Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

viernes, 28 de junio de 2024

LAS AMAZONAS (1)

    Dentro del grupo de aventureros españoles que llegaron al Nuevo Mundo se recuerda el nombre de Francisco de Orellana, el descubridor del río Amazonas. Y también de un pueblo indígena gobernado por mujeres.

    Orellana llegó a América muy joven acompañando a su pariente Francisco Pizarro el conquistador del Perú. Junto a él participó en batallas contra las fuerzas sublevadas de Diego de Almagro que culminaron con la muerte del opositor de Pizarro.

    Después de la muerte de Francisco en 1541 a causa de una traición de los almagristas, su sucesor Gonzalo Pizarro, en su carácter de gobernador del Perú, comisionó a Orellana para organizar una expedición hacia una región donde se aseguraba existía un lago tranquilo en cuyas orillas la arena estaba formada por guijarros grandes y pequeños de oro y piedras preciosas.

    Gonzalo y Francisco organizaron la expedición, pero el segundo se adelantó a fines de febrero de 1541 —en ese año Francisco de Ulloa recorría los litorales de la península de California— con 220 españoles, varios cientos de indios, caballos y perros. Después de varios días llegaron al río Coca.

    En su recorrido pasaron hambre ya que no encontraron ninguna aldea. Fue por eso que Pizarro dio instrucciones a Orellana para que se adelantara en busca de víveres. En un bergantín construido ahí mismo se adentraron en las caudalosas aguas corriente abajo, en tanto Gonzalo haría la travesía por la ribera.

    Pasaron los días y el hambre y las enfermedades se hicieron presentes. Al fin, a lo lejos, escucharon el sonido de tambores señal de que cerca se encontraba una aldea. En efecto llegaron a ella y se apoderaron de los alimentos de los indígenas.

    Después, contra lo dispuesto por Pizarro que regresaran con víveres para el resto de la tropa, los expedicionarios decidieron no regresar y seguir adelante con sus exploraciones. Con dos nuevos barcos continuaron navegando hasta que encontraron el río Amazonas. Era el mes de febrero de 1542.

    Al continuar su recorrido se internaron por los afluentes a los que llamaron río de la Trinidad, río Negro y río Madeira. Y días después llegaron al legendario reino de las guerreras amazonas. En este lugar tuvieron un enfrentamiento con mujeres. El capellán fray Gaspar que los acompañaba dijo de ellas: “Estas mujeres son muy altas y blancas y tienen el cabellos muy largo y destrenzado; son membrudas, andaban desnudas, en cueros y atapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos, haciendo tanta guerra como doce indios, y en verdad que hubo muchas de estas que metieron un palmo de flecha por uno de los bergantines y otros menos que parecían nuestros bergantines puerco espín”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario