A
través de mi larga vida, nunca he llorado tanto como en los último nueve meses.
Cada vez que la recuerdo, mis ojos se llenan de lágrimas amargas y la angustia
por haberla perdido golpetea mi viejo corazón. No me causa vergüenza al
confesarlo porque sé que otros, en mi caso, también sufren por la ausencia del
ser querido que los abandonó para siempre.
Pero
cada quien tiene sus sentimientos propios y el mío tiene motivos muy
especiales. Se trata del recuerdo de una mujer quien durante 64 años fue mi
compañera y la madre de mis seis hijos. Mucho tiempo en los que los avatares de
la vida no se olvidan fácilmente. Muchos años de convivencia respaldados por
una sensación de bienestar, de seguridad, de amor compartido.
Tuve
que perderla para darme cuenta de lo mucho que significó en mi vida. Con los
hechos cotidianos lo menos que uno piensa es en las desgracias y solo se vive
el presente como si éste durara para siempre. Cuando se es feliz y más aún
cuando la vejez no aspira a otra cosa, los días, los meses y los años
transcurren sin medir el tiempo, sin pensar que la muerte algún día nos cobrará
el precio por vivir.
Cuando
pienso en ello, en la pérdida de mi esposa, me revelo contra ese destino
inevitable. Y una pregunta marca los límites de m tristeza: ¿Por qué no
permaneció a mi lado más tiempo? Se fue cuando menos lo esperaba, cuando
compartíamos los pocos años que nos quedaban, con el olvido de los aconteceres
pasados.
Nos
comprendíamos de tal manera que habíamos agotado las palabras después de tanto
tiempo de estar juntos. Bastaba una mirada cómplice, una fugaz caricia o
descansar por las tardes saboreando una taza con café que ella preparabas con sus
manos incansables, para reencontramos con la felicidad que tanto no costó
lograr al lado de nuestros hijos.
Sí,
ahora las lágrimas son mis compañeras todos los días y solo acabarán cuando la
vida me diga ¡Hasta aquí! Será entonces cuando este dolor que las causa cesarán,
porque estaré con ella de nueva cuenta y todo volverá a ser como antes, pero
ahora en el más allá. Mientras eso suceda, el llanto será el homenaje a la
mujer ausente, esa que me entregó su amor durante tantos años.
Han
pasado nueve meses y aún su recuerdo no cede, antes se aviva. Y más en este día cuando se celebra el Día Internacional de la
Mujer. Al parejo de sus protestas, de sus derechos por la igualdad y la
indiferencia ante sus reclamos, la presencia de la mujer como núcleo de la
unión familiar confirma su importancia y la hace acreedora al reconocimiento de
todos los que la rodean. Es por eso la imposibilidad de olvidarla.
Cuando
leí el libro “La peor parte. Memorias de amor” de Fernando Savater, no creí lo
que él declaraba en sus páginas porque decía que después de cinco años de la
muerte de su esposa aún derramaba lágrimas al recordarla. Y eso lo llevó a
decir que ya no iba a escribir más libros, pero lo hizo, sobre todo recordando
las palabras que en una ocasión le dijo su mujer: “Si tú no lo haces nadie
podrá recordarme”.
Claro,
mi situación es diferente —ellos no tuvieron hijos— el recuerdo permanece en
sus descendientes y en el mío. Además, como lo hicimos este día, visitamos su
tumba, la adornamos con flores y juntos, hijos, nietos y bisnietos, agradeciendo
a la vida el habernos dado la dicha de estar junto a ella, para ofrecerle
nuestro amor inextinguible.
En
el hogar que fue suyo adornan las paredes de la sala y de las recamaras
fotografías de diferentes momentos de su estancia entre nosotros, Cuando
cumplimos los 50 años de matrimonio, cuando cumplimos los 60 y esperábamos
llegar a los 65, de ella con sus hijos, nietos y bisnietos. La última cuando
fuimos a regar las plantas en la finca campestre que hoy lleva su nombre y
saboreaba una guayaba, de las primeras que produjo ese árbol.
Dicen
los que saben que al escribir hay que hacerlo con la cabeza fría. Me perdonan,
pero no es cierto. En el transcurso de este escrito la emoción me gana y con
los ojos humedecidos nacen las palabras, como si con ellas volviera a tenerla
junto a mí, al lado de un esposo que está lastimado y llora por su ausencia.
Marzo
08 de 2021.
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