Un
estimado amigo que leyó el reciente libro de Rosa María Mendoza Salgado
titulado “Comercio y turismo en la California del sur, municipio de La Paz, (1697-2016),
me preguntó si la producción de tomate de Todos Santos en la década de los
treinta del siglo pasado, la enviaban a los Estados Unidos por barco.
Consultando
información de esa época le contesté que, en efecto, las remesas las hacían en
embarcaciones que atracaban frente a la playa de Punta Lobos y por medio de
pangas llevaban el producto hasta las bodegas de los barcos. Pero los trabajos
de carga y descarga eran difíciles por lo encrespado del mar en esa zona y que
a veces había que esperar muchas horas para poder iniciar el embarque.
Fue
por eso la solicitud de los ejidatarios y pequeños propietarios agrícolas al
gobierno del Territorio para que se construyera un embarcadero que facilitara
el traslado de la producción de tomate. En 1933, el gobernador Juan Domínguez
Cota autorizó la construcción en un lugar conocido como Los Algodones. Conocido
como Puerto Algodones duró poco tiempo, pues el ciclón de 1934 lo destruyó.
De
nueva cuenta el gobierno del Territorio se echó la tarea de construir un embarcadero
nuevo a base de hormigón, mismo que fue inaugurado en el mes de diciembre del
mismo año. También aplicó recursos en una carretera de nueve kilómetros que
unió Puerto Algodones con Todos Santos. De esa manera los productores agrícolas
de esa región continuaron exportando el tomate al país vecino.
Dice
Rosa María Mendoza en su libro que “en el año de 1936 se obtuvieron 86,831
cajas de tomate, con peso de 15 kilogramos cada una, es decir, una producción
de 1,302 toneladas, con un monto de 556 mil pesos…”. Pero con el paso de los
años y los problemas originados por las plagas, el encarecimiento de los
insumos y el agotamiento de los manantiales poco a poco esa fuente de ingresos
fue desapareciendo.
Como se
mermó también la siembra de la caña de azúcar cuando se dio preferencia al
cultivo del tomate. En su libro, Rosa María dedica un capítulo a los trapiches
que existían en la región de Todos Santos y El Pescadero. Y de sus propietarios
como su bisabuelo, el señor Merced Salgado León, dueño del trapiche Cerro
Verde.
La
autora relata así el fin de los trapiches:-“La producción de los molinos ya no
era relevante comercialmente hablando, sólo producían miel, guarapo y
alfeñiques para las familias…una época que se fue llevándose consigo el ajetreo
de la zafra, la que reflejaba alegría en el rostro de las personas, mientras
saturaba el ambiente con el delicado aroma dulce que perfumó el pueblo de
nuestra niñez…”.
Bueno,
con referencia a los cañaverales y los trapiches, en dos de mis libros me he
referido a ellos. El primero, titulado “Casos y cosas del municipio de La Paz”,
escrito en el 2002 y el segundo “Narraciones de ayer y de hoy”. En el primero
incluí tres crónicas al respecto e hice mención de Rosa María quien me sugirió
escribiera algo sobre la historia de los trapiches en la región sur del estado.
Por
falta de espacio no puedo escribir de ello, pero para alguien interesado puede
consultar el blog de Gerardo Ceja García donde está el libro de referencia. Y
esto porque la edición se agotó hace tiempo. Y del segundo, “Narraciones de
ayer y de hoy” donde hablé un poco de doña Trinidad apodada La Cachana, también
está agotado. Así las cosas.
Ignoro
en qué fecha se va a presentar el libro de Rosa María Mendoza pero, mientras
tanto, le agradezco a la autora la amabilidad de obsequiármelo. Y la invitación
para que no dejen de adquirirlo, vale la pena. Sobre todo porque en su
contenido, aparte de la agricultura, habla de la ganadería, de las actividades
industriales, del turismo y claro, de los antecedentes históricos de la Cámara
de Comercio. Además, la edición contiene innumerables fotografías muchas de
ellas inéditas propiedad de su familia y otras de sus amistades.
Abril 04 de 2018.
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