El año pasado, uno de los
ciclones que llegó a nuestra ciudad derrumbó un pequeño puente un poco antes de
llegar a la colonia Agua Escondida, por el camino que va a San Juan de los
Planes. La fuerza del agua fue tal que arrastró grandes bloques de cemento y
piedras con las que se había construido. En su lugar quedó un socavón y claro,
interrumpida esa vía transitada por gran número de vehículos.
A un lado se improvisó un desvío
que ha permanecido hasta la fecha, aunque desde la semana pasada una
dependencia oficial ha iniciado los trabajos de reconstrucción, quitando la
carpeta asfáltica de ambos lados del socavón y nivelando a base de excavadoras
esos tramos. La gente piensa que todos estos trabajos van encaminados a la
construcción de un nuevo puente, por lo que dicen que valió la espera.
Desde luego tiene que ser una
obra de alta tecnología capaz de resistir el caudal de agua y la fuerza de la
corriente de ese arroyo que baja de la sierra. Puentes como el que se encuentra
en el bulevar Forjadores que ha resistido varios ciclones. O el que está
llegando al aeropuerto.
Los arroyos que bajan de la
sierra siempre han sido un serio problema para nuestra ciudad. Y en trágicas
ocasiones, como el del Cajoncito que al desbordarse causó la muerte de cientos
de personas cuando el ciclón Liza devastó a La Paz, el 30 de septiembre de
1976.
Cuando se empezó a poblar
nuestra ciudad hace 200 años, este lugar estaba surcado por varios arroyos que
en época de lluvias sus aguas corrían libremente hacia el mar. Con el paso de los
años siguieron haciendo lo mismo, hasta que la urbanización los echó al olvido.
Pero ahí están como un peligro latente para los habitantes de La Paz.
Los más conocidos son los de El
Cajoncito, El Piojillo, El Palo y el Romerillal. Pero hay otros como el que
pasa a un lado del panteón de los San Juanes, el de la 16 de septiembre y el
que pasaba por la que hoy es la calle Rosales y desembocaba a un lado del hotel
Los Arcos.
Con la triste experiencia del
ciclón Liza, las corrientes de los arroyos de El Cajoncito y El Piojillo han
sido desviadas construyendo canales con bastante profundidad que eviten su
desbordamiento. Pero aun así no hay un cien por ciento de seguridad, por lo que
las autoridades de protección civil de los gobiernos estatal y municipal están
vigilantes de las familias que viven en los márgenes de esos arroyos.
En cuanto al arroyo que destruyó
el puente de Agua Escondida y El Cardonal, no me queda muy claro si es el del
Palo ya que es el último en la parte sur de la ciudad. En un plano de 1938
elaborado por el ingeniero Sebastián Díaz Encinas, aparece este arroyo en los
límites de la ciudad localizado detrás del cerro Atravesado, un poco más allá
dellibramiento Santiago Oceguera.
Fuera de los cartógrafos del
gobierno del estado y del ayuntamiento paceño, el que puede dar santo y seña de
los arroyos que atraviesan la ciudad de La Paz es el periodista Elino
Villanueva González quien es el autor de un libro titulado “El ciclón Liza,
Historia de los huracanes en B.C.S.” en el que hace una descripción de los
arroyos que existen en nuestra capital.
Por lo demás, refiriéndonos al
puente destruido, a lo mejor los trabajos que están haciendo son preparatorios,
pues la construcción deberá esperar a que pase la temporada de los ciclones.
Aunque entre más pronto mejor. Lo agradecerán todos los que transitan en esa
zona de la ciudad.
Agosto 20 de 2018
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