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Huracán de 1959. |
Ahora, con eso de la
remodelación del malecón por el gobierno y la iniciativa privada, un buen amigo
me preguntó de los árboles de la India que embellecían buena parte del paseo Obregón
y los que, supuestamente por las anteriores remodelaciones, han desaparecido.
Hube de explicarle que todavía en la década de los cincuenta del siglo pasado
formaban parte del malecón.
No sé a ciencia cierta quien los
sembró, aunque es probable que haya sido durante el gobierno de Carlos M.
Esquerro cuando en 1926 se inauguró el malecón. Aunque, por otro lado, existen
fotografías de principios del siglo donde se observan esta clase de árboles,
sobre todo en la antigua calle Comercio la que actualmente lleva el nombre de
ese gobernante.
En el año de 1959 un ciclón
causó severos daños en algunos estados de la costa de Pacífico y la muerte de 1,500
personas, además del hundimiento de 150 barcos. Y cuando llegó a nuestra
entidad, sobre todo en La Paz, causó bastantes destrozos, aunque no hubo
víctimas. Pero algunas de las embarcaciones que se encontraban en la bahía, la
fuerza del viento y el oleaje las arrojó a la playa. Una de ellas fue El Arturo
que quedó enterrada en la arena a varios metros de la orilla.
El malecón quedó destrozado en
varias partes y de las palmeras que adornaban la calzada muchas de ellas
solamente les quedó el tallo, pues sus hojas fueron arrancadas por la fuerza
del viento. Los cauces de los arroyos que cruzan la ciudad rebosantes de agua, causaron
daños irreparables como fue el caso de la empresa INALAPA dedicada a empacar y
procesar el algodón proveniente del Valle de Santo Domingo.
Fue tal la fuerza del viento
originado por el ciclón de 1959, aunado a la lluvia que reblandeció la tierra
alrededor de los árboles de la India, que casi los arrancó, por lo que las
autoridades optaron por quitarlos de la calzada. Fue muy triste presenciar a
esos frondosos árboles ladeados y con sus raíces a flor de tierra. Desde la
calle 16 de Septiembre hasta el entronque con el muelle fiscal fueron no menos
de quince los que desaparecieron debido a ese fenómeno meteorológico.
Y también —eso nos lo recuerda
Elino Villanueva en su libro “El ciclón Liza”— por causa del ciclón los ocho
grandes álamos que adornaban el paseo en el tramo comprendido del muelle a la
calle Manuel Márquez de León fueron derribados, impotentes ante la fuerza
incontenible del viento. Ellos, al igual que los árboles de la india fueron
destruidos por las autoridades de ese tiempo.
Después ya no se reforestó el
paseo Álvaro Obregón. Con el paso de los años y en forma paulatina fueron
despareciendo los llamados también laureles de la India, sobre todo los que
estaban en el centro de la ciudad, por las calles 16 de septiembre, Carlos M.
Esquerro y varios tramos del malecón. Hoy esos espacios los ocupan banquetas de
cemento muy a tono con el grado de desarrollo de nuestra capital. Pero se
añoran esos hermosos árboles.
Ya no se han vuelto a sembrar
esos laureles. En su lugar, en muchas calles de la ciudad se ha esparcido otra
clase también originaria de la India conocida como “Min”. Estos árboles tienen
la ventaja de que crecen muy rápido y con una fronda que da cobijo en los meses
de verano. Además se tiene la creencia que sus hojas son un buen antídoto
contra los zancudos.
En el presente, cuando recorra
la ciudad, encontrará de pronto algunos árboles de la India, como aquellos que
en épocas pasadas adornaban el malecón de nuestra ciudad.
Noviembre
12 de 2016.
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