Continúan los comentarios relacionados con el proceso que anunció el gobierno de Estados Unidos —al que se unió Canadá— para obligar a nuestro país a que cumpla con el Tratado de Libre Comercio en materia energética. Al iniciar el procedimiento lo que buscan es defender los intereses de sus empresas energéticas en México ante la negativa de la participación privada en el sector.
El asunto es que con esta medida México contraviene lo acordado en el tratado comercial que entró en vigor en agosto de 2020. De no llegar a un acuerdo entre los gobiernos —dice un comentarista en el periódico El País— en los próximos 75 días, un panel de controversias emitirá un fallo. Si este exige a México cambiar su legislación y no cumple, los socios comerciales pudieran imponer aranceles a los sectores exportadores que más dependen del T-MEC como es el de agricultura.
Cuando llegó la anterior información al gobierno de México, el presidente no le dio importancia y solamente informó que el 16 de septiembre, aniversario de la independencia nacional, dará una declaración al respecto. Pero ya anunció que nuestro país no es colonia y que él no es “pelele de ningún gobierno exterior”. Además, —afirmó— que la CFE y Pemex son de los mexicanos y el que no los defienda será un traidor”. Y hace cuatro días remató: “Me llama la atención que haya tanto traidor a la Patria, en vez de defender a México defienden los intereses de países y empresas extranjeras”.
No lo hubiera dicho. Ahora se enfrenta a las críticas de economistas, hombres de negocios pero, particularmente de periodistas que escriben en los principales diarios del país y del extranjero: Enrique Quintana, Macario Schettino, Raymundo Riva Palacio, Pablo Hiriart y Beatriz Pagés, directora de la revista Siempre.
Pregona el presidente que se pretende dañar la soberanía nacional al tratar de apoderarse de la CFE Y Pemex, aunque la mayoría de los mexicanos sabemos que ello no es posible. Además de lo que establece el artículo 27 constitucional, el T-MEC en su capítulo 8 es contundente al respecto: “México tiene el dominio directo y la propiedad inalienable e imprescriptible de todos los hidrocarburos en el subsuelo del territorio nacional, incluida la plataforma continental y la zona exclusiva económica situada fuera del mar territorial y adyacentes a éste, en mantos o yacimientos, cualquiera que sea su estado físico, de conformidad con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.
Si así lo establece el T-MEC ¿cuál peligro para la soberanía? Los tres países deben respetar los acuerdos sobre todo en lo que se refiere a los recursos energéticos. Lo que sucede es la terquedad por llevar adelante los dizque beneficios generados por la CFE y Pemex, a sabiendas de los problemas financieros y de servicios que vienen arrastrando. No se necesita ser economista para reconocer que Pemex está en bancarrota y solo la ayuda de miles de millones de pesos aportados por el gobierno le permite funcionar.
Por su lado la CFE con las restricciones impuestas a las empresas privadas, no se ve capaz de generar energía a toda la población del país. “Ahora —dice Macario Schettino— la idea tan arraigada de López Obrador de resucitar a Pemex y CFE se ha convertido en un problema internacional. Para él como para muchos mexicanos que sufren el adoctrinamiento del nacionalismo revolucionario, México es el petróleo y éste es Pemex”
Los aduladores no entienden o no quieren entender —fanatismo ciego— que la iniciativa privada con inversionistas mexicanos y extranjeros, ha hecho posible la calidad y el costo de las gasolinas, el abasto en la electricidad y el cuidado del medio ambiente. Pero ahora tenemos problemas, entre ellos la quema de combustibles fósiles que originan el cambio climático, los apagones y los aumentos en las tarifas eléctricas.
Si a lo anterior sumamos las violaciones a los tratados comerciales con Estados Unidos y Canadá y los reclamos legales basados en el T-MEC, pues lo menos que podemos pensar es que la va a ir mal a México.
Julio 27 de 2022.
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