Me gusta leer algunos artículos de la revista Letras Libres. A veces sobre ciencia, literatura, economía y política. Sus colaboradores son expertos en los temas que exponen y además lo hacen con claridad y serios argumentos. Uno de ellos es Luis Antonio Espino.
En edición reciente apareció un artículo de Espino bajo el título de “Respiremos, Pensemos, Cambiemos”. Como preámbulo escribe: “El populismo ha destruido la conversación pública sensata y ordenada y la ha saturado con escándalos y peleas. Es posible cambiar ese rumbo”.
Es una crítica a un sistema de gobierno donde la demagogia ocupa un lugar preferente, dirigido a personas que creen a pie juntillas las supuestas verdades expuestas, mismas que al fin de cuentas solo son mentiras.
Pero afín a la posverdad evitan la confrontación y el diálogo, únicos capaces de encontrar remedios a los graves problemas por los que atraviesa el país. “Empezando por el Jefe de Estado —dice el articulista— la clase política ya no busca generar una conversación pública mínimamente ordenada y sensata, que nos permita entender los problemas de México, discutir alternativas de solución y explicar a la sociedad que acciones deben tomarse para resolverlos”.
Pero, ¿en verdad la clase política se niega a una conversación pública? ¿O el mismo presidente del país niega a dialogar con los que no están de acuerdo con su forma de gobernar? Es razonable pensar que al menos los partidos opuestos al que está en el poder estén dispuestos a iniciar acuerdos ciudadanos en pro de la unidad nacional, aunque dudamos que Morena, el Partido del Trabajo y el Verde Ecologista acepten compartir, discutir y buscar soluciones a los problemas sociales y económicos, en un marco de compatibilidades resultado de opiniones, críticas y planteamiento de soluciones viables y adecuadas. Y si lo hacen que lo hagan en un ambiente de concordia ya que lo que se busca es el bienestar de México.
En los últimos días y debido al alarmante aumento de homicidios y violencia, periodistas e instituciones civiles —la iglesia entre ellas— han insistido en la necesidad de una cruzada nacional tendiente a buscar la unidad de todos los mexicanos, dejando atrás la polarización y el odio que genera la misma.
La sociedad mexicana tiene que estar consciente de los aciertos y equivocaciones de la administración pública; no caer en la ignorancia o la indiferencia y dejar que las cosas pasen sin ponerle remedio. No se puede aceptar la sentencia de que los pueblos sumisos tienen el gobierno que se merecen.
Los partidarios de la 4T no deben permanecer ajenos a lo que está sucediendo en el país. Las malas decisiones en la economía donde se ha despilfarrado miles de millones de pesos en obras de dudoso beneficio, aunadas a la inseguridad y la escasa atención a los problemas de la salud y la educación, son cuestiones que deben analizarse con criterios amplios, alejados de la propaganda oficial que afirma lo contrario, que todo va viento en popa.
Si todos nos ponemos de acuerdo y sustituimos la honestidad por las obsesiones, es seguro que libraremos los escollos que están frenando el desarrollo del país. Aún es tiempo, antes que México sufra un retroceso difícil de resolver en los próximos años.
Bien lo dice Luis Antonio Espino “Podemos llevar la conversación a lo que queremos para México. Y así, con nuestra atención puesta en donde debe, comenzaremos a ser capaces de decidir que vamos a hacer para sanar este, nuestro atribulado país. Respiremos, Pensemos, Cambiemos.
Julio 13 de 2022.