Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

miércoles, 17 de agosto de 2016

Los ladrones de Pichilingue

Playa de Pichilingue en la bahía de La Paz
No, no es una leyenda, es un hecho real. El domingo, hace quince días, mi nieto Marcel, acompañado de dos parientes, salió a pescar y disfrutar de un día soleado en la bahía de La Paz. En el desembarcadero de la playa de Pichilingue bajaron su lancha y estacionaron su vehículo en un lugar apropiado. Como de costumbre, mi nieto lo dejó cerrado pues llevaba varias cosas de valor.

Cuando regresaron, después de siete horas en el mar y con dos piezas   menores, se encontraron con la sorpresa de que un ladrón o varios de ellos habían roto una aletilla de una de las puertas y saqueado el vehículo. Se llevaron tres cañas de pescar, herramientas, enseres de pesca y la billetera personal con las tarjetas de crédito y dinero en efectivo.

Pero no solo fue el carro de mi nieto. También hicieron lo mismo con otros tres vehículos estacionados después de echar sus embarcaciones al mar. Fue un robo en forma sin que nadie se diera cuenta de lo que estaban haciendo. Bueno, al menos las familias que iban llegando a ese sitio de recreo no se enteraron de lo que pasaba.

Cuando le pregunté a mi nieto si habían avisado a la policía del robo, me dijo que uno de los afectados lo había hecho, pero que a esa hora ninguna patrulla había llegado.—Tú debiste haber llamado—le dije—para que exista el antecedente en la oficina del ministerio. Y también—le sugerí- acudiera ante las autoridades para denunciar el robo. No hizo ninguna de las dos cosas.

Y es que existe la creencia de que a pesar de las denuncias es poco lo que hace la policía para investigar los casos de robo. Sin embargo, las declaraciones de lo sucedido son el punto de partida para el inicio de las investigaciones y dar con los ladrones. En muchos casos, el modus operandi de ellos los puede delatar, o bien seguir el rastro de los artículos robados. 

En una película norteamericana, un agente del FBI acusado de fraguar un complot en contra del presidente de los Estados Unidos, presenta como prueba de su inocencia un vaso de vidrio con las huellas dactilares del hombre que llevaría a cabo el atentado. Esa agencia lo identificó plenamente y procedió a su detención. Tengo entendido que aquí la procuraduría cuenta con un laboratorio especializado en huellas dactiloscópicas de muchos de los delincuentes de esta ciudad de La Paz. A lo mejor, si hubieran podido revisar los vehículos dañados encontrarían las huellas de los autores de los robos.

Por otro lado, no debe descartarse la posibilidad de que los ladrones vuelvan a hacer lo mismo en fechas posteriores, habida cuenta de que no fueron denunciados. Pero los dueños de los vehículos deberán ser más cuidadosos en no dejar cosas de valor en su interior, además de que deben estacionarlos en lugares más seguros.

Por lo pronto, mi nieto sufrió una pérdida de más de diez mil pesos, entre objetos diversos y dinero en efectivo. Para la próxima vez que vaya de pesca, seguramente escogerá otro lugar de desembarco que no sea la playa de Pichilingue. Y su justificación la dará diciendo:--“en esa playa no, porque hay rateros”

Es preocupante su opinión, pues Pichilingue es una playa adonde asisten cientos de personas los fines de semana. Está considerada como un sitio de interés y recreo turístico, y no es justo que por personas adictas a los bienes ajenos ese lugar adquiera mala fama. Algo tendrán que hacer las autoridades para evitar los robos a las personas y los vehículos. La seguridad de los visitantes bien lo merece.

Agosto 17 de 2016.

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