El
jueves pasado, en el local del Archivo Histórico Pablo L. Martínez, se presentó
mi libro “Mitos, leyendas y tradiciones sudcalifornianas”, en su tercera
edición. Allí le dije al público presente que algunas de las leyendas las había
escrito Adrián Valadez, a principios del siglo pasado. Relatos como El Mechudo,
El Coromuel y La perla de la Virgen han formado parte desde ese tiempo del
imaginario colectivo de los sudcalifornianos.
En la
presentación les confesé que el folleto donde aparecían las leyendas de Valadez
me lo había regalado un amigo, pero ignoraba quien había sido. Han pasado
muchos años de ello, y no fue sino el día de ayer cuando en una plática con el
estimado amigo Gilberto Ibarra Rivera, al hacer referencia a mi libro y al
folleto en cuestión, cuando me aclaró:” Yo te lo regalé y por cierto pertenecía
a la maestra Isabel Noriega”. En efecto, en la portada aparece el nombre de esa
educadora.
En mis
largos años de mi afición por la lectura, sobre todo de obras literarias e
históricas, me ha tocado en suerte que algunas me las obsequiaran aunque,
claro, la mayoría las he comprado. Algunas de las que me regalaron son textos
valiosos, de principios del siglo pasado, que conservo con pasión anticuaria.
En los
años noventa siendo yo encargado del Archivo Histórico de nuestra ciudad, una
empleada del mismo, María Concepción Rosales Bautista, me llevó dos pequeños
libros de historia publicados por una editorial argentina en 1946. Se llaman “Hernán
Cortés” de Carlos Pereyra y “Carlos de Europa, emperador de occidente”, de D.
B. Wyndham Lewis.
En
pasada ocasión, cuando estaba comisionado en la Dirección Federal de Educación,
el entonces director Francisco Jerez Angulo me obsequio un poemario titulado
“Antología Americana” también editado en Argentina en 1924. Su autor, Alberto
Chiraldo, incluyó poemas de dos mexicanos, Ignacio Ramírez y Guillermo Prieto.
Y ya
en épocas recientes son muchas amigas y amigos que me han obsequiado libros
algunos de su autoría. Una de ellas Carmen Boone Canovas, historiadora y
cronista veracruzana, me demostraba su amistad con libros. Así tuve en mis
manos “La obra de los jesuitas mexicanos durante la época colonial, 1572-1697,
de Gerardo Decorme, en cuatro tomos, escrita en 1941. Y el libro editado por
Rose Marie Beebe y Robert M. Senkewics de nombre “Lands of promise and despair”
que son crónicas de la antigua California. Ellos son maestros de la Universidad
de Santa Clara en el estado de California. Además, en una visita que hicieron a
esta ciudad en el año de 1999, me dedicaron el libro de su autoría titulado
“The history of Alta California” de Antonio María Osio.
Me he
hecho de una buena colección de libros regalados. Nomás que algunos los he
tenido que devolver a sus legítimos dueños. Tal es el caso de uno que me
obsequió una amiga, con la explicación:” Este libro sobre la historia de Baja
California lo tenía mi papá en su biblioteca, tiene una
firma pero no se de quien es”. Se lo agradecí mucho, ya que era una primera
edición de La reseña geográfica y estadística de la Baja California, escrita en
el año de 1912 por León Diguet.
Pasaron
los años. En una ocasión, cuando el profesor César Piñeda Chacón era el
director del Museo Regional de Antropología e Historia de esta ciudad de La
Paz, le hice una visita y después de saludarlo le comenté que me habían
regalado el libro de León Diguet y que tenía la firma del dueño. Se me quedó
mirando y me dijo: “Me interesa conocer el libro, ¿por qué no me lo traes para
hojearlo?
Unos
días después se lo llevé y al ver la firma me dijo, con cierta alegría: “es la
mía, hace mucho presté este libro pero nunca me acordé a quien…” Con cierto
pesar se lo devolví, aunque en mi fuero interno pensé; De haber sabido…
Febrero 20 de 2018
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