Nuestro país atraviesa por una difícil etapa de polarización política que está afectando seriamente las condiciones económicas y sociales de la población, sin que haya atisbos de soluciones a corto plazo, no, mientras desde la cúpula del poder gubernamental se continúe con esta polarización.
El “divide y vencerás”, la sentencia de Julio César, ha sido el camino utilizado tanto por el presidente López Obrador como por su partido, amparados por lo que ellos llaman la Cuarta Transformación, movimiento político empeñado en dejar atrás lo realizado por gobiernos democráticos y sustituirlo por otro más afín a sus intenciones de conservar el poder.
En lo que va del actual gobierno las muestras de esa polarización está a la vista de todos, descartando los que cierran los ojos ante las evidencias, bien porque les gana el fanatismo o la conveniencia de no perder las ubres del presupuesto. Y son todos ellos los que sin medir los alcances de esta desintegración de la sociedad mexicana están llevando a México a una incertidumbre sobre lo que le espera en el futuro.
Todo empezó cuando se criticó a las pasadas administraciones de corruptas y la impunidad que rodeaba a todos los que cometían abusos en deterioro de la economía nacional. Después, identificando como opositores a conservadores y neoliberales a periodistas, políticos de partidos de oposición, incluso a empresarios por no sujetarse a las nuevas formas de gobernar.
Poco a poco ha ido aumentando la polarización de la sociedad, con el grave peligro de que afloren resentimientos de unos contra otros, de los pobres contra los ricos, de los demócratas contra los autócratas, de un pueblo en comunión de ideales a otro, sujeto a los intentos maquiavélicos de un supremo poder desconociendo la ley e incluso burlándose de ella.
En la tercera década del siglo XIX, Alexis de Tocqueville refiriéndose a los Estados Unidos comentó que los principios de igualdad y soberanía popular eran decisivos para los pueblos de América. Asimismo advertía que lo anterior “conllevaba muchos peligros inherentes, en particular las amenazas de la tiranía de las mayorías, la violencia partidista y la mediocridad de la vida política”.
En 1858, Estados Unidos se enfrentaba al grave problema de la esclavitud y los deseos de emancipación de las gentes de origen africano quienes residían en los estados del sur del país. A unos años de la Guerra de Secesión, Abraham Lincoln, aspirante al senado, pronunció un discurso que caló muy hondo en las conciencias de los norteamericanos. El pasaje más conocido de ese discurso es el siguiente: “Una casa dividida contra sí misma no puede sostenerse. Creo que este gobierno no puede soportar, de forma permanente, la mitad esclavo y la mitad libre. No espero que la Unión se disuelva. No espero que la casa caiga. Espero que deje de estar dividida…”.
Vale recordar las palabras de Lincoln ahora que la rivalidad política entre los mexicanos está llevando al país al caos. No es posible aceptar que la libertad de opinar o de rehusarse a aprobar una iniciativa de ley como fue el caso de la rechazada reforma eléctrica, sea causa de repudio a los partidos opositores y más aún que tanto el presidente de la república, Morena y sus diputados y senadores en el Congreso de la Unión los cataloguen como traidores a la Patria.
Vamos mal por ese camino, porque es el camino de la desintegración de la sociedad dividida entre buenos y malos. Porque al hacerlo genera rencores difíciles de remediar y lo peor, originan menosprecios a los que piensan distinto y los cubren de insultos avalados desde el poder como tacharlos de traidores.
Dividir a la población de un país es el recurso empleado por muchos gobernantes para ejercer un gobierno sin trabas, con la intención malsana de eternizarse en el poder, libre de ataduras legales y mandando al diablo las instituciones.
Ece Temelkuran en su libro “Cómo perder un país” enumera los siete pasos de la democracia a la dictadura, entre ellos crear un movimiento, eliminar la vergüenza en el mundo de la posverdad, desmantela los mecanismos judiciales y políticos, diseña su propio ciudadano, construye su propio país. ¿No es lo mismo que está haciendo el presidente López Obrador?
Abril 27 de 2022.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario