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Casa de la cultura Siglo XXI “Néstor Agúndez Martínez”.
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Bien por el XV Ayuntamiento de La Paz que ha reconocido los valores culturales del profesor Néstor Agúndez Martínez, y ha solicitado al gobernador del Estado que sus restos descansen en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres. Lo merece por su entrega total a la educación y la promoción del arte y la cultura durante gran parte de su vida.
Aunque él siempre reiteró sus deseos de permanecer para siempre en su querido Todos Santos—Macondo le gustaba llamarle, el lugar que hizo famoso el escritor Gabriel García Márquez— ahora existe la disyuntiva de respetar esos deseos o trasladar sus restos al lugar donde el pueblo de Baja California Sur venera a las mujeres y los hombres que entregaron gran parte de su vida a servir con honor a esta región de nuestro país.
Son muchos los recuerdos que ligan a Néstor de Todos Santos: la casa del estudiante, la biblioteca pública, la casa de la cultura que lleva su nombre, su labor social en beneficio de sus habitantes, los grupos de danza folclórica, la promoción oral y por escrito de las costumbres y tradiciones que distinguen a los todosanteños, en fin…
Respecto a esto último, en el mes de octubre de 2009, en una crónica escribí lo siguiente: “Néstor murió cuando la cultura más necesitaba de su presencia. Ahí, en el centro cultural, era una baluarte y un dique a la transculturación que se viene dando motivada por el desarrollo turístico de nuestra entidad. Impotente ante la avalancha de intereses extranjeros que se han ido apoderando de esa población de otrora profundas raíces sudcalifornianas, se aferraba a esa institución enriqueciéndola con pinturas, fotografías, libros, objetos antiguos, todo con el fin de identificar la riqueza de nuestro pasado a fin de que propios y extraños se concientizaran de ella”
En una ocasión más reciente, con motivo del aniversario de su muerte, escribí: “Néstor era un hombre orgulloso, pero tenía por qué estarlo. Era un personaje que no tenía miedo a decir la verdad. Por eso, muchas veces se encontró con la incomprensión y la indiferencia de los que tenían poder para ayudarlo, Pero a pesar de todo seguía adelante, porque hizo de la terquedad uno de sus sellos distintivos”
En el año 2004, el edificio de la casa de la cultura necesitaba de urgencia la impermeabilización del techo pues las goteras habían dañado parte de los libros. Ante la pasividad de las autoridades, aprovechó la visita de la señora Marta Sahagún, esposa del presidente Vicente Fox, y le solicitó la ayuda necesaria. Por medio de SEDESOL y después con el CAFCE, le destinaron la cantidad de medio millón de pesos con los cuales se hizo la restauración de los techos.
Cuando me dio la noticia con la alegría natural, también me comunicó que de igual forma los murales que adornan el vestíbulo también serían restaurados con la intervención del Instituto Nacional de Antropología e Historia. En esa ocasión dije en una crónica: “Bien por Néstor, porque ha ganado una más de las batallas a favor de la cultura todosanteña…”.
En lo particular, siempre me gustó hablar de la obra social y cultural de Néstor Agúndez. Y de las anécdotas que tenía a flor de labio, como el “Rito de la Mocha”. Una señora de Todos Santos tenía ese mote porque en un accidente había perdido algunos dedos de las manos. Su hijo, Rito, cuando tuvo la edad, se dio de alta en el ejército y por azares del destino a los pocos años formaba parte de los guaridas presidenciales.
Cuenta Néstor, que en una ocasión, cuando Rito recorría uno de los aposentos del Palacio Nacional, se tropezó con unos zapatos viejos y usados mismos que de inmediato los arrojó al patio del edificio. Por suerte, un oficial los recogió y reclamó al Rito ¿Por qué tiraste esos zapatos? ¿No sabes que son los que usaba don Benito Juárez? Y es que sin saberlo, el joven había entrado en el recinto sagrado dedicado a este hombre excepcional en la historia de México.
Julio 20 de 2016.