Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

lunes, 16 de abril de 2018

El Valle de Santo Domingo, hoy

La semana pasada, acompañando al profesor Jesús Manuel Flores Díaz Bonilla y su esposa Sandra, visitamos el Valle de Santo Domingo. En esta ocasión, junto con mi esposa, llegamos hasta el poblado del mismo nombre localizado en el extremo norte de esa zona agrícola.

La pretensión de ese viaje fue la de visitar a las autoridades del ayuntamiento de Comondú y del Instituto Tecnológico, a fin de plantearles el proyecto de efectuar una reunión tipo panel para recordar parte de la colonización inicial del valle a través de los testimonios de personas descendientes de los colonos fundadores.

En la reunión con ellos estuvieron presentes el Secretario General del Ayuntamiento, el director de cultura, el cronista del municipio y un representante del director de la institución educativa. Así mismo nos acompañaron Rubén González y Rubén Castro, ambos radicados en esa región y probables integrantes del panel en cuestión.

La reunión tuvo resultados positivos, ya que tanto el ayuntamiento como el tecnológico respaldaron esta iniciativa y señalaron tentativamente el día 23 de mayo, día del estudiante, para llevar a cabo el panel, en el auditorio de esa máxima casa de estudios. Solo quedó pendiente la hora en que se realizará.

Rubén González, nuestro anfitrión, nos llevó a recorrer algunos lugares de Ciudad Constitución para luego dirigirnos a Ciudad Insurgentes donde pernoctamos. Al día siguiente, nos dirigimos al poblado de Santo Domingo, pasando por Villa Zaragoza, la colonia Álvarez y la colonia La Purísima. Por cierto el lugar de esta última era conocido como El Piojillo, ya se imaginarán por qué.

Tenía varios años de no visitar el pueblo de Santo Domingo. A él me ligan muchos recuerdos cuando en los años cincuenta estuve comisionado en la escuela primaria de ese lugar. Y también porque ahí me casé y nacieron tres de mis hijos. Cuando recorríamos las calles del pueblo, tanto Jesús Manuel y los dos Rubenes, hacíamos remembranzas de esos tiempos idos y de las personas que nos brindaron su amistad.

--Espérenme un momento— dijo Rubén González mientras detenía el vehículo —voy a comprar agua embotellada en esa tienda. Era el comercio de la familia del señor Nemesio Osuna, de los más antiguos pobladores de ese lugar. —“Espérame —le dije— voy contigo” Y al entrar nos atendió una señora ya entrada en años que me pareció conocida. Al presentarme le dije: “soy el profesor Reyes Silva”. Al oír mi nombre un gesto de asombró y alegría inundó su rostro. —“Maestro, soy Consuelo, fui su alumna cuando usted dio clases en la escuela de este lugar.

En efecto, varias de las hijas de don Nemesio fueron alumnas de la escuela primaria Estado de Querétaro, entre ellas Elsa, Julieta, Consuelo y Teresa. Otra de las hijas, Bertha, fue la madrina de mi primer hijo Guillermo, cuyo parto de mi esposa fue atendido por la enfermera María Nava, de la colonia María Auxiliadora.

El pueblo de Santo Domingo ha cambiado. De contar hace años con casas de madera instaladas en la calle principal, hoy las tiene de material y su fundo legal se ha ampliado con calles laterales adornadas con construcciones modernas. Y lo mejor: en la parte alta las autoridades construyeron una calzada que, aunque de corta longitud, es de las más hermosas del valle.

Al regresar a Ciudad Insurgentes, durante la travesía, Rubén González me dijo de pronto: “Me voy a desviar un poco para que conozcan el lugar donde en un accidente murió mi hijo Rafael”. Un poco antes de llegar al poblado de María Auxiliadora, por una brecha que lleva a un rancho agrícola se encuentra el sitio donde murieron Rafael y otro de los ocupantes del vehículo en el que viajaban. Ahí, rodeado por una verja de hierro, están las letras iniciales de sus nombres en piedra granítica y las fotografías de ellos.

Aun con la congoja reflejada en nuestros rostros, compartiendo la tristeza del estimado amigo, llegamos a Insurgentes y un poco más tarde a la ciudad de La Paz, no sin antes hacer una parada técnica en el kilómetro 77, para saborear unas empanadas de queso de cabra acompañadas del indispensable café de talega.

Abril 16 de 2018. 

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