En el año e 1980 —un poco más de 40 años— Francisco Arámburo publicó el libro “Siluetas de Sudcalifornia” y entre los artículos incluidos está el que llamó ¿Qué nombre le pondremos, matarili, lire, ron? Es un texto que en el mes de diciembre de 1979 salió publicado en el periódico El Sudcaliforniano.
Francisco se refiere al nombre que llevaría nuestro estado después que en 1974 el Congreso de la Unión aprobó esta nueva condición en lugar del antiguo Territorio de Baja California.
Critica el oportunismo del entonces Territorio Norte cuando en 1952 se convirtió en estado con el nombre de Baja California, y aquí nos dejaron igual. Y después, cuando se convirtió nuestra entidad en un estado más de la federación nos bautizaron con el nombre de Baja California Sur.
“Nos dejaron—dice Paco—con un nombre kilométrico, ilógico, injusto y poco práctico. Poco práctico porque en esta moderna época de dinamismo, rapidez, abreviaciones, se impone un nombre conciso, preciso y llano, preferentemente de una sola palabra”.
Respecto al término “baja”, supone la idea de inferioridad, algo de segundo término; una cosa baja está siempre en un plano inferior. Y continúa diciendo “Y respecto a la palabra “sur”, en inglés suena como “sewer” que significa cloaca, cañería”
En esos años hubo opiniones respecto al nombre que debería darse a nuestro estado. Hubo propuestas como Antigua California, California Mexicana, California Sur, Sudcalifornia o tan solo California.
A partir de esa fecha, siempre se ha cuestionado el nombre de nuestro estado, pero ha sido en los últimos años cuando se le comenzó en llamar “Baja Sur” eliminando el término California, sobre todo por los turistas norteamericanos muy dados a los apócopes, aunque por imitación muchos comercios e instituciones oficiales repiten ese desacato.
En crónicas anteriores he dado ejemplos de esta anómala equivocación, como aquel maestro que compuso un poema al que tituló “La juventud y mi Baja Sur” mismo que fue declamado por un alumno en un concurso nacional. O de aquel funcionario de turismo aprobando una manta publicitaria que decía “Bienvenidos a Baja Sur”
En fechas recientes se continúa repitiendo los vocablos Baja Sur para identificar a nuestra entidad. Una empresa automovilista se llama Kia Baja Sur. Y hace días durante un ciclo de conferencias en torno al problema del agua en nuestro estado, un expositor repitió varias veces esos vocablos en lugar de Baja California Sur.
Ante esta pérdida de identidad, diversos historiadores, escritores, periodistas y maestros han levantado su voz para defender que la palabra California no se olvide, ya que ha sido nuestra acompañante desde que Hernán Cortés pisó esta tierra en el año de 1535.
Al respecto, en una ocasión en que un gobernador del estado de Baja California hizo propaganda diciendo “Yo soy Baja” refiriéndose a su entidad, el historiador Carlos Lazcano le replicó en un artículo que tuvo difusión nacional. Además de reprocharle el olvido de la palabra California, lo ilustró de los porqués nunca debemos omitir su nombre que identifica a la península. Así lo dijo “Al desdibujarse el nombre California estamos perdiendo algo fundamental de nuestras raíces históricas y culturales. Los que vivimos en esta tierra no debemos permitirlo”
Carlos Lazcano a través de sus artículos en el periódico El Vigía y de sus libros publicados, siempre ha defendido la identidad de los bajacalifornianos, tal como lo hacen Eligio Moisés Coronado, Rosa María Mendoza, Sealtiel Enciso, Elizabeth Acosta y otras personas que conocen nuestro pasado.
Al hacerlo, no pretendemos restarle importancia a nuestra identidad proponiendo un nombre más breve eliminando los vocablos “baja y sur”; supone la afirmación de los nuestro, ese que durante mucho siglos ha sido el principal motivo de nuestra calidad de habitantes de esta región de México. Y es conservar para siempre la palabra que nos identifica: CALIFORNIA.
Y sí por nuestra postura algunas personas la critican creemos que están en su derecho, aunque a nosotros la historia nos respalda.
Noviembre 03 de 2021.