte de la península, lo que pareciera que se olvidaba de la otra, pero la realidad es que nunca perdió ese sentido de unidad peninsular”.

Consecuente con la cita anterior, el autor recrea la estancia de León Portilla en nuestra entidad, la que recorrió visitando las misiones jesuitas acompañado de su esposa y el valioso respaldo que dio origen al Archivo Histórico de la ciudad den La Paz. Recuerda su asistencia a las Semanas de Información Histórica efectuadas en el sexenio de 1981 a 1987, así como su visita a nuestra capital a fin de recibir el grado Honoris Causa de la UABCS, en el año de 2016.

El autor no menciona la presencia de León Portilla en el pueblo de Loreto con motivo de los 300 años de su fundación en el año de 1997. En esa ocasión presentó su libro “Loreto, capital de las Californias. Las cartas fundacionales de Juan María de Salvatierra”. Allí estuvieron Miguel Mathes y doña Carmen Boone Canovas, entre otros distinguidos visitantes.

León Portilla fue autor de interesantes libros sobre Baja California, entre ellos “La California Mexicana. Ensayos acerca de su historia” y “Testimonios Sudcalifornianos”. Pero su obra principal fue el rescate de los manuscritos del padre Miguel del Barco y la publicación de ellos bajo el título de “Historia natural y crónica de la Antigua California”.

Eligio Moisés Coronado cuenta una anécdota ocurrida durante su visita a los pueblos y misiones en el año de 1969. Cuando llegaron a la misión de San Francisco Javier, León Portilla se acercó a la iglesia llevando en sus manos un ejemplar de la Historia Natural y palpando una de sus paredes dijo: “Padre Miguel del Barco, aquí está su libro” Y es que Del Barco estuvo varias décadas encargado de esa misión.

Moisés Coronado —dice Piñera— fue testigo de como aquel hombre excepcional entablaba un diálogo con otro haciendo abstracción de los dos siglos que los separaban. Entendió también que un auténtico historiador vincula el pasado con el instante que se vive y que a la vez da a la historia la vitalidad del presente. 
Noviembre 24 de 2021

jueves, 4 de noviembre de 2021

¿QUÉ NOMBRE LE PONDREMOS?

En el año e 1980 —un poco más de 40 años— Francisco Arámburo publicó el libro “Siluetas de Sudcalifornia” y entre los artículos incluidos está el que llamó ¿Qué nombre le pondremos, matarili, lire, ron? Es un texto que en el mes de diciembre de 1979 salió publicado en el periódico El Sudcaliforniano.

Francisco se refiere al nombre que llevaría nuestro estado después que en 1974 el Congreso de la Unión aprobó esta nueva condición en lugar del antiguo Territorio de Baja California.

Critica el oportunismo del entonces Territorio Norte cuando en 1952 se convirtió en estado con el nombre de Baja California, y aquí nos dejaron igual. Y después, cuando se convirtió nuestra entidad en un estado más de la federación nos bautizaron con el nombre de Baja California Sur.

“Nos dejaron—dice Paco—con un nombre kilométrico, ilógico, injusto y poco práctico. Poco práctico porque en esta moderna época de dinamismo, rapidez, abreviaciones, se impone un nombre conciso, preciso y llano, preferentemente de una sola palabra”.

Respecto al término “baja”, supone la idea de inferioridad, algo de segundo término; una cosa baja está siempre en un plano inferior. Y continúa diciendo “Y respecto a la palabra “sur”, en inglés suena como “sewer” que significa cloaca, cañería”

En esos años hubo opiniones respecto al nombre que debería darse a nuestro estado. Hubo propuestas como Antigua California, California Mexicana, California Sur, Sudcalifornia o tan solo California.

A partir de esa fecha, siempre se ha cuestionado el nombre de nuestro estado, pero ha sido en los últimos años cuando se le comenzó en llamar “Baja Sur” eliminando el término California, sobre todo por los turistas norteamericanos muy dados a los apócopes, aunque por imitación muchos comercios e instituciones oficiales repiten ese desacato.

En crónicas anteriores he dado ejemplos de esta anómala equivocación, como aquel maestro que compuso un poema al que tituló “La juventud y mi Baja Sur” mismo que fue declamado por un alumno en un concurso nacional. O de aquel funcionario de turismo aprobando una manta publicitaria que decía “Bienvenidos a Baja Sur”

En fechas recientes se continúa repitiendo los vocablos Baja Sur para identificar a nuestra entidad. Una empresa automovilista se llama Kia Baja Sur. Y hace días durante un ciclo de conferencias en torno al problema del agua en nuestro estado, un expositor repitió varias veces esos vocablos en lugar de Baja California Sur.

Ante esta pérdida de identidad, diversos historiadores, escritores, periodistas y maestros han levantado su voz para defender que la palabra California no se olvide, ya que ha sido nuestra acompañante desde que Hernán Cortés pisó esta tierra en el año de 1535.

Al respecto, en una ocasión en que un gobernador del estado de Baja California hizo propaganda diciendo “Yo soy Baja” refiriéndose a su entidad, el historiador Carlos Lazcano le replicó en un artículo que tuvo difusión nacional. Además de reprocharle el olvido de la palabra California, lo ilustró de los porqués nunca debemos omitir su nombre que identifica a la península. Así lo dijo “Al desdibujarse el nombre California estamos perdiendo algo fundamental de nuestras raíces históricas y culturales. Los que vivimos en esta tierra no debemos permitirlo”

Carlos Lazcano a través de sus artículos en el periódico El Vigía y de sus libros publicados, siempre ha defendido la identidad de los bajacalifornianos, tal como lo hacen Eligio Moisés Coronado, Rosa María Mendoza, Sealtiel Enciso, Elizabeth Acosta y otras personas que conocen nuestro pasado.

Al hacerlo, no pretendemos restarle importancia a nuestra identidad proponiendo un nombre más breve eliminando los vocablos “baja y sur”; supone la afirmación de los nuestro, ese que durante mucho siglos ha sido el principal motivo de nuestra calidad de habitantes de esta región de México. Y es conservar para siempre la palabra que nos identifica: CALIFORNIA.

Y sí por nuestra postura algunas personas la critican creemos que están en su derecho, aunque a nosotros la historia nos respalda.

Noviembre 03 de 2021.