Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

domingo, 24 de marzo de 2024

COLOSIO: REFORMAR EL PODER

    En el discurso que pronunció Luis Donaldo Colosio el 6 de marzo de 1994 en el monumento a la revolución de la Ciudad de México, fue la causa de su posterior asesinato en la ciudad de Tijuana, el 23 de marzo de ese mismo año. Un día antes, pero en la ciudad de La Paz, pronunció otro discurso sobre el mismo tema.

    Recuerdo que lo hizo en la explanada frente al teatro de la ciudad ante cientos de personas congregadas. Como llegué un poco tarde al evento, logré colarme hasta el pasadizo que conecta a la biblioteca Filemón C. Piñeda y el Archivo Histórico Pablo L. Martínez. Desde allí, un poco lejos para mi gusto, pude escuchar el mensaje del político que hacía campaña para ser el presidente de nuestro país.

    Nunca imaginamos los presentes que un día después sería asesinado en Lomas Taurinas de la ciudad de Tijuana. Al hombre que disparó —Mario Aburto—lo detuvieron ahí mismo, pero Colosio herido de muerte falleció en el hospital, pese a los esfuerzos de los médicos por salvarle la vida.

    El país se conmocionó al saber la noticia del atentado. Y de pronto le achacaron la culpa al presidente Salinas de Gortari enojado por lo que dijo Colosio en el discurso del 6 de marzo. Y más se confirmó años después, cuando el expresidente declaró que “el asesinato de Colosio fue parte de una tremenda lucha por el poder y por el proyecto de nación”.

    Y es que en el mensaje de Colosio a los mexicanos, entre otras cosas, dijo: “Sabemos que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder. Concentración del poder que da lugar a decisiones equivocadas; al monopolio de iniciativas, a los abusos, a los excesos. Reformar el poder significa hacer del sistema de impartición de justicia una instancia independiente de la máxima respetabilidad y certidumbre ante las instituciones de la República”.

    Al respecto, el periodista Raúl Rodríguez Cortés hace alusión a una entrevista con Porfirio Muñoz Ledo, unos días después de ese discurso, y este alarmado expresó: “Párenlo, lo van a madrear; es estúpido romper con el que sale antes de que tengas el poder, es una ingenuidad lo que está haciendo”. Quizá lo mismo le habrán dicho a José López Portillo cuando durante su campaña se distanció de su amigo de siempre, el presidente de ese entonces Luis Echeverría Álvarez.

    Nomás que el resultado fue al revés, porque siendo ya presidente, López Portillo castigó a Echeverría mandándolo como embajador a las islas Fiyi. Y en esta época de contienda electoral, la candidata Claudia Sheinbaum ha tenido cuidado de hablar mal del actual presidente López Obrador porque, conociéndolo, no dude que saldrá lastimada.

    Al contrario, la candidata a la presidencia de la república, Xóchitl Gálvez, puede y debe hacer una crítica real respecto a la forma de gobernar de López Obrador y su inclinación a la autocracia valiéndose del poder que le proporciona estar al frente de los destinos de nuestro país. Un poder destructivo para un sistema democrático que tiene como fundamentos la independencia de los poderes legislativo y judicial, así como de los órganos autónomos como el INE, el INAI y la Comisión de los Derechos Humanos.

    Enrique Krauze en su libro “México, biografía del poder” escribió: “En el México de la presidencia imperial (se refiere a los gobiernos del PRI) el presidente tenía el monopolio de la violencia legítima y de la violencia impune. Además de los inmensos poderes (políticos, económicos, militares) que detentaba constitucionalmente, el presidente imperaba como un sol sobre los planetas que giraban en torno suyo. Los poderes formales —Congreso, Suprema Corte) los gobernadores y los presidentes municipales dependían del presidente. La hacienda pública y el Banco de México se manejaban discrecionalmente desde los Pinos. Los medios de comunicación eran soldados del presidente".

    Y ahora en el gobierno de López obrador ¿le suena lo dicho por Krauze?

Marzo 24 de 2024

lunes, 11 de marzo de 2024

LA CALIFORNIA EMPARCHADA

    La semana pasada en el Museo del Arte se presentó el libro “California del Sur bibliográfica, Tomo II” de la autoría de Eligio Moisés Coronado. Los presentadores, la doctora Marta Reyes y el niño Edoardo Coronado, hicieron alusión de la importancia de conocer a las mujeres y los hombres que han escrito textos relacionados con el pasado y el presente de esta región de nuestro país.

    En el prólogo al que el autor le llama portal, escribió: “Asumo la gratificante certeza de que esta compilación dará, a quien la conozcan, un acercamiento a la enorme e inacabable riqueza en materia de libros acerca de nuestra California; y a quienes tienen recursos para publicar ideas de los textos cuyos méritos han pasado la prueba del tiempo y que por su importancia e interés merecen ser reeditados”.

    Al término de la presentación y cuando se pidió al público algún comentario al respecto, uno de ellos preguntó al autor del por qué el título del libro ya que daba lugar a pensar que existía una California del norte. La respuesta fue clara y contundente: “En realidad debió haberse llamado California bibliográfica, pero habría confusión porque podría pensarse que me refería a la California de Estados Unidos. Sin embargo, para los más enterados, ese término corresponde a la península por más que las demarcaciones geográficas la hayan dividido a raíz de los descubrimientos y colonización de la región que hoy forma parte del país vecino.”

    En efecto, el vocablo California nació cuando Francisco de Ulloa en los años de 1539 y 1540 recorrió las costas de la península y uno de sus acompañantes le dio ese nombre a la región donde hoy se encuentra la ciudad de Cabo San Lucas. Desde esos años poco a poco la palabra California se extendió para identificar a toda la península.

    Todavía durante la permanencia de los misioneros jesuitas en la que fue llamada “las Californias, no se hablaba de la Alta y la Baja California. Fue cuando se inició la colonización de la parte más arriba de la península en 1769 por los padres franciscanos que se dieron esos nombres, y así se conocieron hasta el año de 1804 en que por motivos de gobernabilidad la región se dividió en la Antigua y la Nueva California. La primera con capital en Loreto y la segunda en Monterrey.

    Después de pasados 42 años, con motivo de la invasión norteamericana a nuestro país en los años de 1846 a 1848, fue cuando los Estados Unidos nos arrebató los que son los ahora estados de California, Nuevo México y Arizona. Y se agandallaron con el primero quitándole el vocablo de Alta, dejándole a la península con la Baja.

    No está demás aclarar que fueron los misioneros jesuitas Miguel Venegas, Miguel del Barco y Francisco Javier Clavijero quienes divulgaron los nombres de California y de la Antigua o Baja California. Años después, en 1794, el padre dominico publicó el libro “Noticias de la Provincia de las Californias”.

    Cuando en 1952 el Territorio Norte se convirtió en un Estado más de la Federación tomó el nombre de “Estado de Baja California”, por lo que, en 1974, cuando pasó lo mismo con el Territorio Sur, no le quedó otra que llamarse “Baja California Sur”. Dos parches, según la opinión de Moisés Coronado, que han servido para que una parte del pueblo y sobre todo de los extranjeros le llamen ahora “Baja” o “Baja Sur” a nuestro Estado.

    Es por eso la conveniencia de hacer desaparecer esos parches y afirmar el nombre de California que por antigüedad le pertenece a nuestra entidad. Y que nuestra península de igual manera se llame igual sin el parche de Baja. De lo contrario California continuará emparchada.

Marzo 11 de 2024.