Al promulgarse la Constitución Política en 1824, las Californias quedaron integradas a la nueva República mexicana, pero en calidad de territorio, lo que significaba estar bajo el control del gobierno central. Al año siguiente el presidente electo Guadalupe Victoria designó al coronel José María Echeandía como jefe político de ambas Californias.
En
ese entonces San Diego era donde residían los poderes generales, por lo que
Echeandía marchó a ese lugar, no sin antes dejar instalada la diputación
territorial, así como el nombramiento del teniente José María Padrés como jefe
político subalterno.
En
un principio, las facultades de la diputación fueron mínimas, pero
trascendentes. Por ejemplo, en un artículo mencionaba que debía “velar sobre la
buena inversión de los fondos públicos de los pueblos y examinar sus cuentas,
para que con su visto bueno recaiga la autoridad superior, cuidando que en todo
se observen las leyes y los reglamentos”.
La
influencia de los movimientos políticos en el centro del país y la situación
política particular de la Baja California, se reflejó en la ausencia del poder
legislativo en varios períodos de la vida pública. Incluso por ello se
desconocen los nombres de los integrantes de ese órgano legislativo en las
primeras décadas del siglo XIX.
En
1846, con motivo de la inminente invasión norteamericana a la Baja California,
se instaló la diputación, ya que ella sería la autoridad legítima que
defendiera con las leyes de la Constitución al pueblo de la entidad, Así fue
como desconocieron a Francisco Palacios como jefe político y nombraron a
Mauricio Castro en su lugar.
En
el año de 1850, con autorización del congreso nacional, la diputación elaboró un
estatuto orgánico que normaría la estructura política y administrativa del
gobierno del territorio. Los diputados que firmaron ese importante documento
fueron José María Cuevas, Fernando Elorriaga, Félix Béistegui y Tirso Vejo.
En
1855, entró en vigor un nuevo estatuto orgánico en el que, en su artículo 4º
establecía que el gobierno se dividiría en dos Poderes: el Ejecutivo y el Económico
Legislativo, estando a cargo del primero el jefe político y el segundo al de
una diputación. Los firmantes en esta ocasión fueron personas que
posteriormente participaron activamente en la vida pública de la entidad. Ellos
fueron José María Blancarte, José María Gómez, Antonio Navarro, Félix Gibert,
J. Gregorio Durazo, Nicanor Cota, Manuel Amao y Lino Amao.
En
la segunda mitad del siglo XIX, de 1850 a 1856, la asamblea legislativa estuvo
en funciones, sobre todo en este último año en el que tuvo que determinar la
conveniencia de adherirse al imperio de Maximiliano. En esa memorable reunión,
los diputados acordaron que “la honorable Asamblea de la Baja California, en
fuerza de las razones que la obligan a hacerlo, no aclama sino se somete al
imperio, protestando dejar ilesos los derechos de la Nación contra esta
resolución que dicta, por no poder contrarrestar la fuerza de las
circunstancias”.
La
historiadora María Eugenia Altable en su libro “La organización política de la
Baja California”, incluye la lista de los integrantes de la asamblea legislativa
de 1850 a 1867. En este último año los diputados fueron Salvador Castro, Carlos
F. Galán, Emilio Legaspy, José María Larroque, Gil Morales, Fernando Erqueaga y
Antonio Piñuelas.
Los
diputados integrantes del congreso local siempre han estado en los principales
acontecimientos de la vida pública de la entidad. En la época de la Revolución mexicana,
en la consolidación de la república en 1917 y ahora, en el presente, su voz de
legitimidad se ha escuchado, aunque a veces, por inclinaciones partidistas no
han estado a la altura de los problemas que afectan a nuestro país.
De
todas maneras, su presencia forma parte de la organización política, social y
económica del estado, que vemos en ellos los que aseguran los elementos básicos
de la democracia tal como lo señala la Constitución de México. Actuar de manera
contraria es atentar contra la paz y la armonía de la sociedad misma.
Y
por eso nos preguntamos ¿quiénes integraron las legislaturas de Baja California
Sur a partir de 1974, cuando la entidad se convirtió en un estado más de la
Federación? En el 2005, Juan Cuauhtémoc Murillo Hernández publicó el libro “Breve
historia del Congreso de Baja California Sur”. En él cita los nombres de los
diputados de 1974 hasta el año de 2005. Ellos son mujeres y hombres que merecen
recordarse porque supieron estar a la altura de sus compromisos con la
ciudadanía que les dio su respaldo, al considerarlos aptos para defender las
mejores causas populares.
Por
eso vale la pena recordarlos en el tiempo presente. Sus nombres por dignidad no
deben quedar en el olvido. Y si no lo hacemos es porque traicionaron la
confianza que depositamos en ellos.