El filósofo Lee McIntyre ha ocupado 20 años de su tiempo para hablar del negacionismo científico. Y se pregunta qué es lo que lleva a la gente a negar cuestiones basadas en los hechos como si la evolución es cierta o el mundo es redondo.
El negacionismo —dice— es el desprecio consciente de la evidencia factual por parte de grupos o individuos motivados ideológicamente. Y de ello resulta que la posverdad ha seguido el modelo de la negación científica, pero es mucho más peligrosa.
Pero, ¿qué es la posverdad? Lee responde que “la posverdad es la subordinación política de la realidad. Es lo que sucede cuando a un político no le interesa que un hecho sea cierto, por lo que decide afirmar que simplemente no lo es”.
Y continúa diciendo “No es sólo una negación, sino que puede conducir a una especie de fascismo. Si este tipo de declaraciones son hechas por líderes políticos pueden conducir a un gobierno autoritario. Y para conseguir lo anterior se apoyan en los medios masivos de comunicación, en especial las redes sociales”.
En la actualidad las mentiras y la propaganda se difunden a millones de personas y de eso se valen los políticos para afianzar su poder basado en posverdades. Negar lo evidente se ha convertido en un grave problema y el mejor ejemplo es la ciencia.
Se ha hecho costumbre que las personas nieguen la realidad del cambio climático causado por la actividad humana, rechazan la eficacia de las vacunas, de la evolución por selección natural, de que el hombre haya llegado a la luna. En todos los casos, el hecho de negar la evidencia no es otra cosa que una postura ideológica. Y lo peor, existe mucha gente que lo cree a pie juntillas.
Son muchos los líderes que se valen de la posverdad a fin de lograr sus fines de control político. Un caso particular es el del expresidente de los Estados Unidos Donald Trump, quien durante su mandato dijo 30,573 mentiras, falsedades y medias mentiras. Casi 500 veces repitió que había construido la economía más poderosa del mundo, que el cambio climático era una farsa, que las vacunas producían autismo, que los molinos de energía eólica producían cáncer, que lo demócratas y otros conspiradores le robaron la reelección. En fin…
Ignorar el sentido de la realidad conduce al autoengaño y a la larga o a corto plazo provoca frustración cuando se conoce la verdad. Lo cierto es que la negación de datos falsos y la emisión de informaciones alternas son cosas comunes en la sociedad contemporánea. Son recursos para conservar el poder.
Pero la posverdad lleva en sí misma otras secuelas como bien lo dice Diego Fonseca, “Un gobernante gobierna para todos, pero el adicto a la posverdad lo hace a favor de su tribu y los demás que se acomoden; divide para reinar, banaliza la conversación pública; si los otros lo cuestionan, no une ni calma, incendia”.
Ellos, los alentadores de la posverdad se creen redentores políticos, por eso no pueden perder, porque si pierden desaparece el mundo que los rodea. Su lucha permanente es alcanzar el poder y en nombre del pueblo ambicionan todo, sin trabas ni oposiciones. Y al final buscan perpetuarse.
Algo parecido está sucediendo en nuestro país, La posverdad está obnubilando a la sociedad mexicana. Es un fenómeno político que encamina a gran parte de la población a su propia destrucción. Bien lo dice el periodista Ricardo Rapahel: “La posverdad es una realidad alternativa, un universo paralelo tejido con ingenio a partir de mentiras o medias verdades, que permite a una gran mayoría vivir en la inconsciencia a propósito de temas que debieran ser tomados con seriedad”
Abril 20 de 2022.
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