“Cuando apareció publicado mi libro sobre la historia del Estado de Baja California Sur, en 1975, Alguien me sugirió enviara un ejemplar al doctor William Michael Mathes, maestro de la Universidad de San Francisco. A vuelta de correo me mandó una atenta misiva felicitándome, con la invitación que continuara escribiendo la historia de nuestro pasado para niños de esta tierra. De ese entonces seguí la huella de ese acucioso investigador y más porque muchos de sus libros aparecieron en español. Con el nombre de ellos y con sus artículos especializados se llenarían muchas páginas. A tal grado fue el tiempo que dedicó a escudriñar el pasado de la Baja California. Y no fue egoísta con sus conocimientos, como el hecho de que fue un colaborador permanente de la revista Calafia editada por la Universidad Autónoma de Baja California.
Tuve la oportunidad de platicar con él en varias ocasiones, una de ellas cuando cuándo asistió a la conmemoración de los 300 años de la fundación de la misión de Loreto, en 1997. Ahí, en una mesa del restaurante de un hotel se acordó de mi libro y me preguntó cuántos más había escrito. Con nosotros se encontraban el doctor Miguel León Portilla, su esposa Ascensión y la señora Carmen Boone Canovas.
Aquí en La Paz tuvo un amigo predilecto, el maestro Eligio Moisés Coronado. Con él, un domingo nos invitamos al estand de tiro del club Gavilanes y me sorprendió cuando llegó acompañado de Miguel Mathes. Y más cuando mi rifle se encasquilló y el doctor, echando mano de tosca herramienta en un dos por tres lo arregló. Ante mi sorpresa me explicó: “es que varios años trabajé en una armería de Nueva York”.
Por razones de sus trabajos de investigación y sus viajes al extranjero poco a poco fue espaciando sus visitas a nuestra ciudad. Pero lo recordamos continuamente cuando hojeamos su libro Las misiones de California que escribió con el patrocinio del gobierno del Estado en 1977. O Cuando revisamos los dos tomos de Baja California, textos de su historia, aparecido en 1988. Y cuando queremos conocer algo más de la región sur de nuestro Estado, tener a la mano el libro Importancia del Cabo San Lucas escrito en coautoría con el licenciado J. Andrés Cota Sandoval.
El 17 de enero de 1986, el gobierno de México le impuso la condecoración del Águila Azteca. En esa ocasión, con la sencillez que le era característica, hizo alusión a su amor por nuestro país y, en especial, a la Baja California. Quizá por eso intentó donar sus libros de su valiosa biblioteca a una de las instituciones educativas de nuestra ciudad. Ante la imposibilidad, ese acervo se encuentra hoy en la biblioteca de Zapopan, Jalisco.
El día 14 de este mismo mes de agosto, la señora Carmen Boone nos dio la noticia: Miguel Mathes falleció. Murió apaciblemente soñando —dice doña Carmen— en las tareas pendientes por realizar. Los bajacalifornianos, y en especial los del sur, le debemos un reconocimiento a su obra”.
Hasta aquí la crónica. En el transcurso de esta década, muchas instituciones académicas han reconocido la valiosa aportación de Mathes a la historia del noroeste de nuestro país. El Colegio de Jalisco, el de Sinaloa, UABC, el Centro de Estudios de México Carso y otros más.
En un extenso artículo titulado “Kino en California”, el historiador Gabriel Gómez Padilla recrea parte del discurso que pronunció Miguel Mathes cuando le otorgaron la Orden del Águila Azteca. Uno de sus párrafos dice:
“Yo pertenezco a esa clase de estadounidenses que respetan a México y lo quieren por lo que ha sido y por todo lo que es… Hoy me siento más mexicano que nunca, y asumo el compromiso de no defraudar a quienes me han considerado merecedor de esta muestra de confianza y distinción”.
De esa calidad era Miguel Mathes.
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