Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

martes, 9 de marzo de 2021

LÁGRIMAS AMARGAS

 


A través de mi larga vida, nunca he llorado tanto como en los último nueve meses. Cada vez que la recuerdo, mis ojos se llenan de lágrimas amargas y la angustia por haberla perdido golpetea mi viejo corazón. No me causa vergüenza al confesarlo porque sé que otros, en mi caso, también sufren por la ausencia del ser querido que los abandonó para siempre.

Pero cada quien tiene sus sentimientos propios y el mío tiene motivos muy especiales. Se trata del recuerdo de una mujer quien durante 64 años fue mi compañera y la madre de mis seis hijos. Mucho tiempo en los que los avatares de la vida no se olvidan fácilmente. Muchos años de convivencia respaldados por una sensación de bienestar, de seguridad, de amor compartido.

Tuve que perderla para darme cuenta de lo mucho que significó en mi vida. Con los hechos cotidianos lo menos que uno piensa es en las desgracias y solo se vive el presente como si éste durara para siempre. Cuando se es feliz y más aún cuando la vejez no aspira a otra cosa, los días, los meses y los años transcurren sin medir el tiempo, sin pensar que la muerte algún día nos cobrará el precio por vivir.

Cuando pienso en ello, en la pérdida de mi esposa, me revelo contra ese destino inevitable. Y una pregunta marca los límites de m tristeza: ¿Por qué no permaneció a mi lado más tiempo? Se fue cuando menos lo esperaba, cuando compartíamos los pocos años que nos quedaban, con el olvido de los aconteceres pasados.

Nos comprendíamos de tal manera que habíamos agotado las palabras después de tanto tiempo de estar juntos. Bastaba una mirada cómplice, una fugaz caricia o descansar por las tardes saboreando una taza con café que ella preparabas con sus manos incansables, para reencontramos con la felicidad que tanto no costó lograr al lado de nuestros hijos.

Sí, ahora las lágrimas son mis compañeras todos los días y solo acabarán cuando la vida me diga ¡Hasta aquí! Será entonces cuando este dolor que las causa cesarán, porque estaré con ella de nueva cuenta y todo volverá a ser como antes, pero ahora en el más allá. Mientras eso suceda, el llanto será el homenaje a la mujer ausente, esa que me entregó su amor durante tantos años.

Han pasado nueve meses y aún su recuerdo no cede, antes se aviva. Y  más en este día  cuando se celebra el Día Internacional de la Mujer. Al parejo de sus protestas, de sus derechos por la igualdad y la indiferencia ante sus reclamos, la presencia de la mujer como núcleo de la unión familiar confirma su importancia y la hace acreedora al reconocimiento de todos los que la rodean. Es por eso la imposibilidad de olvidarla.

Cuando leí el libro “La peor parte. Memorias de amor” de Fernando Savater, no creí lo que él declaraba en sus páginas porque decía que después de cinco años de la muerte de su esposa aún derramaba lágrimas al recordarla. Y eso lo llevó a decir que ya no iba a escribir más libros, pero lo hizo, sobre todo recordando las palabras que en una ocasión le dijo su mujer: “Si tú no lo haces nadie podrá recordarme”.

Claro, mi situación es diferente —ellos no tuvieron hijos— el recuerdo permanece en sus descendientes y en el mío. Además, como lo hicimos este día, visitamos su tumba, la adornamos con flores y juntos, hijos, nietos y bisnietos, agradeciendo a la vida el habernos dado la dicha de estar junto a ella, para ofrecerle nuestro amor inextinguible.

En el hogar que fue suyo adornan las paredes de la sala y de las recamaras fotografías de diferentes momentos de su estancia entre nosotros, Cuando cumplimos los 50 años de matrimonio, cuando cumplimos los 60 y esperábamos llegar a los 65, de ella con sus hijos, nietos y bisnietos. La última cuando fuimos a regar las plantas en la finca campestre que hoy lleva su nombre y saboreaba una guayaba, de las primeras que produjo ese árbol.

Dicen los que saben que al escribir hay que hacerlo con la cabeza fría. Me perdonan, pero no es cierto. En el transcurso de este escrito la emoción me gana y con los ojos humedecidos nacen las palabras, como si con ellas volviera a tenerla junto a mí, al lado de un esposo que está lastimado y llora por su ausencia.

Marzo 08 de 2021.

 


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