En plática de sobremesa con mi nieta Martha Reyes, su esposo Carlos Angulo y su hija Romina, tocamos el tema de la escasez del agua potable en la ciudad de La Paz, que afecta especialmente a las familias de las colonias populares. Y el problema suscitado al prohibirle a los “piperos” la comercialización del vital líquido.
En esas estábamos cuando de pronto Romina me preguntó: “Abuelo dicen que la falta de agua se debe al cambio del clima ¿es verdad?”
De pronto, la pregunta me tomó de sorpresa, sobre todo para explicarle que el cambio climático obedece a otros factores, aunque inciden en las sequias cada vez más frecuentes en muchas partes del mundo. En principio se tiene que entender que el clima es el resultado de lo que se ha dado en llamar el efecto invernadero.
—Pero, ¿qué cosa motiva el cambio climático?
—Mira —le dije a Romina— en la atmósfera existe una capa de gases que rodea a la Tierra y se llaman así, “gases de efecto invernadero”. Los principales son el vapor del agua, el bióxido de carbono, el metano y también el ozono. Estos gases retienen parte de la radiación térmica emitida por la superficie terrestre tras ser calentada por el sol manteniendo la temperatura del planeta a un nivel adecuado para el desarrollo de la vida. Cuando estos gases aumentan se pierde el equilibrio de la temperatura y se produce el calentamiento global. Ese aumento en los gases lo producen las actividades de las personas cuando usan los vehículos que funcionan con combustibles fósiles (gasolina, diésel y otros) emitiendo bióxido de carbono en grandes cantidades. También la explotación del ganado cuyos excrementos generan el gas metano.
—¿Y qué males ocasiona el aumento del calentamiento global de la tierra? —insistió en preguntarme Romina.
—Males son muchos —le contesté— por ejemplo los deshielos en los polos y como resultado el aumento del nivel del mar ocasionado la inundación de poblaciones costeras, la aparición de huracanes devastadores, las sequías y la migración de personas a lugares más seguros.
—Cómo verás —le dije— el mundo se encuentra en peligro para su existencia y solo con medidas extremas se podrá solucionar. Por lo pronto habrá que utilizar menos combustibles fósiles y cambiarlos por energías verdes que son las originadas por el sol, el viento y las corrientes de agua. Impulsar el uso de bicicletas en lugar de vehículos de motor.
La mayoría de los países saben de los males que provoca el calentamiento global y por eso se han comprometido a reducir el uso de combustibles fósiles. Algunos países de Europa ya lo están logrando. Otros en cambio —México entre ellos— aún insisten en utilizar esa clase de combustibles, sin reparar en el daño que causan a la humanidad. Se pretende que para el año 2050 se elimine totalmente el consumo de los derivados del petróleo.
Sin embargo, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania está impidiendo estos propósitos. La carencia de gas para generar electricidad está obligando a varios países a seguir utilizando los combustibles fósiles multiplicando así los peligros del cambio climático.
Y respecto a la carencia de agua en nuestra ciudad es un problema de muchos años atrás. La extracción del agua de los pozos no es suficiente para satisfacer la demanda de la población. En un estudio que se hizo para conocer el suministro de agua potable para La Paz, afirma que actualmente se extraen 26 millones de litros agua anuales, pero las necesidades son del orden de los 29 millones, por lo que existe un déficit de 3 millones. Y si tomamos en cuenta que el 45 % del agua se pierde por las pésimas condiciones de la red que distribuye el vital líquido, pues el problema es más grave de lo que se supone.
Por otro lado, el asunto de los piperos y sus ganancias es la gota que derramó el vaso.
Julio 20 de 2022.
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