El pasado 21 del presente mes de
mayo, el Instituto municipal de cultura y las artes de Los Cabos, organizó el
Primer Plenilunio Rural con la participación de las delegaciones de Miraflores,
Santiago y La Ribera. Lo interesante es que este evento cultural se efectuó a
un lado de la carretera, entre Santiago
y Miraflores, donde se encontraba un globo terráqueo que señalaba el paso del
trópico de cáncer.
Actuaciones artísticas, --taller
de música, el ballet TAMMIA, declamadores-- muestras de artesanías y comida regional, fueron un complemento ideal
que captaron el interés de las personas que asistieron a este primer plenilunio
rural.
En su oportunidad, el escritor
Domingo Valentín Castro Burgoin intervino con la lectura de una crónica a la
que llamó “Vivir, para morir en la tierra” dedicada a su padre Saturnino Castro
Sández y familiares. Es una excelente pieza oratoria que hace referencia a la
vida de los rancheros y su apego a la tierra, pese a los agobios de las
sequías, del abandono de los hijos y las falsas ilusiones de una vida mejor en
las zonas turísticas.
Castro Burgoin con palabras
francas se refiere a la propiedad de la tierra, en especial la que corresponde
a los ejidos. Y reafirma lo que otros han escrito al respecto, desde que en
mala hora el gobierno federal autorizó el Programa de certificación de derechos
ejidales y titulación de solares: PROCEDE. Amparados en ese programa, los
ejidatarios comenzaron a vender sus tierras al mejor postor, y fueron los
extranjeros los que por medios no muy legales, adquirieron las que se
encontraban frente a las playas.
Y lo mismo sucedió con las
propiedades rústicas las cuales por muchos años atrás pertenecían a los
rancheros. Afortunadamente, dice Valentín, en regiones como las de Santiago y
Miraflores existen propietarios que se niegan a vender sus tierras, aferrándose
a ellas como un patrimonio que se debe conservar. Se justifican diciendo que
“no queremos traicionar a las tierras de mis padres, de mis abuelos, de la
tierra que me vio nacer…”.
Pero el mal ya está hecho. En el
año de 1998, la investigadora de la UABCS, María Luisa Cabral Bowling alertó
sobre el acaparamiento de los terrenos costeros por medio de los famosos
fideicomisos los cuales, hasta 1992 sumaban 395, la mayor parte en la región
del municipio de Los Cabos.
Aunque esos fideicomisos tienen
un plazo de 30 años, lo cierto es que la renovación de ellos puede ser
indefinida, lo que los convierte —dice la autora— en derechos permanentes de
los extranjeros sobre el territorio nacional. Y sigue diciendo.”Esta situación
es especialmente grave en el caso de la península, pues como ya lo hemos visto
es una zona que históricamente ha estado en la mira de los Estados Unidos, de
tal forma que su cercanía con esta nación
y su aislamiento del resto del territorio nacional, la hacen muy
vulnerable…”.
Y ahora que gran parte de las
costas de Baja California Sur están en manos extrañas y que el auge turístico
va en aumento propiciando que se siga con la pérdida de nuestro patrimonio, es
válido pensar que no basta conservar las costumbres y tradiciones de los
pueblos, sino tomar medidas urgentes para evitar que los dueños de la tierra
puedan venderlas atraídos por una engañosa riqueza.
Porque, mientras existan
funcionarios apátridas que poco les interesa la pérdida del territorio
nacional, el problema continuará y los extranjeros seguirán adquiriendo las
tierras costeras de Sudcalifornia. Pero lo peor no es eso, ahora lucran con
ellas en un negocio inmobiliario que les reporta grandes ganancias. Basta ver
las revistas y anuncios clasificados donde ofertan casas, condominios y aún
terrenos que pasan de unas manos a otras
a precios millonarios en dólares.
Pero no todos los extranjeros
son así. Los visitantes, verdaderos turistas y los residentes que han hecho su
hogar en nuestra tierra, siempre serán bienvenidos. Estos últimos, de alguna
manera, contribuyen al mejoramiento comunal y aportan sus buenos deseos para
afirmar la cultura de los lugares donde radican. Los otros, los especuladores y
los neocolonizadores deben ser
rechazados por nuestro pueblo.
Y claro, esta defensa, como lo
dice Valentín, son destellos de Sudcalifornidad.
Mayo 27 de 2016