Juan de Oñate es el último de los conquistadores españoles que recorrieron la región suroeste de los Estados Unidos, pasando por los estados de Nuevo México, Arizona. Texas y Kansas, habitados en ese entonces por las naciones apache, navajo y comanche.
Oñate era un empresario que arriesgó su capital en busca de nuevos territorios para la corona de España. Y también que se le concediera poder político y económico al igual que otros que lo antecedieron como Francisco Vázquez de Coronado o el mismo Hernán Cortés.
Cuando en 1598 se inició la expedición al reino perdido de Quivira, un lugar con riquezas y grandes ciudades, Oñate contrató como guía al indígena Jusepe Gutiérrez, el único que volvió de una expedición anterior al mando de Antonio Gutiérrez de Humaña y Francisco Leyva de Bonilla. Ellos, sin autorización, salieron en busca de Quivira pero fracasaron en su intento.
A su regreso al pueblo de San Gabriel del Yunque fundada por Oñate, Jusepe le platicó que había conocido el reino de Quivira y sabía cómo llegar a él. Con esas noticias Oñate decidió organizar la expedición. De acuerdo con las crónicas, la travesía en busca de ese lugar fue de 1,800 kilómetros y la expedición la conformaban 70 soldados, 60 sirvientes, 700 caballos, 6 carros tirados por mulas y 4 piezas de artillería. Para sus alimentos llevaron ganado suficiente.
En esos años cuando Oñate comienza su aventura, otro expedicionario Sebastián Vizcaíno, en 1596, llega a California y desembarca en Santa Cruz a la que le cambia el nombre por La Paz debido a que fue bien recibido por los nativos. Años después, en 1602, vuelve a la península con la orden de recorrer sus costas y levantar planos cartográficos.
Juan de Oñate no era un aventurero cualquiera. Desde joven hizo la guerra a los indios chichimecas adueñados de la región norte de México. En sus andanzas descubrió y explotó los yacimientos de plata de Zachú, Charcas y San Luis Potosí. Rico y conocido por sus dotes militares, al poco tiempo de casó con doña Isabel Tolosa Cortés, quien era nieta de Hernán Cortés y bisnieta de Moctezuma, el último rey azteca.
En 1596 partió la expedición del pueblo minero de Santa Bárbara, Chihuahua, rumbo al río Grande---hoy Bravo—y al llegar a la ribera norte en un lugar del hoy estado de Texas, tomó posesión solemne de la región. Después continuaron al norte hasta llegar al territorio de Nuevo México.
En su recorrido se encontraron con grupos indígenas que los recibieron en paz. Fue así como en el mes de agosto de 1598 fundó San Juan de los Caballeros como capital del territorio conquistado, aunque después se cambió a otro lugar al que llamó San Gabriel En ese mismo año Oñate recorrió el actual territorio de Arizona, apoderándose de los poblados de Acoma, Zuñi y Moqui. Por otra parte, su sobrino Vicente Saldívar recorrió las extensas praderas de la zona donde encontró grandes manadas de bisontes y tribus apaches.
A principios de diciembre de 1598, un enfrentamiento con indígenas causó el fracaso de la expedición, además de la inconformidad de los colonos al no encontrar las riquezas que les habían prometido. Muchos de ellos habían desertado y otros fueron castigados por insubordinación.
Al mando de un grupo de jinetes, Juan de Saldívar sobrino de Oñate, llegaron al poblado de Acoma situado en lo alto de un peñón. Sus habitantes los recibieron de buen modo y los invitaron a conocer su comunidad. Saldívar y 16 soldados los acompañaron mientras el resto se quedó abajo cuidando los caballos. Pero, de improviso, los indios los atacaron matando a once de ellos y también a Saldívar. Los sobrevivientes lograron bajar del peñón y dar aviso de lo sucedido.
Enterado Oñate de esa traición ordenó un ataque a Acoma y después de una batalla sangrienta se apoderó de ella y castigó con dureza a los cautivos. A todos los hombres que pelearon les amputaron un pie y los niños, las mujeres y los jóvenes los condenaron a veinte años de servidumbre. Por supuesto, los informes sobre lo sucedido en Acoma fueron conocidos por las autoridades y por eso Juan de Oñate fue llamado a comparecer para dar cuenta de sus actos.