Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

domingo, 27 de mayo de 2018

Ciudad Constitución y el panel

El día 25 de este mes de mayo, el profesor y licenciado Jesús Manuel Flores Díaz Bonilla y yo, viajamos a Ciudad Constitución con el fin de participar en un panel organizado por el Ayuntamiento de Comondú y el Instituto Tecnológico de ese lugar. Allá nos esperaban Rubén González González y Leobardo Castro Arce quienes también tomarían parte  en ese encuentro histórico.

El tema central fue la colonización del Valle de Santo Domingo y los temas desarrollados por los panelistas fueron Las primeras colonias agrícolas en el periodo de 1933 a 1949; La colonización del Valle en los años de 1949 a 1954 y El comercio y la industria en los primeros años de la colonización.

En mi carácter de moderador del encuentro me tocó fijar los tiempos de las intervenciones y hacer la introducción de cada uno de los temas. Así, me referí al descubrimiento de la bahía y de la isla de Magdalena por Francisco de Ulloa en 1539 y después las reconocieron Juan Rodríguez  Cabrillo en 1542 y ya en 1602 Sebastián Vizcaíno le puso el nombre de Bahía Magdalena.

Frente a la bahía se encontraba una extensa región que fue conocida como los Llanos de la Magdalena y también como los llanos de Hiray. Este vocablo es de origen guyacura y fue el padre jesuita Clemente Guillén quien le dio el nombre de San Benito Arui. Asimismo les relaté las concesiones de esa región otorgadas a compañías extranjeras norteamericanas para fines de colonización, en una superficie de dos millones de hectáreas que abarcaban desde la altura de la ciudad de La Paz hasta los límites con Ensenada.

A punto de declarar nula la concesión por incumplimiento delcontrato, los dueños de la concesión se dedicaron a la explotación de la orchilla en un periodo de un poco más de 25 años. Pero agotado este recurso, en 1933, el presidente Abelardo Rodríguez recuperó para la nación esa extensa faja de tierra.

En las preliminares del segundo tema hice alusión al Acuerdo del presidente Miguel Alemán declarando aptos para la agricultura los terrenos del Valle de Santo Domingo. Fue asi como, partir de 1949, muchas familias del interior de la república llegaron a esta región y fundaron colonias cuyos pobladores se dedicaron a la siembra de algodón y trigo.

Por último, en el tercer tema recordé los ranchos del camino viejo donde los viajeros podían descansar y alimentarse. El Médano, El Refugio, Buena Vista y Santo Domingo, ranchos que dejaron de ser útiles cuando se terminó la carretera transpeninsular que pasa por el Valle de Santo Domingo.

Y también de los comerciantes que llegaron al valle desde los Comondú y La Purísima llevando diversos productos como frutas frescas y en conserva, mercería, petates y sombreros. Doña Marillita en su recua de burros y don José Arce en un camioncito modelo T.

Por su parte, los panelistas desarrollaron sus temas con abundancia de información procedente de sus vivencias como descendientes de los primeros colonos que llegaron a esta región central de Baja California Sur. Rubén González como hijo de Don Salvador González de la colonia Jalisco; Leobardo como nieto de don Teófilo Arce de la colonia Matancitas y Jesús Manuel, hijo de un funcionario de gobierno que radicó en varias comunidades del Valle de Santo Domingo.

Al término del panel se invitó a los presentes para las preguntas y comentarios correspondientes y todos estuvieron de acuerdo en que esta clase de eventos son útiles para el conocimiento y reconocimiento de las mujeres y los hombres que, con sus esperanzas a cuestas lograron, a base de sacrificios y esfuerzos, crear una región agrícola para bien de sus familias y sus descendientes.

Por lo demás, la presencia de estudiantes, personal del Ayuntamiento, agricultores e invitados especiales, le dieron realce a este encuentro con la historia del Valle de Santo Domingo.

Mayo 26 de 2018.

miércoles, 23 de mayo de 2018

La cultura popular de la antigua California

Así es el título de la conferencia que nos ofrecieron Rosa María Mendoza Salgado y Jackeline Verdugo Meza, en el segundo día de la II Semana de Historia, organizada por la asociación civil Californios Amigos de la Historia y los Estudios Locales.

Las conferencias se están llevando a cabo en el Museo de Regional de Antropología e Historia de esta ciudad de La Paz, con un numeroso público asistente. Y es que los temas son interesantes ya que tocan aspectos del pasado bajacaliforniano como el que originó esta crónica.

Con buen sustento en la investigación, las expositoras hicieron alusión a los diversos aspectos que conforman la cultura popular y de como muchos de estos han perdurado hasta nuestros días. Y pusieron varios ejemplos, entre ellos la vestimenta del ranchero, la pastorela que se representa en los Comondús, las frutas en conserva herencia de los misioneros, las fiestas religiosas de los pueblos, en fin…

Jackeline es una promotora incansable de las costumbres y tradiciones de la región central de nuestra entidad, en especial de San Miguel y San José de Comondú. El reencuentro de ese pasado lo aprovecha para, a través de su divulgación, lograr que muchas personas visiten esos lugares, así como interesar a las autoridades de gobierno para su mejoramiento material.

Rosa María, por su parte, con su bagaje de conocimientos, hace remembranza de lo que en tiempos pasados los pueblos del sur de nuestro estado mantuvieron sus formas de vida, esas que en la actualidad forman parte de su identidad. Comunidades como San José del Cabo, Miraflores, San Bartolo, San Antonio y El Triunfo, con sus características propias en el arte, en las artesanías, en las costumbres locales.

Cuando se refirieron a los productos del mar que se consumían como la langosta, el abulón y la caguama —aún ahora se consumen con motivos especiales pero a altos precios— lamentaron que son costumbres que poco a poco van desapareciendo, aunque queda el recuerdo de los suculentos platillos que se preparaban con ellos.

Me sorprendió la exposición minuciosa de las conferenciantes ya que su intervención la acompañaron con diapositivas de fotografías antiguas, algunas de ellas inéditas. Así, durante una hora y media, merecieron la atención del público presente el que, al final de sus intervenciones, les brindaron un caluroso aplauso por la excelente exposición del tema relacionado con la cultura popular en la antigua California.

Pero, a mi juicio, el contenido de la conferencia va más allá del hecho mismo de conocer parte del pasado de la California Mexicana. En ello va implícito algo más que tiene que ver con las raíces identitarias del pueblo, con las formas de ser y de sentir de los habitantes de esta media península que lleva el nombre de Baja California Sur.

Recordar el pasado, sí, pero mucho mejor es preservarlo, tenerlo presente como fuente inspiradora que de consistencia a las acciones de los habitantes de nuestra entidad, a fin de lograr un mejor desarrollo sin mengua del olvido de nuestras raíces culturales. Y en el tiempo actual se antoja urgente y necesario dado el fenómeno de transculturación que se viene dando en varias regiones, sobre todo en la parte sur, específicamente en el municipio de Los Cabos, donde la influencia del turismo avasallador está acabando con los usos y costumbres del pueblo sudcaliforniano.

Por eso es significante las intervenciones de Rosa María y Jackeline en la II Semana de Historia organizada por CAHEL, A.C. Para los que estamos atentos al devenir de esta región de nuestro país, debemos pasar lista de presentes en la lucha por la permanencia de nuestros valores idiosincráticos, toda vez que en ello van implícitas las raíces de nuestro orgulloso pasado.

El estimado amigo Carlos Lazcano, desde Ensenada, me envío un artículo sobre el nombre de California. Y en uno de sus párrafos dice “Una de las consecuencias de ignorar la historia y otros muchos aspectos que distinguen a las regiones, como los usos y costumbres es un desamor por dichas regiones. Bien dicen que de la vista nace el amor. Del conocimiento nace el amor. No se puede amar lo que no se conoce y un conocimiento pobre se traduce en un arraigo pobre, sino es que en un desarraigo”.

Mayo 23 de 2018.

miércoles, 16 de mayo de 2018

El camino viejo y el Valle de Santo Domingo

El próximo 25 de este mes de mayo, cuatro amigos que presenciamos el inicio de la colonización del Valle de Santo Domingo en la década de los 50 del siglo pasado, llevaremos a cabo un panel donde hablaremos de los primeros intentos de establecer colonias agrícolas en esa región, en la época en que el gobernador del Territorio Sur de la Baja California era el general Juan Domínguez Cota.

En su periodo de gobierno —1932-1937— invitó a grupos de familias a fin de que residieran en tres colonias llamadas Matancitas, San Juan de Matancitas y Santo Domingo. Con agua extraída del subsuelo iniciaron el cultivo de diversas plantas como el maíz y el frijol, así como la siembra de árboles frutales. Cuando el general terminó su mandato las colonias estaban en plena producción.

Como una referencia obligada, en los antecedentes se hará mención de los Llanos de la Magdalena, de sus características geográficas y de cómo, en un tiempo atrás, esa extensa región estuvo concesionada a compañías extranjeras y la explotación de la orchilla la cual se enviaba a Europa para ser usada como colorante.

En el año de 1942, llegaron al Valle de Santo Domingo un grupo numeroso de familias—un total de 400 personas—identificados como sinarquistas y fundaron la colonia María Auxiliadora en el extremo norte del Valle. Con su dirigente Salvador Abascal se dedicaron a desmontar los terrenos e iniciar la siembra de trigo y maíz y diversas hortalizas. Siete años después, en 1949, unas cuantas familias permanecían en la colonia dedicadas a los trabajos agrícolas.

Uno de los panelistas se referirá a la fundación de las primeras colonias establecidas en el Valle a partir del año de 1949, entre ellas la Nueva California, Jalisco, Álvarez, Teotlán y El Norte. Y aprovechará el tema para hacer mención del “camino viejo” la ruta por donde llegaron todos los grupos de colonos y, después, el usado para trasladar las primeras cosechas de algodón y trigo a la ciudad de La Paz.

Un camino que hoy solo trae recuerdos porque ya pocos transitan por él. Y no solo por el Valle sino a todo lo largo de la península cuando fue sustituido por la moderna carretera transpeninsular. Pero para muchos viajeros de esos años todavía recuerdan los lugares que atravesaba el camino viejo, algunos de los cuales ofrecían alimentos y seguridad para el descanso, como El Médano, El Refugio, Buena Vista y el mismo Santo Domingo.

Cuando algunas familias de las colonias tenían necesidad de trasladarse a La Paz el viaje aunque de más de 12 horas, lo hacían con cierta comodidad arriba de las toneladas de algodón o trigo que transportaban los camiones. Pero el regreso no era igual, porque los vehículos regresaban con tambos de gasolina y aceite para los motores instalados en los pozos del agua. Así es que con cobijas amortiguaban la dureza de los tibores y los naturales brincos y vaivenes de los transportes.

Otro de los panelistas hablará de los primeros comercios y las incipientes industrias de esos primeros años de la colonización. Y también se hará mención de los comerciantes que llegaban al Valle procedentes de los Comondú y La Purísima, llevando productos agrícolas frescos y en conserva, además sombreros y petates de palma. Estos últimos los utilizaron las familias como paredes de sus casas y también como implementos del suelo donde dormían.

Al poblarse poco a poco el Valle nacieron los primeros comercios en colonias como La Purísima, La Laguna, Fernando de la Toba, y con el paso de los años los de la Colonia Revolución Mexicana, (Ciudad Constitución). Y respecto a la industria se hará mención de las primeras despepitadoras de algodóncomo la Mc Fadden.

Como dato agregado, el panel está dedicado a los jóvenes que se preparan en las escuelas medias y superiores de Ciudad Constitución y como un homenaje a las mujeres y los hombres que, con su costal de esperanzas a cuestas, lograron la hazaña de hacer fructífero el Valle de Santo Domingo.

Mayo 14 de 2018.

martes, 8 de mayo de 2018

Encuentro con la historia sudcaliforniana

A principios del presente año estuvo de visita en San José del Cabo y La Paz el señor Thomas Puente Castro, bisnieto del patriota cabeño Mauricio Castro Cota. Thomas nació y reside en los Estados Unidos, pero no desconoce el parentesco con Mauricio y con Ildefonso Green.

Con el fin de conocer un poco más de la historia de su bisabuelo y conocer la tumba de Mauricio Castro, visitó, en compañía de su esposa Rosario, San José del Cabo y le pidió información al profesor Domingo Valentín Castro Burgoin, quien los llevó hasta el lugar donde se encuentra sepultado. Ahí, el maestro Castro les informó sobre la intención del ayuntamiento de Los Cabos, a efecto de trasladar sus restos a la Rotonda de los Sudcalifornianos en la ciudad de La Paz.

Cuando el visitante preguntó sobre la tumba de Ildefonso Green, se le explicó que sus restos habían sido trasladados a la Rotonda, por lo que decidieron visitar ese sagrado recinto donde se encuentran mujeres y hombres distinguidos de Sudcalifornia, como la maestra Rosaura Zapata, el general Manuel Márquez de León y el educador Jesús Castro Agúndez.

Cuando tuve el honor de recibirlos en mi casa para platicar un poco más de la vida y la obra de los dos patriotas josefinos, le afirmamos el interés que tenemos para que los restos mortales de Mauricio Castro sean trasladados a la Rotonda. Les expliqué que desde el año de 2006 en que el ayuntamiento de los Cabos había hecho la formal solicitud al gobernador del estado para la aceptación de ese propósito, en lo particular había escrito varias crónicas al respecto, como que la que titulé “Mauricio Castro a la Rotonda”, escrita en ese mismo año de 2006.

En ese artículo dije lo siguiente “En el caso particular de Mauricio Castro Cota es casi seguro que la opinión será favorable por su relevante participación en la defensa de la Baja California durante la guerra con los Estados Unidos, en los años de 1847 y 1848. Junto con Manuel Pineda, José Antonio Mijares, Vicente Mejía, Vicente Sotomayor, el padre Gabriel González y José Matías Moreno, encabezó la lucha contra el invasor en las regiones de Mulegé, La Paz, San José del Cabo de Todos Santos…”.

Y en otro párrafo escribí: “Todavía en el mes de abril de 1848 seguían luchando, a pesar de que dos meses antes se había firmado la paz que daba fin a la guerra. La heroica resistencia de los bajacalifornianos fue un claro ejemplo de cómo debe defenderse la soberanía de la nación. Un ejército poderoso en soldados y armamento, se había estrellado contra la valentía de unas cuantas guerrillas mal armadas…”.

En el Museo Nacional de las Intervenciones de la Ciudad de México se encuentra un recinto dedicado a Baja California Sur. En ese espacio, además de las banderas que le fueron devueltas a nuestro país por los Estados Unidos, está grabado en letras doradas la frase “Estos pueblos se han propuesto exterminar a nuestros enemigos, o de sepultarse entre sus ruinas antes que sufrir el yugo extranjero”, palabras proféticas de Mauricio Castro.

En un texto enviado por Thomas Puente a los medios de comunicación de su ciudad, relata cómo fue su estancia en nuestra entidad y la manera tan gentil de cómo lo atendimos Valentín y yo. No podía ser de otra manera dada la importancia de conocer a un pariente de dos de nuestros hombres ilustres, como lo son sin duda Ildefonso Green y Mauricio Castro.

Le he pedido a Thomas que me ponga en contacto con el señor Ernie Flores, primo suyo, quien posee mucha información sobre la historia de su familia. Thomas es hijo de Herlindo Castro y Amelia Green, y de ahí le viene el parentesco. Y claro, por nuestra parte, todo lo que conocemos de la vida y la obra de este personaje se lo haremos llegar en su oportunidad.

Y hay algo más. Thomas nos prometió información sobre otras familias radicadas en Estados Unidos con lazos de parentesco con Mauricio Castro e Ildefonso Green. Así es que el encuentro apenas comienza. Gracias Thomas por el texto en inglés que me enviaste adjuntando fotografías de tu visita a nuestra entidad.

Mayo 07 de 2018

martes, 1 de mayo de 2018

El escorbuto y las pitahayas

El licenciado Manuel Torre Iglesias, maestro de generaciones de la Escuela Normal Urbana de la ciudad de La Paz, escribió un libro al que tituló “Sudcalifornia en la leyenda y en la historia” y en él aparece un artículo con el nombre de El descubrimiento y fundación de La Paz.

En una polémica con un amigo cuyo identidad se reserva, afirma que la fundación de nuestra ciudad fue el 28 de marzo de 1596, cuando Sebastián Vizcaíno arribó a este lugar y le puso por nombre La Paz y que el 3 de mayo de 1535 fue descubierta, no fundada por Hernán Cortés.

Justifica su alegato diciendo que Vizcaíno formó un poblado y que incluso en 1602 cuando regresó todavía existía. Y es que, según testimonio del fundador, “procedí a fundar el fuerte y poblado y con el trabajo de cien hombres de la tripulación levanté los muros de la fortaleza capaz hasta para quinientos soldados. Los padres franciscanos no ayudaron a reducir a los naturales que no opusieron resistencia, antes los bautizamos y nos sirvieron de guías para dar con las perlas que de tan notorios augurios trujimos empeñados…”.

En esto de la fundación de La Paz, el historiador Pablo L. Martínez también dio su punto de vista al referir que fueron cinco los intentos de fundación de La Paz y que la segunda fue la de Vizcaíno. La última muchos años después, en 1811, cuando autorizaron al soldado Juan José Espinoza para que viviera en el lugar, dotándolo de un terreno donde construyó su vivienda y el compromiso de atender al personal de los barcos que llegaban de vez en cuando.

Cuando el rey Felipe III autorizó el segundo viaje de Vizcaíno a California en 1602, le dio instrucciones de recorrer los litorales de la península por la parte del Océano Pacífico pero le prohibieron que se internara por el Mar de Cortés. Su misión era la de levantar planos topográficos de su recorrido hasta la altura del cabo Mendocino, un poco más allá de la bahía de San Francisco.

En sus embarcaciones San Diego, Santo Tomás y Tres Reyes le puso nombres a bahías, islas, puntas, sustituyendo en varias de ellas los nombres dados por Juan Rodríguez Cabrillo, en 1542. Muchos de esos bautizos todavía existen en la actualidad.

En los nueve meses de exploración por los litorales de California—de junio de 1602 a febrero de 1603—las tripulaciones sufrieron penalidades y peligros por la falta de agua y provisiones. La aridez de las regiones a las que iban llegando no tenían lo que ellos necesitaban, no obstante el contacto que tuvieron con los indios a quienes les solicitaban su ayuda. En una ocasión tuvieron que enfrentarse con las armas a un grupo de ellos que protegían un pequeño manantial.

Ante la desesperada situación en que se encontraban, a Vizcaino no le que quedó otra alternativa que ordenar que el Santo Tomás y Los Tres Reyes, regresaran a Acapulco, mientras que él en el San Diego remontaban las costas de la hoy California de los Estados Unidos.

Uno de los mayores peligros y que causó la muerte de varios tripulantes fue la enfermedad del escorbuto muy común en las travesías marítimas de esos tiempos. Cuando el San Diego iba de regreso, muchos de sus marinos iban enfermos por la falta de alimentos frescos como las frutas y verduras. Por eso, al llegar a las costas de Sinaloa lo primero que hicieron fue proveerse de esos comestibles.

Pero no fue fácil porque desembarcaron lejos de los poblados. Por fortuna, algunos de los marineros descubrieron en los montes cercanos una fruta que los indios conocían como “jucoixtle” que no era otra que nuestra conocida pitahaya agria. Al cabo de varios días los enfermos sanaron y Vizcaíno pudo continuar su viaje rumbo a Acapulco.

Y respecto a nuestra popular fruta silvestre, bien se vale decir “sufrieron porque quisieron” ya que, dada la abundancia de pitahayales en la península, pudieron saborearlas en todo su viaje. Digo.


Abril 30 de 2018