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Gral.
Félix Ortega Aguilar
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Los dos generales y los dos
revolucionarios. El primero en Baja California Sur y el segundo en el estado de
Sonora. Los dos exiliados en los Estados Unidos en el año de 1915. Son
historias hermanadas al vaivén de la política de esos años, cuando se rebelaron
contra la dictadura de Victoriano Huerta, en 1913. Los dos, en su momento,
fueron gobernadores de sus respectivas entidades.
La vida revolucionaria de José
María Maytorena es muy interesante dado que se inicia en 1911 cuando se rebela
contra la dictadura del general Porfirio Díaz. Con el triunfo del movimiento
armado es electo gobernador de Sonora y en esa posición lo encuentra el golpe
de estado de Huerta y el asesinato del presidente Madero y del vicepresidente
Pino Suárez.
Cuando en el norte del país
Venustiano Carranza y Francisco Villa inician la lucha contra el gobierno
usurpador, Maytorena encabeza la rebelión en su estado, apoyado en principio
por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, quienes años después, cuando
triunfó la Revolución, fueron presidentes de nuestro país. Sin embargo, en el
transcurso del movimiento esa relación se rompió originando la desconfianza de
Carranza y el desprecio al gobierno de Maytorena. Esa división entre los grupos
armados tuvo su efecto cuando, en 1914, se llevó a cabo la Convención
Revolucionaria de Aguascalientes convocada para tomar acuerdos benéficos para
nuestro país.
En Baja California Sur, Félix
Ortega Aguilar con un pequeño grupo de simpatizantes se sumó a la causa
revolucionaria y a través del Plan de las Playitas de la Concepción, se levantó
en armas secundando a Venustiano Carranza. Fue una lucha desigual pero, con
todo, defendieron la causa en los pueblos de El Triunfo, San Antonio y
Miraflores. Al triunfo de la Revolución estuvo presente en la Convención de
Aguascalientes, donde seguramente conoció a los principales caudillos como
Carranza, Villa, Zapata, Obregón y, por supuesto a José María Maytorena.
Desgraciadamente, la Convención
no logró sus propósitos. La pugna por el poder, la lucha por los mandos
militares y las desavenencias entre Villa y Carranza fueron las causas
principales del fracaso de esta reunión. Por supuesto esto influyó en los
destinos de Maytorena y Ortega quienes, por convicción, se afiliaron al
gobierno emanado de la Convención al igual que lo hizo Francisco Villa.
Maytorena continuó como
gobernador de Sonora mientras que Ortega se hacía cargo de la Jefatura Política
de nuestra entidad. Pero la situación fue de mal en peor. En el centro de la
república se enfrentaban dos fuerzas armadas, las llamadas constitucionalistas
y las convencionistas. Las primeras con Carranza y Obregón y las segundas con
Francisco Villa. Indirectamente esto llevó al fracaso a los gobiernos de
Maytorena Y Ortega.
Pero en su exilio hubo una
diferencia. Mientras que el primero se dirigió a los Estados Unidos luego de
haber terminado su periodo de gobierno en Sonora y también porque se distanció
de Villa, Félix Ortega en cambió, fue objeto de una asonada que lo hizo abandonar
la entidad, sumarse a las fuerzas villistas en Sonora y a la derrota de éstas
refugiarse en el país vecino.
Hubo otra diferencia. Mientras
que Maytorena continúo apoyando desde el exilio a los grupos opositores al
carrancismo, incluso apoyando económicamente a otros desterrados como Felipe
Ángeles y Rafael Buelna; por su parte Ortega Aguilar, radicado en Los Ángeles
hizo llevadera su estancia desempeñando trabajos de oficina por medio de sus
conocimientos de abogacía. Su familia que también tuvo que salir de la entidad
estuvo con él en esa ciudad norteamericana.
En el año de 1938, Maytorena
pudo regresar a México y durante años se dedicó a litigar a efecto de que le
devolvieran sus propiedades incautadas por el gobierno. Su fallecimiento tuvo
lugar en la ciudad de México, el 17 de enero de 1948. Murió con el grado
militar de general de división. Una pequeña distinción en su carrera de
revolucionario.
Por su parte, el general
brigadier Félix Ortega Aguilar regresó a su tierra en 1921 e inició gestiones
para la devolución de sus propiedades. Logró algunas, entre ellas el rancho de
Las Playitas que le sirvió como estancia hasta su muerte, lugar donde planeó su
levantamiento armado. Ahí murió el 10 de diciembre de 1929.
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