La semana antepasada recibí una
invitación que me resultó, de pronto, un tanto extraña. Mi esposa me dijo “te
invitan a la presentación de un cortometraje sobre el barrio del Manglito”. Al día
siguiente mi nieta Martha me reiteró la invitación indicándome el lugar “te vas
derecho por la Sinaloa hasta llegar al mar. Será a las ocho de la noche, mañana
sábado”.
Haciendo memoria recordé que en
una ocasión, va para tres meses, un joven de barba llegó a mi casa con la
intención de entrevistarme y que le platicara sobre uno de los barrios más
tradicionales de la ciudad de La Paz. Lo hice, me dio las gracias y san se
acabó. Y ahora resultó que parte de esa entrevista la incluyó en un
cortometraje, mismo que proyectaría y fue por eso de la invitación.
Eso de que “hasta llegar al mar”
me intrigó porque pensé ¿será en la playa”; pero no el lugar está donde
antesestaba una empresa fabricante de cemento y a un lado la que fue la
terminal del transbordador Salvatierra. Ahí, en una pequeña explanada habían
acondicionado el espectáculo.
Cuando llegamos mi esposa y yo
nos recibió una estimada amiga, la doctora Lawrence quien me presentó, bueno,
ya lo conocía, al autor del cortometraje, mi tocayo Leonardo Luna. Me dio las
gracias por mi asistencia y se disculpó por Ulises Martínez, el autor de los
dibujos y pinturas que se incluyen en el trabajo, debido a un viaje imprevisto
a la ciudad de Oaxaca, de donde es originario. Su nombre me resultó conocido,
ya que también en una ocasión, junto con un grupo de pintores —los mismos que
plasmaron hermosos murales en varias partes de la ciudad—, llegaron a mi casa a
fin de que les hablara sobre aspectos históricos y culturales de nuestro
estado.
¡Vaya —me dije— que bueno haber
venido! Sentado en primera fila presencié, en compañía de numeroso público, no
uno sino cuatro cortometrajes a todo color, narrados y con personajes que
platicaron sus experiencias, muchas de ellas del pasado. En esa velada los
autores recrearon los paisajes de la misión de San Javier, de Villa Hidalgo,
del islote El Pardito con la familia de don Juan Cuevas. Y al final, El
Manglito, donde aparece parte de la entrevista que me hiciera Leonardo Luna.
Al terminar las proyecciones, se
concedió la palabra al público a fin de que opinara respecto a la calidad y el
mensaje de los cortometrajes. Hubo alguien que preguntó sobre el financiamiento
para elaborar trabajos de esta naturaleza a lo que Luna contestó “la ayuda la
recibimos de organizaciones privadas y personas interesadas en esa clase de
divulgación cultural. A veces, también nos da la mano el gobierno y los
ayuntamientos pero es lo menos. Hoy, por ejemplo, la empresa “Marea” nos apoyó
para esta exhibición”
Me llamó la atención la
insistencia de Leonardo sobre la necesidad de conocer los diversos aspectos
históricos, sociales y culturales de nuestro estado. –“En la medida —dijo— en
que los conozcamos, podremos valorar con más claridad las raíces de nuestro
pasado y de nuestro presente y sentir orgullo por las mujeres y los hombres que
han hecho de esta región un lugar ideal para vivir”
Mencionó varias veces el
concepto identidad como fuente de nuestras aspiraciones y la que permite
desarrollarnos en un ambiente de libertad y amor por lo nuestro. Y claro, en
eso estamos de acuerdo, sobre todo porque en los tiempos que corren, con eso de
la globalización y las puertas abiertas para influencias extranjeras, lo único
que queda es el afianzamiento de nuestra identidad como sudcalifornianos, y por
eso toda acción que vaya en la conservación de ese deseo debe ser bienvenido,
como es el caso del valioso trabajo de divulgación del grupo “El Color de la
Memoria”.
Y, desde luego, mi ofrecimiento incondicional
para colaborar en esa cruzada iniciada por Leonardo Luna y Ulises Martínez. ¡
Enhorabuena!
Agosto 03 de 2018
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