En la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres de la ciudad de La Paz, se encuentran los restos mortales de Ildefonso Green Ceseña, desde el año de 1986. Se hizo merecedor de esta distinción por su participación en los movimientos revolucionarios en nuestra entidad en los siglos XIX y XX.
Una de sus hazañas tuvo lugar cuando en 1853 el filibustero William Walker se apoderó de La Paz con intenciones de fundar una nueva república. Ildefonso se puso al frente de un contingente armado para hacerle frente, lo que originó que el invasor abandonara la península.
Participó en la Guerra de Reforma defendiendo al lado de Mauricio Castro la vigencia de la Constitución de 1857. Estuvo al lado del general Manuel Márquez de León, cuando este se opuso al gobierno del presidente Porfirio Díaz y dio a conocer el Plan Revolucionario de El Triunfo en el año de 1879. Todavía, a principios del siglo XX, hizo acto de presencia en la Revolución Mexicana apoyando el movimiento de Venustiano Carranza en nuestra entidad.
Hubo una época, a finales del siglo XIX, en la cual Ildefonso se retiró del activismo revolucionario a fin de dedicarse a negocios privados, entre ellos la ganadería y la pesca. Se asegura que integró una armada para dedicarse a la explotación de placeres perlíferos, al igual que otros lo hicieron a lo largo de la península. Pero también se dedicó a la caza de ballenas.
En el libro de Rosa María Mendoza Salgado, “Huellas ancestrales”—2ª edición—publicado recientemente, en las páginas 95 y 96, se hace mención de la captura de dos ballenas por Ildefonso, tal como lo menciona el periódico “La voz de California” del mes de febrero de 1883. Y la comercialización del aceite de esos animales. Quizá fue el único dedicado a esta actividad pesquera, ya que no tenemos referencia de otros armadores que hicieran lo mismo.
Lo que sí es verdad fue la caza de ballenas en el norte de la península por barcos extranjeros. En el periodo de 1856 a 1869 se sacrificaron no menos de 30 mil de esos cetáceos. Aprovecharon el arribo de estos a las bahías de la península, como la de Ojo de Liebre, bautizada como Laguna Scammon por uno de los depredadores.
El libro de Rosa María tiene como antecedente el primer libro publicado con ese nombre en el año de 2001. El actual, aumentado en sus páginas con un total de 254, describe con más amplitud la historia familiar de la autora y también de las costumbres y formas de vida de esa época, en las que la ganadería, la agricultura, la pesca y el comercio fueron las fuentes económicas de esa región sureña.
La información aparecida en “Huellas ancestrales” en su primera edición del 2001, no pasó desapercibida por los autores de la obra que lleva el nombre de “Historia cultural e imágenes de San José del Cabo” escrita por los historiadores Edith González Cruz, Ignacio Rivas Hernández y Luis Arturo Torres Rojo, en el año de 2013.
Un dato que incluye dice “Rosa María Mendoza Salgado. Los abuelos fueron José María Mendoza Wilkes y Prisciliana Mouet Ceseña, quienes se casaron en el año de 1900 y vivieron en una casa ubicada en la calle Mijares, cerca del único hotel que había en la Villa de San José del Cabo”. Además, en el contenido del libro se encuentran varias notas de pie de página mencionando a la autora.
Y, por supuesto, “Huellas ancestrales” aparece en la bibliografía del citado libro, lo cual es una satisfacción para Rosa María merecedora de reconocimiento por su aportación a la historia de esa población del sur peninsular.
Octubre 12 de 2022
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