Cuando
el fraile franciscano Junípero Serra se dirigió al norte de la Baja California,
en 1769, a fin de fundar misiones en toda esa región perteneciente hoy a los
Estados Unidos llevó consigo, además de soldados de cuera, un grupo de indios
cochimís con el fin de que ayudaran en los sitios donde se iban a establecer
los presidios y los centros religiosos.
En ese
grupo iba un indio joven acompañado de su esposa y un hermano, procedentes de
la misión de Santa Gertrudis. Bautizado por el padre Retz le pusieron por
nombre Sebastián Taraval, en recuerdo quizás de Sigismundo Taraval, un jesuita
que estuvo en las misiones de la Purísima y Todos Santos.
En la
Alta California lo destinaron a la misión de San Gabriel, una de las primeras
que se establecieron en la región y también una que pasó muchas necesidades
antes de contar con sus propios medios de subsistencia. La escasa alimentación,
la vida insalubre en sus jacales y el rigorismo de los soldados que por motivos
baladíes castigaban severamente a los indios fueron causa de que varios de
ellos huyeran de la misión. Uno de ellos fue Sebastián.
Junto
con su esposa y su hermano se dirigieron al este, a las montañas, tratando de
evitar los caminos trillados de la costa. Pasaron muchas dificultades, sobre
todo cuando bajaron al desierto y carecieron de agua y de comida. Sus
acompañantes murieron, pero él continuó huyendo hasta llegar, cuando ya estaba
al borde de la muerte, a una ranchería indígena que le dio socorro a la vez que
le pidieron explicaciones sobre su presencia en ese lugar.
Repuesto
un poco de sus males, Sebastián continuó su camino hasta llegar a los dominios
de los indios Yumas, una ranchería localizada en la confluencia de los ríos
Colorado y Gila, y de la cual el cacique era Salvador Palma. Éste, al conocer
los motivos de Taraval, le aconsejó que llegara hasta el presidio de Tubac
donde se encontraba el capitán español Juan Bautista Anza.
Por
coincidencia, Anza estaba organizando una expedición, con el fin de abrir una
ruta terrestre desde Sonora hasta la Alta California y el conocimiento que
tenía Sebastián le iba a servir como guía. Fue en el año de 1774 cuando la
comitiva de Anza —soldados, indios amigos, víveres y bestias de carga— iniciaron
esa larga y peligrosa travesía. Salvador Palma, amigo de los españoles, ordenó
que un grupo de sus indios los acompañaran hasta las cercanías de las montañas,
entre las que se destacaba La Rumorosa.
De
allí continuaron su travesía, siempre en busca de agua y forraje para sus
animales.
Pero
el desconocimiento de la región y el malestar de los expedicionarios casi
dieron al traste con su aventura. Cuando se enfrentaron a lo inaccesible de la
sierra y estaban a punto de abandonar la empresa, un grito de Sebastián los
detuvo: “¡Esperen, esperen, yo conozco un atajo que nos llevará a un lugar
donde hay pasto y agua!
Se
trataba de la ranchería que le había dado cobijo cuando casi se moría de
inanición. En efecto, al cabo de varias horas llegaron al lugar, donde los
indios los recibieron sin hostilidades y reconocieron a Sebastián cuando estuvo
con ellos. Fue en ese momento cuando el capitán Anza reconoció la gran ayuda
que el indígena los proporcionó, y en agradecimiento a ese paraje le dio el
nombre de “Ciénaga San Sebastián, el peregrino”
Los
siguientes días continuaron su camino, atravesando valles y llanuras a un
costado de la sierra Nevada, hasta que a finales de marzo llegaron a la misión
de San Gabriel. Taraval acompañó al padre Francisco Garcés en varias
expediciones al norte de la Alta California y meses después regresó a Sonora.
Dicen
algunos historiadores que Sebastián estaba en una de las misiones fundadas en
las márgenes del río Colorado cuando los indios yumas encabezados por Salvador
Palma destruyeron las dos misiones y mataron a los padres que las atendían. Ahí
también murió el capitán Fernando Javier de Rivera y Moncada, un personaje de
la historia de esos tiempos. Vale la pena recordar los hechos de esa rebelión.
Se
cree que Sebastián Taraval murió en esa masacre del mes
de julio de 1781, pero no hay constancia de ello. Más bien es probable que haya
regresado a la Baja California, a su tierra de origen. Como quiera que haya
sido, no cabe duda que fue un indígena cochimí que fue reconocido por los
pobladores de la Alta California.
Octubre 19 de 2017.