Vida y obra

Presentación del blog

A través de este blog, don Leonardo Reyes Silva ha puesto a disposición del público en general muchos de los trabajos publicados a lo largo de su vida. En estos textos se concentran años de investigación y dedicación a la historia y literatura de Baja California Sur. Mucho de este material es imposible encontrarlo en librerías.

De igual manera, nos entrega una serie de artículos (“A manera de crónica”), los cuales vieron la luz en diversos medios impresos. En ellos aborda temas muy variados: desde lo cotidiano, pasando por lo anecdótico y llegando a lo histórico.

No cabe duda que don Leonardo ha sido muy generoso en compartir su conocimiento sin más recompensa que la satisfacción de que muchos conozcan su región, y ahora, gracias a la tecnología, personas de todo el mundo podrán ver su trabajo.

Y es que para el profesor Reyes Silva el conocimiento de la historia y la literatura no siempre resulta atractivo aprenderlo del modo académico, pues muchas veces se presenta con un lenguaje especializado y erudito, apto para la comunidad científica, pero impenetrable para el ciudadano común.

Don Leonardo es un divulgador: resume, simplifica, selecciona una parte de la información con el fin de poner la ciencia al alcance del público. La historia divulgativa permite acercar al lector de una manera amigable y sencilla a los conocimientos que con rigor académico han sido obtenidos por la investigación histórica.

Enhorabuena por esta decisión tan acertada del ilustre maestro.

Gerardo Ceja García

Responsable del blog

lunes, 26 de diciembre de 2016

Amor a la tierra

Cuando escribí esta crónica me acordé de la novela de Pearl S. Buck conocida como “La Buena Tierra”, obra que, por cierto, la hizo merecedora al premio Pulitzer en 1932. Es el relato de una familia de campesinos chinos y de sus tenaces esfuerzos por conservar la tierra que le fue heredada.

En 1964, después de un movimiento popular que pedía un cambio en la gubernatura del entonces Territorio de Baja California Sur, el presidente Gustavo Díaz Ordaz designó al licenciado Hugo Cervantes del Río, a quien por sus dotes oratorias dicen que la gente de Todos Santos le endilgaron el sobrenombre de “El pico de oro”.

Hombre carismático, de gran experiencia política por haber ocupado altos cargos en la administración pública y civil por añadidura,  el nuevo gobernador realizó un intenso programa de trabajo durante los seis años que duró al frente de los destinos de la entidad.

Aunque se esforzó por hacer realidad la sentencia de que “la hora de Baja California Sur ha sonado”, lo cierto es que las limitaciones presupuestales y la falta de apoyo de las dependencias del gobierno federal, le impidieron lograr con más amplitud sus propósitos. Aún así, atendió en la medida de lo posible los servicios públicos; en su período se construyó el hospital Salvatierra y se terminaron los tramos carreteros La Paz-San José del Cabo y el de Ciudad Constitución-Loreto.

Las personas que integraron su equipo de trabajo lo catalogaron como un funcionario de recio carácter, no obstante su apariencia física y su tono amable al hablar. Uno de sus directores que sintió en carne propia los desfogues de sus enojos, opinó que salvo el uniforme, los civiles tenían iguales tamaños que los militares. Así debió haber sido la regañada.

Pero como lo que comienza tiene que terminar, llegó el día en que Cervantes del Río tuvo que despedirse del pueblo sudcaliforniano, para dar paso al nuevo gobernante ese sí, nativo de corazón, el ingeniero Félix Agramont Cota quien estuvo al frente de la entidad en los años de 1971   a 1975.

Cuentan que la despedida que le hicieron los agricultores del Valle de Santo Domingo fue emotiva, pero nada del otro mundo. Lo que le dio trascendencia y que quedó grabado en el recuerdo de lo anecdótico, es el regalo que casi a lo último le entregó don Isidro Rivera, viejo luchador por el desarrollo agrícola de esa zona.

Con modestas ropas de trabajo, en las manos rugosas su inseparable sombrero de palma y la sonrisa abierta para todos, don Isidro se acercó al hombre que se despedía y le entregó una pequeña caja de cartón, diciéndole:”Licenciado, a nombre de los campesinos de este valle, de los hombres y mujeres que luchan a diario por conservar y hacer producir esta región de México, le hacemos entrega de este regalo, para que nunca nos olvide…”.

Cervantes del Río lo abrazó, le dio brevemente las gracias y procedió de inmediato a abrir el modesto obsequio. Le llamó la atención el peso del mismo y se imaginó que eran frutas o algún tipo de semillas producidas en su rancho. Por eso, grande fue su sorpresa cuando se dio cuenta que la caja contenía solamente tierra, ese material común, que sin embargo es fuente generadora de vida, y para las familias de esa región, la razón primaria de su existencia.
Estos pensamientos cruzaron centelleantes por el cerebro del homenajeado y eso fue causa que, de pronto, sintiera como nunca antes, la identificación con esa masa de personas, con su lucha tenaz, desesperada a veces, pero siempre insistente en hacer producir la tierra como fuente de vida.

Era, en su más clara esencia, el amor a la tierra, la nuestra, la sudcaliforniana.

Diciembre 24 de 2016.

Una promesa de Año Nuevo

No se dio cuenta y de pronto Manuel ya se había convertido en un hombre que ingería bebidas embriagantes casi todos los días. Su oficio de mecánico automotriz le dejaba buenas ganancias que convertía en botes de cerveza o bien de las mentadas ballenas. Y así, conduciendo su vehículo, le gustaba llegar a los ranchos cercanos a la ciudad donde, en compañía de eventuales amigos, pasaba las horas en pláticas amenas hasta dar fin a las bebidas.

En su taller mecánico nunca faltaron los amigos los que, conociendo su gusto, le llevaban diversas marcas de la ambarina que disfrutaban en tanto Manuel arreglaba las descomposturas de los carros. Cuando terminaba el trabajo ya estaba a medio chiles y era común que siguiera por su cuenta la borrachera. Y así, día con día.

Entregado a su trabajo y a la dulce vita, era poco el interés que tenía por su familia. Vivía con sus padres y un hermano menor que cursaba sus estudios en una escuela preparatoria instalada en la periferia de la ciudad. De vez en cuando lo ayudaba para pagar la colegiatura y la adquisición de los libros de texto. Pero eso era todo.

En una ocasión, al llegar a la casa, saludó a su madre, pero al darse cuenta de que había llorado, le preguntó: ¿Qué te pasa, jefa? Por toda respuesta, las lágrimas  volvieron a asomar a sus ojos y con voz lastimera le confesó: “Fíjate Manuel que tu hermano anda metido con las drogas. Hoy en la mañana me robó el dinero que tenía guardado para pagar el gas y al revisar su cómoda, me encontré un sobrecito con una sustancia parecida a la harina. Tu papá me dijo que es cocaína.

—Hasta la borrachera se me quitó con la noticia— confesó después el Meño, como cariñosamente le decían. De pronto le dio mucho coraje y se propuso llamarle duro la atención a su hermano. Pero, pensó: “¿Qué le puedo decir si yo también soy un vicioso?  Tiene que haber una solución para que deje su adicción por las drogas”.

Así pasó una semana. Eran los últimos días del año y en su casa se notaba el ajetreo para preparar la cena del 31 y la compra de algunos licores propios de la estación invernal. Manuel, para no variar, llevó un cartón de 24 cervezas Modelo porque eran sus preferidas. Como a las diez de la noche comenzó el festejo, aunque ya antes Meño se había echado unas cuantas cervezas. Su hermano, arrinconado en un sillón de la sala, no participaba y se mostraba un tanto desesperado, quizá por la falta de la droga.

Llegaron las doce de la noche y entre los abrazos y deseos de bienaventuranza, la familia compartió la cena, mientras escuchaban las doce campanadas de la iglesia cercana y el tronar de los cohetes y uno que otro balazo disparado por personas irresponsables. Después de esos momentos de espontanea felicidad, Manuel se dirigió a su hermano y lo invitó a salir al patio, pues deseaba hacer un compromiso con él.

—Mira —le dijo— sé que andas metido en las drogas y eso te va a llevar a la perdición. Perderás tus estudios y no serás nada en la vida.

—Y tú —le respondió su hermano— también no dejas de emborracharte y quieres que yo deje mi vicio.

—Por eso, quiero hacer un compromiso contigo y ponemos a Dios por testigo. Vamos a tratar de que no caiga la desgracia a nuestra familia. Nuestros padres no lo merecen.

—¿Y de qué se trata?

— “Bueno, a partir de este día —era la una del Año Nuevo— tú y yo vamos a dejar el vicio. Yo dejaré de tomar y tú te alejarás definitivamente de consumir drogas”. Y dicho lo anterior le extendió la mano para sellar el pacto, de hermanos y de hombres. Después, abrazados, con la emoción reflejada en sus rostros, exclamaron: ¡Feliz Año Nuevo!

Ya han pasado veinte años y el compromiso sigue vigente. A fuerza de voluntad lograron cumplir su promesa. Y aunque hubo momentos de debilidad, los dos enderezaron su camino y hoy, como asegura Manuel, fue lo mejor que han hecho en su vida.

Diciembre 22 de 2016.

domingo, 18 de diciembre de 2016

La Paz, ciudad limpia

Para los que caminamos por las calles de nuestra ciudad nos da gusto observar a las brigadas de trabajadores del ayuntamiento los que, con escobas, rastrillos, palas y carretillas, se dedican a limpiar de escombros, basura y el zacate que nace en los intersticios de las banquetas, además de recoger las ramas que quedan después de la poda de los árboles.

Llevan un buen tiempo dedicados a esa tarea, pero los resultados son excelentes. Algunas calles por desidia de las personas que habitan en ella, no se mantienen limpias o bien porque es más fácil tirar la basura en la calle que guardarla para después depositarla en los botes que para ese propósito tienen en cada hogar.

Pero el problema es más serio en las esquinas donde las familias esperan el camión urbano. En ellas es común encontrar todo tipo de desperdicios: vasos de plástico, botellas de refrescos, envolturas de golosinas, restos de comida y diversas bolsas de plástico. Y ahí quedanpor días y semanas hasta que las brigadas de trabajadores los recoge.

Es increíble la cantidad de basura que existe en nuestra ciudad. Los camiones recolectores diariamente llevan cientos de toneladas al basurero municipal. Y creo que no se dan abasto. Y eso que muchos particulares ayudan a resolver el problema llevando la basura de sus hogares en sus carros particulares. Pero ni así.

Hace algunos días me dirigí a los “yonques” que se encuentran por la carretera que va a Los Planes. En uno de sus tramos ascendentes se encuentra un terraplén utilizado por los conductores para revisar sus vehículos. Bueno, lo usaban, porque personas inconscientes lo llenaron de basura, incluyendo restos de animales y diversos materiales. Al pasar por ese lugar teníamos que subir los vidrios por la pestilencia del lugar. Y claro, ni pensar que los automovilistas se detuvieran.

Ahora, gracias a una brigada de trabajadores, ese lugar se encuentra limpio, pero no tardará en estar sucio de nuevo. Como las calles y banquetas que han sido atendidas que no tardarán en estar como antes. Y ante este dilema, ¿cuál es la solución a este problema social?

Una solución elemental sería la de continuar con las brigadas e incluso aumentarlas. Pero desde el punto de vista económico no es posible. Sería un desgaste para el ayuntamiento que no se puede permitir. Colocar recipientes en las esquinas pudiera tener buenos resultados, siempre y cuando las personas se habituaran a ellos. Sin embargo la fuerza de la costumbre hará que los desperdicios se tiren dondequiera.

En una ocasión una hija mía iba detrás de un individuo que arrojó sobre la banqueta el envoltorio de una golosina que iba comiendo. Lo recogió, alcanzó al individuo y le dijo: “Señor, señor, se le cayó esto”. Seguro comprendió su falta pues se lo guardó en su bolsillo. Pero, me pregunto ¿cuántos de nosotros hacemos lo mismo cuando tiran la basura a la calle?

Y todo lo anterior tiene estrecha relación con los hábitos que se adquieren desde la infancia y que permanecen durante toda la vida. Y en ellos la familia y la educación juegan un papel importante. Pero, además, la adquisición de valores humanos como la solidaridad para las buenas obras y también, porque no, de amor por nuestra ciudad, una ciudad que es el reflejo de sus habitantes. Una ciudad ordenada, limpia, segura, con servicios públicos excelentes y con unos habitantes orgullosos del lugar donde viven.

17 de diciembre de 2016. 

domingo, 11 de diciembre de 2016

Una aventura intelectual

Diecisiete años no son cualquier cosa. En 1999, un reducido grupo de amigos con inclinaciones literarias fundamos una agrupación que recibió el nombre de Escritores Sudcalifornianos, con el carácter de asociación civil. Fue en el mes de abril de ese año y todos pensamos que iba a ser una aventura que no pasaría de unos pocos meses.

Pero no. Con el entusiasmo de tener un medio donde se podía dar a conocer la creatividad literaria de los socios el tiempo fue pasando, las reuniones se hicieron mensuales y las actividades culturales produjeron el reconocimiento de una parte importante de la población sudcaliforniana. Y lo mejor, la asociación fue reconocida por las instancias oficiales, en especial del Instituto Sudcaliforniano de Cultura que siempre nos ha brindado su apoyo incondicional.

A lo mejor fue por la calidad de nuestros compañeros escritores. A lo largo de esos 17 años, hemos tenido socios de gran relevancia en el mundo de las letras, como lo son, sin duda, Leonardo Varela, Omar Castro Cota, Fernando Vega Villasante, Alejandro Magallón Cosío, Raúl Antonio Cota y Juan Melgar Sánchez los que, por cierto, fueron socios fundadores de ESAC.

En los primeros años hicimos una atenta invitación a uno de nuestros mejores poetas, Néstor Agúndez Martínez para que formara parte activa de nuestra asociación, pero no aceptó, por lo que se le dio el nombramiento de Socio Honorio. Fue el mismo caso de Armando Trasviña Taylor, escritor de renombre internacional, que forma parte de ESAC.

No es cosa fácil mantener durante tantos años una asociación cultural como la nuestra. La cultura en cualquiera de sus manifestaciones, es un reflejo callado de las manifestaciones humanas que tiene que ver con las formas de ser y actuar de las personas o sociedades. Pero, por ello, es un pilar que identifica y le da sentido al desarrollo de los pueblos, como en su momento es la educación.

Las artes, cómo la literatura y otras afines, han acompañado a los mexicanos desde los tiempos antiguos, pasando por la época de la colonia, de la vida independiente y las etapas de la revolución. Netzahualcoyotl, Sor Juana Inés de la Cruz, Joaquín Fernández de Lizardi, Manuel Payno, Amado Nervo, Ramón López Velarde, Martín Luis Guzmán, Jaime Torres Bodet y Juan Rulfo, fueron poetas, novelistas y autores de cuentos que reflejan al México de todos los tiempos.

Y aquí, en Baja California Sur, aunque su historia no ha corrido pareja con el resto de la república, sí tenemos escritores de la talla de Leopoldo Ramos, Filemón C. Piñeda, Francisco Cota Moreno, José Alberto Peláez Trasviña, Guillermo Arambidez y Francisco Arámburo Salas.

Pero no todos los escritores sudcalifornianos se han dedicado al género literario. En la asociación tenemos historiadores de prestigio como Eligio Moisés Coronado y Gilberto Ibarra Rivera, cronistas como el que escribe, Rosa María Mendoza Salgado y Martín Avilés. Y tenemos también editores de revistas como en su tiempo Raúl Antonio Cota con La Cachora y en la actualidad Victaliano Sánchez con su revista digital “Puerto”.

Son muchos años los que ha vivido Escritores Sudcalifornianos, A. C. y de seguro serán muchos más si continúa el entusiasmo de sus integrantes. Ahora, con el aumento de su membresía, entre los que se cuentan noveles escritores como Juan Pablo Rochín, Jorge Chaleco, Raúl Cota Álvarez y Lourdes Anguiano y otros que tienen años en el ejercicio escritural como Boby García, Antonio Gil Flores, Elizabeth Acosta Mendía y Jesús Chávez Jiménez, ESAC continuará siendo parte de la gran cultura sudcaliforniana. Además el escritor y extraordinario promotor cultural, Rubén Sandoval, se integró recientemente como Socio Honorario.

Al menos por ahora, su dirigencia que está en manos de los compañeros Francisco López Gutiérrez, Víctor Ramos Pocoroba y Ernesto Adams Ruiz, su activismo permeará en la población de Baja California Sur.


10 de diciembre de 2016.

viernes, 2 de diciembre de 2016

La isla de Tenerife

Le debo las gracias al estimado amigo Luis Rosas Meza por sus atenciones al enviarme por internet la novela “El rey del Taoro”, escrita en 1941 por el novelista alemán Horst Uden. Es una novela histórica que recrea la conquista de la isla de Tenerife por el ejército español en el año de 1496.

Poblada por el grupo aborigen de los “guanches” desde tiempos remotos, siempre se habían opuesto a todo tipo de dominación hasta que, en 1494, el capitán general Alonso Fernández de Lugo, al mando de tres bergantines y un contingente de 2,660 castellanos trató de someterlos. Pero no contaban con la fuerza guerrera de los guanches los que, en una emboscada les mataron 2,300 de ellos. Esa derrota a manos de los indígenas la historia le ha llamado La batalla de Acentejo.

Resalta en la novela el personaje llamado Bencomo, el rey de los Guanches, quien siempre opuso una férrea resistencia a los invasores invocando a su dios Acorán. Pero, a pesar de sus esfuerzos, las tropas castellanas lograron someterlos y poner la isla a disposición de los reyes católicos Fernando e Isabel. Por supuesto, con la implantación de la religión católica y el olvido de sus dioses.

Tenerife forma parte del archipiélago de Las Canarias y desde mucho tiempo atrás fueron conocidas por los navegantes portugueses y españoles. Cristóbal Colón, en su primer viaje en busca de las indias —1492— recaló en esas islas antes de navegar rumbo a lo desconocido.

En uno de los capítulos de la novela se narra que el 3 de mayo de 1493, el capitán Fernández de Lugo clavó una cruz de madera en la playa al lado de un altar erigido adornado con flores y hierbas olorosas. Ese día se celebraba por primera vez en esa isla la fiesta de la Santa Cruz, después de mil cien años desde que Santa Elena, la madre de Constantino el Grande, encontró la cruz de Cristo en Jerusalén. Y fue así como, desde esos tiempos, el mundo se vio protegido con la más preciada de todas las reliquias.

En otro 3 de mayo, pero de 1535, otro navegante español, Hernán Cortés, llegó a la península de California y el lugar donde hoy se encuentra la ciudad de La Paz lo bautizó con el nombre de Puerto y Bahía de Santa Cruz. No se sabe, porque las crónicas no lo dicen, si los sacerdotes que lo acompañaban hayan colocado una cruz en el lugar del desembarco e incluso oficiando una misa en señal de gracias.

Lo que sí aseguran las crónicas es que el almirante don Isidro de Atondo y Antillón cuando arribó a la península en 1683, mandó levantar una cruz la que se colocó en lo alto de un pequeño cerro cercano a un lugar conocido como Santa Cruz. Ese sitio se encuentra frente a la isla de Cerralvo y todavía muchos años después la cruz permanecía en ese lugar.

Y existe otra coincidencia entre la novela que estamos comentando y la historia de nuestra entidad. El capitán general don Alonso Fernández de Lugo nació en la ciudad de Carmona de la provincia de Sevilla, España. El escudo de armas de la ciudad está conformado por “diez castillos en campo de gules y diez leones en campo de plata encierran el fondo azur de las armas, en cuyo centro luce una estrella de oro con la leyenda Sicut lucifer lucet, como el lucero de la mañana.

El escudo de armas de nuestro Estado tiene rasgos españoles pues contiene gules, plata, oro, azur y campos. Se ha dicho que nuestro escudo data de la época de la colonia, pero no existen referencias verídicas al respecto. Más bien creemos que ante la necesidad de una representación simbólica de la entidad, el artista plástico Diego Rivera, al estar adornado una de las paredes de la Secretaría de Educación Pública con los escudos de los Estados, al no contar con el nuestro lo inventó dándole las características de la heráldica española, allá por el año de 1923.

En la actualidad el escudo mencionado no tiene nada que ver con el significado de nuestra entidad. Vale la pena pensar en sustituirlo.

Diciembre 01 de 2016.